PRÓLOGO

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DEREK

Desde que era solo un niño, cada vez que descanso y cierro los ojos, no puedo evitar tener siempre el mismo sueño.

Veo espadas, cuerpos sin vida en el suelo y un campo abierto rodeado de poderosas llamas que arden intensamente. Veo ejércitos luchando con furia y destreza, hombres asesinándose mutuamente en una verdadera batalla campal donde el resultado solo se decide cuando el adversario muere.

Esos sueños siempre terminan de la misma forma. De alguna manera que no entiendo, yo me encuentro luchando en medio de esa guerra, batallo usando una larga espada contra un hombre cuya mirada llena de odio clama mi muerte. Ambos perecemos en esa batalla, yo clavo mi espada en su pecho y él la suya en el mío.

Siendo honesto... no son sueños muy agradables.

—Señor, aquí están los documentos de la última compra —dijo Karen, mi secretaria—. Debe firmarlos y luego yo se los enviaré a los socios.

—Perfecto —asentí, firmando los documentos—. ¿Algo más?

—Usted sabe quién estuvo llamándolo toda la tarde —me contestó Karen.

—¿Algo verdaderamente importante? —reformulé mi pregunta.

—No. Está completamente libre —respondió Karen—. Qué curioso, señor. Yo también estoy libre y quizás...

—Debes enviar los documentos, Karen —la interrumpí.

—Claro, enseguida voy —tartamudeó Karen.

Se claramente cuáles son sus intenciones, no soy un idiota.

Karen es una mujer madura 6 años mayor que yo, mismo tiempo que curiosamente lleva siendo mi secretaria. Se que ella quiere acostarse conmigo, lo he sabido siempre. Pero si me dejo llevar y la llevo a la cama, tendré que despedirla después y, siendo honesto, es una muy buena secretaria, por lo que una noche de sexo fácil no vale la pena si tengo que prescindir de ella al día siguiente.

Al irse Karen, quedo nuevamente solo en la oficina y suelto un pesado suspiro. Me recuesto en el espaldar de la silla y miro el techo con desinterés.

¿Cuándo dejaré de tener esos sueños?

Creí durante un tiempo que solo se trataba de una etapa, ¿ya saben? Algunos sueñan con ser superhéroes, otros sueñan con metas imposibles, y yo acepté que mi subconsciente, por más raro que fuera, me imagina siendo un poderoso guerrero y debido a eso tengo esos raros sueños. Es normal, o eso pensé en aquel tiempo. Pero ya soy un hombre adulto de 31 años, por lo que dudo mucho que sea normal que a esta edad siga teniendo esta clase de sueños tan peculiares.

Me titulé como abogado y monté mi bufete a los 26 años. No soy el hombre más rico de la ciudad ni mucho menos, pero tengo un apartamento grande, manejo un deportivo rojo de lujo y vivo cómodamente. No sufro de privaciones y soy entre comillas, una persona plena.

Estuve casado una vez, dicho matrimonio apenas duró 12 meses. Más que nada, me casé porque dejé embarazada a una mujer con la que tuve una relación de 2 años. Asumí que lo mejor para la criatura era nacer en un hogar unido, pero la que fue en aquel tiempo mi esposa, era una mujer testaruda que adoraba montar a caballo, el embarazo se lo impidió, pero igual iba a los establos. ¿Qué ocurrió? Se tropezó con unas cubetas de agua y cayó al suelo, lo que desgraciadamente hizo que perdiera al bebe. Nunca la amé, lo que sentía hacia ella era quizás algo de cariño, pero luego de eso, no quise volver a verla. Sentí que, si lo hacía, podría llegar a matarla en la primera oportunidad, por lo que actúe sabiamente y procedí a divorciarme.

Fue su culpa, ella no tenía que ir a esos establos. Primero, porque quedaban lejos del apartamento y tenía que manejar toda esa distancia. Segundo, porque era peligroso, ella no me creyó y el resulto fue que perdió a nuestro bebe. En el divorcio no le di nada, quiso quitarme la mitad de lo que yo había construido con mis propias manos, pero tengo contactos en el gremio e incluso me las arreglé para plantarle evidencia y así acusarla de adulterio.

UN LAZO A TRAVÉS DEL TIEMPOWo Geschichten leben. Entdecke jetzt