DESTRUYAMOS A ESOS BASTARDOS

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DEREK

El camino de regreso a casa fue uno muy silencioso.

Anyra entró en el auto y fijó su vista en la ventana, no movió su cabeza ni siquiera un solo centímetro en todo el camino. Aunque quiero saber que habló con su padre, no soy idiota, debo esperar que ella misma decida hablar.

Sin embargo, yo tampoco estoy muy bien que digamos. Aún estoy procesando que salgo con la hija de Víctor Evans.

Anyra nunca me ocultó que venía de una familia rica, fue muy sincera en ese aspecto. Pero, decir que los Evans son ricos es quedarse corto. Los Evans son más que millonarios, entran fácilmente en la categoría de Magnates.

Tienen mucho dinero. La familia Evans fundó hace casi 100 años una constructora que ha realizado las infraestructuras más importantes del país. Tienen un convenio directo con el presidente y muchas empresas más, no miento al decir que se vuelven más rico cada minuto que pasa.

Siempre admiré que Anyra renunciara a la fortuna de su familia por darse su lugar y no dejarse pisotear por nadie. Sin embargo, ese respeto aumentó mucho más luego de que supe quién era realmente su padre. Dejar atrás los billones que posee tu familia no es fácil, la gran mayoría se guardaría el orgullo con tal de tener una pequeña porción de esa enorme fortuna familiar.

Cuando entramos al apartamento, Anyra tiró su bolso de mano en la mesa y se sentó en el sofá.

—Te amo, Derek —Anyra por fin pronunció una oración—. No me odies, por favor.

Desabotono mi saco y lo pongo con cuidado en el espaldar de una silla. Camino lentamente hacia ella y me siento a su lado, la rodeo con mi brazo y dejo que repose su cabeza en mi pecho.

—Primero que nada, yo jamás te odiaría. Segundo, también te amo, ¿bien?

—Gracias.

—Anyra, no mentiré y negaré que no te investigué antes de darte trabajo. Pero, lo que sí admitiré, es que solo me fijé en si tenías o no algún expediente criminal.

—Asumí que te habías informado de eso.

—Asumiste bien.

Acaricio su espalda y beso su cabello. Ella gime levemente, disfrutando de mis caricias amorosas.

—Iba a hablarte de mi padre, lo juro. Solo que jamás pensé que lo iba a ver el día de hoy, y mucho menos que todo terminaría así.

—Quien lo diría, ¿no? Duermo con la bisnieta de una de las figuras más influyentes del país.

La respuesta inmediata de Anyra es acurrucarse como un gato cerca de mi cuerpo.

—Crecí leyendo grandes cosas de mis bisabuelos, fueron buenas personas según los libros. Obviamente no los conocí, tampoco conocí a mis abuelos, murieron antes de que yo naciera.

—Pude notarlo, ¿sabes? Tu padre no es muy joven que digamos.

—Mi mamá me habló muy bien de mis abuelos. Ella heredó las fundaciones creadas por mi bisabuela, grandes fundaciones que ayudan a las personas de bajos recursos y niños huérfanos. Ella se hizo cargo de eso hasta el día que murió, ni siquiera el cáncer pudo quitarle esa gran vocación.

No creo que ella sea consciente de la luz que rodea su rostro cuando habla de su madre fallecida. Realmente amaba a su madre, no hay que ser un genio ganador de un premio nobel para percatarse de eso.

—La nueva familia política de tu padre, los Hess. Digamos que ellos y yo no nos llevamos bien.

—¿Por qué?

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