UN ROMPECABEZAS

2 0 0
                                    

El miedo se hizo notar dentro de los pasillos del geriátrico. En especial en el piso 1, donde yo trabajaba con mi team. Era como si todos sabíamos que pasaba algo más allá, pero no podíamos describirlo y simplemente actuábamos como si no hubiese pasado absolutamente nada. Todos enfocados en sus actividades, en los roles del día a día.

Me dispuse en compañía de las enfermeras, a guardar como siempre las cosas de los difuntos. En este caso, Eva tenía muy pocos objetos personales, así que todo el proceso fue muy rápido. Confieso que mis ganas de entrar a esa habitación eran pocas. El sentimiento de incomodidad era notorio entre los empleados. De pronto, ingresó un hombre alto, de buen vestir, buscando algunos sobres y recibos que pertenecían a la mujer. El hombre era el que habían asignado desde un principio para las personas que no tenían ningún familiar cercano; un tutor de la cliente. En este caso, él se encargaría de todo el proceso velatorio que la mujer haya requerido en vida.

Luego de terminar de tomar algunos documentos, el hombre se dirigió a nosotros, diciendo lo siguiente:

—Gracias por cuidar de la señora Eva Serrano, aunque haya sido en un corto lapso de tiempo...

Yo lo interrumpí.

—Disculpe... ¿Eva Serrano? ¿Así se llamaba la paciente?

Sí, su nombre era Eva María Serrano Gonzáles; pero su nombre de casada era: Eva De Jong. Al parecer su padre era chileno y su madre de origen española.

En ese momento, mi rompecabezas tomó forma, y logré responder algunas interrogantes. Claramente, aquella pobre mujer era familia, descendiente o tenía algún vínculo, con la que fue la diva en su momento; y una de las artistas favoritas de Adolf Hitler: Rosita Serrano.

Jamás podré saber a ciencia cierta, la relación o el lazo que había entre estas tres mujeres; pero lo que sí tenía muy claro era, que un día antes de la muerte de Eva de Jong, alguien o algo, había interrumpido en mi hogar, para que yo escuchara aquella melodía interpretada por Rosita Serrano. A veces pienso que fue Nora la que tomó el alma de esta pobre mujer; disfrutando al mismo tiempo, de alguna de las canciones favoritas que escuchaban día y noche los Nazis, mientras torturaban a sus víctimas. Todas, interpretadas por la cantante.

Es posible que sea el alma en pena de Nora De Wiel, enfermera Nazi que trabajaba en este centro de cautiverio de judíos, para la época de 1942, donde sigue haciendo de las suyas cada llegada de otoño, con el fin de mostrar su poder; traspasando los límites entre lo físico y lo intangible. Creando terror entre los clientes y trabajadores del recinto. Llevándolos inclusive hasta la muerte. 

OLVIDADOS EN EL GERIÁTRICODonde viven las historias. Descúbrelo ahora