LA VIDA Y SUS COSAS

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Wolfgang se adaptó muy rápido a su nuevo hogar. Me fui ganando poco a poco su confianza. Era un hombre muy reservado. No era fácil sacarle palabra alguna. Sin embargo, me fui sumergiendo en sus recuerdos. Me mostraba las fotos familiares y de su difunta esposa. Comencé a indagar sobre su vida y le pregunté si ella fue su primer y gran amor. Hubo un momento de silencio, con un sutil suspiro de resignación. Luego expresó:

—Fue una gran mujer, la quise mucho. Buena madre, esposa y amiga".

Luego fui al grano, o eso intenté. Traté de ser más específica:

—¿Pero hubo alguien más antes de ella, señor Wolfgang?

Él me miró con una sonrisa particular, y me dijo que aquí en los Países Bajos, a sus 18 años, conoció a una chica con la sonrisa más dulce que había visto hasta el sol de hoy. Con una cabellera hermosa y unos ojos color miel. Indudablemente era la misma Felicia que yo también conocía. Solo con el gran detalle, de que ahora tenía 90 años, el cabello blanco, y su color de ojos se había desvanecido, debido a su problema de catarata.

—¿Piensa que aún sigue viva, señor Wolfgang...?

—No lo sé.

—Pero, ¿qué pasaría si llegara a verla después de tanto tiempo?

Su rostro cambió de inmediato. Giró su silla de ruedas y me dijo:

—Puedes retirarte. Necesito descansar. Buenas noches.

Salí lentamente de la alcoba, cerré su puerta, y me fui a mi casa, luego de una larga jornada laboral.

Transcurrieron casi tres semanas. Me mantenía siempre mirando por la ventana para ver si Felicia apareciera, y entraba por la puerta principal. De pronto, nuestro manager subió a nuestro piso y nos informó que la señora Bakker de la habitación 112 estaba en camino. Se había recuperado; pero debido a todo lo ocurrido con su salud, el progreso de su Alzheimer era mucho más evidente, Ya no podía reconocer a nadie.

Tiempo después, vi entrar a Felicia en compañía de su hija. La trasladaron directo a su respectiva recámara. Yo fui a abrazar a la mujer, y su reacción fue levantar la mirada. Esas miradas perdidas que ya conozco de inmediato sin ser médico.

Si me preguntas cuál sería la peor enfermedad que podría pasar el ser humano, sin duda, mi respuesta sería: un proceso de cáncer, y que te diagnostiquen Alzheimer. Ambas son terribles y crueles.

OLVIDADOS EN EL GERIÁTRICOWhere stories live. Discover now