Capítulo 43

12.3K 1.1K 614
                                    

Damon Lombardi

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Damon Lombardi

El dolor de cabeza me está matando. Es lo que me despierta otro día más, junto al dolor que siento en las costillas al respirar. Giro mi cabeza, encontrándome con la figura de alguien a mi lado, observándome. Mi vista no logra enfocarla bien, pero reconozco quien es por su altura y color de cabello.

—Despertó el bello durmiente —dice ella.

Suspiro.

—Cállate.

—Y de mal humor, como de costumbre —ríe Hannah—. Si preguntas por tu novia, está en el bar de enfrente, desayunando con Daia.

¿Por qué desayunan juntas? ¿Qué está tramando mi hermana menor con todo esto? No confío en ella, querrá decirle algo a Myleen con ese pretexto. Y a solas, sin Hannah. Todo es bastante extraño, pero me duele demasiado la cabeza para pensar más tiempo en ello.

—Que no es mi... —decido dejarlo pasar—. ¿Qué haces aquí?

—Quería ver cómo estaba mi cuñi —sonríe—. Veo que sigues hecho una mierda, ¿quieres que le llame al doctor para que te suministre alguna droga?

—Llama al doctor, pero que te la suministre a ti para que cierres la boca.

—Ya me la cierra tu hermana.

Nada que debatir.

—Te saqué una foto dormido, pareces un angelito —se burla, enseñándome la foto en su móvil—. Qué mono eres cuando no estás despierto.

Quiero arrancarle el móvil de las manos y borrar esa estúpida imagen, pero ella se me adelanta, escondiendo su teléfono en el bolsillo de su pantalón. Da un pequeño paseo en la habitación, observando la otra camilla vacía. Lo bueno de estar aquí es que no comparto el cuarto con alguien más. Aunque siempre tengo visitas de todo el jodido mundo.

—¿Sabes qué? Vamos a adoptar un perro —comenta, de pronto—. ¡Mira qué mono es! —me enseña otra foto.

Apenas veo la fotografía que me enseña.

—Precioso —contesto, irónico.

—¿A qué sí? Todavía no le tenemos nombre, iremos a recogerlo en unos días —me informa—. Ella me dijo que teníais un perro hace años, pero...

—Darek lo mató —termino su frase.

Yo lo observaba desde una esquina, sin decir nada, sin que él notara mi presencia. No me sorprendió que a sus diez años hubiese hecho algo así contra el pobre animalito que vivía con nosotros. Lo peor es que era un pastor alemán que pesaba cincuenta kilos. No sé cómo un crío de diez años lo había matado, llegué cuando el perro ya estaba muerto. Recuerdo que ese día Darek me miró, yo lo miré, pero ninguno de los dos dijimos nada. Nuestra madre también estaba ahí, sin asombrarse por lo que él había hecho. Supe desde ese momento que Darek se había convertido en su favorito por ser como ella.

La oscuridad de Damon [+21] ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora