Capítulo 9

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Myleen Collins

La prioridad de la policía no es buscar a mi hermano Dave. Es un delincuente más, acusado por robo sin violencia y tráfico de drogas. A pesar de eso, no es acusado de nada más. Tienen cosas más importantes que hacer que ir a buscarlo, no creen que él pueda dañar a nadie. Aunque ya vinieron a mi casa para preguntarme si sabía algo de él. Y la respuesta fue que no tenía ni la más remota idea de donde está mi hermano. Esa no es ninguna mentira, es la realidad. No tengo ni puta idea de donde lo tengan secuestrado. En conclusión, los policías se fueron de mi casa, dándose por vencido.

—¿Nada de tu hermano? —pregunta mi madre por teléfono.

—Nada —miento.

Ella suspira.

—¿Dónde se habrá metido ahora? ¿Estará bien?

Está secuestrado, así que bien, lo que se dice bien, no estará. Aunque está en coma, así que no se entera de nada. Puede que él, en sí, esté bien.

—Se sabe cuidar solo, mamá —le digo.

—Lo sé, pero es mi hijo y no sé nada de él. Entiende mi preocupación, My —vuelve a suspirar—. ¿Segura que no sabes nada? ¿Y sus amigos?

—No sabemos nada —repito—. Parece que Dave se esfumó, pero está bien, mamá. Es lo bastante mayor para cuidarse solo. La policía ya dejó de buscarlo, le da más prioridad al reciente asesinato del tal Anthony. —Hago que no lo conozco, porque mi madre no sabe que trabajé con él.

—Asesinatos siempre hay, hija. No entiendo cómo le dan tanta prioridad a ese.

—Los policías ya no son tan corruptos como antes. Ahora trabajan en serio, hasta creo que llamaron a la unidad de homicidios. Averiguaron que la bala vino de un edificio abandonado, al parecer fue un francotirador profesional. Es decir, contrataron a un asesino a sueldo para hacer ese trabajo.

Porque el asesino, es mi nuevo jefe. Cero pruebas y cero dudas.

—¿Por qué tan interesada en eso? —pregunta mi madre, desconfiada.

—Sabes que siempre me han llamado la atención los casos de asesinato, nada más, madre —me río, con nerviosismo—. Te dejo, tengo otra llamada, debe ser Abby.

—¿Quién es Abby?

Mierda.

—Una amiga, mamá —cuelgo, antes de seguir cagándola.

Suelto un largo suspiro, dejándome caer en mi sofá. Aparto todo mi cabello hacia atrás, subiendo los pies en la mesa del centro para acomodarme. Mientras mi mente piensa en qué hacer para comprobar que lo que pienso es cierto, mi cuerpo decide relajarse, fundiéndose en este sofá.

Es que estoy jodida. ¿Cómo compruebo que mi jefe es el asesino de mi anterior jefe si probablemente contrató a un asesino a sueldo para que hiciera el trabajo de cargarse a mi primer jefe? Ah, y... ¿Cómo compruebo que mi jefe es el que me manda esos mensajes anónimos y que tiene secuestrado a mi hermano? Son solo pensamientos, puede no ser real. Quizás esté juzgando a un ser inocente.

Bueno, inocente tampoco. Todavía tengo la marca del puñetazo que me dio el otro día por no obedecer sus estúpidas reglas. Y el que ayer Abby viera a dos personas salir de su despacho, me hace sospechar. ¿Y si uno de ellos era el asesino a sueldo que, como no le pagó, fue a amenazarlo?

Vale, vale. Todo parece encajar. Pero... ¿cómo hago para buscarlo? No, la pregunta es: ¿para qué voy a buscarlo? ¿Para que me mate a mí también? La idea me tienta, pero mentalmente me digo que no haga ninguna estupidez.

La oscuridad de Damon [+21] ✓Where stories live. Discover now