LA RECOMPENSA

8 1 0
                                    

Transcurrieron tan solo 3 meses cuando Sabrina se aproximó con un listado y me dijo lo siguiente:

—Gisselle; una de las managers (para aquel entonces) quiere platicar contigo.

Presentía dentro de mí, que esa conversación cambiaría las cartas del juego. Me fui directo a su oficina, llamé a su puerta, y una voz en el interior me respondió: "adelante". Confieso hasta ahora, que mi primera impresión cuando la vi, fue de muy pocos amigos. Era una mujer morena, de ojos grandes, alta, cabello largo oscuro, y voz grave; hablaba por el teléfono, mientras me hacía señas con su mano para que me sentara al frente de su escritorio.

Al terminar de hablar, se veía un poco alterada; pero intentó disimularlo. Mostró una sonrisa forzada y decidió hablarme:

—Hola, Gisselle, mi nombre es Rut, y me encantaría que formaras parte de nuestro quipo. "He observado todos estos meses tu desempeño, amor y dedicación por las personas mayores".

Así, explicó todas las condiciones, y cuál sería mi trabajo específico. Mientras continuaba hablando, escuchaba el sonido de su voz de manera distorsionada. Yo no podía con tanta felicidad. Iba a gozar de un salario, por estar cerca de personas que a simple vista se veían amables. Mi emoción era tan grande, que le respondí con un SÍ rotundo. Casi gritando y con algunas lagrimitas que no podía esconder. Admito que no terminé de escuchar todas sus condiciones. Lo único que quería, era comenzar lo antes posible y conocer a todas mis compañeras de trabajo. 

OLVIDADOS EN EL GERIÁTRICODonde viven las historias. Descúbrelo ahora