Capítulo 31

15.8K 1.1K 370
                                    

Myleen Collins

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Myleen Collins

Observo al cerrajero de mediana edad cambiando la cerradura de mi casa para no tener pequeños sustos como el de ayer. La luz del pasillo ilumina su calva, no puedo evitar fijarme en ese detalle sin importancia. ¿Hasta dónde se lavará la cara un calvo?

¿Acaso eso importa ahora cuando tengo problemas mucho más graves?

Nada más volver a la casa tuve que recoger todo el desorden que había dejado Denver a su paso la noche de ayer. Tiré todos los vidrios rotos que había en el suelo con cuidado de no cortarme. La mayoría de cosas estaban rotas, estropeadas, listas para ir a un cubo de basura. El muy cabrón me había jodido media casa. La pantalla de la televisión está rota, tendré que comprarme una nueva por culpa de ese capullo. Las paredes de mi cuarto tienen manchas rojizas al intentar borrar esa palabra que estaba repartida por toda mi habitación: «Mía.»

No disimulo mi cabreo por todo lo que he tenido que hacer la mañana de hoy a pesar de no haber descansado muy bien esta noche. Pasaron demasiadas cosas que mi mente no puede asimilar. Lo que ha pasado Damon de pequeño, esos cortes que siguen a día de hoy incrustados en sus brazos. Intentó matar a su propia madre, pero... ¿eso es una muestra de locura o de no poder más? ¿A qué punto le afectó tanto su infancia para volverse la persona que es ahora?

—Bueno, ya está todo —me despreocupa el cerrajero, tendiéndome un juego de llaves.

Asiento con la cabeza, pagándole su servicio de esta tarde. Él vuelve a marcharse, atendiendo más urgencias. Cierro la puerta con la nueva llave, guardándola en un lugar seguro para no perderla y que nadie pueda robármela de nuevo. Tal vez, si ayer hubiese venido un par de minutos antes, habría pillado a Denver y... no quiero pensar lo que habría sucedido.

Le conté a Abby todo lo que sucedió ayer, omitiendo algunos detalles que lo único que harían, es asustarla. No le conté que había tenido el valor de matar a alguien, acercándome sigilosamente hacia él, hundiendo la hoja de la navaja en su cuello y mirando como su cuerpo se desplomaba en el suelo. Cayó de rodillas, se llevó la mano a la herida y, antes de darse cuenta, ya estaba muerto. Tampoco pude contarle la sensación liberadora que sentí al hacer ese algo prohibido y que está mal para la sociedad. Fue un alivio para mí.

Le resumí lo que había pasado en mi casa y que tuve que pasar la noche con Damon, en una misma habitación, en una misma cama. Es mi mejor amiga, alguien a quien considero como mi hermana, pero no creo poder contarle todos mis secretos. La involucraría en cosas que, a ella, no le convienen. Ya está bastante metida en mi mundo sabiendo que a mi hermano lo secuestraron y tengo una extraña relación con Damon Lombardi. No necesita saber más cosas que podrían perjudicarla.

Atiendo la llamada que entra a mi móvil, descolgando sin mirar de quien se trata.

—Baja —ordena.

—Buenas tardes a ti también —le contesto.

Él cuelga antes de escucharme. Suelto un suspiro, guardando mi teléfono móvil y las llaves de mi casa en los bolsillos de mi pantalón antes de abandonar mi hogar. Bajo las escaleras vigilando bien mi alrededor, observando que no haya nadie escondido queriendo volver a atacar mi casa. Al no ver nada sospechoso, abandono el edificio con tranquilidad, subiéndome al coche de Damon.

La oscuridad de Damon [+21] ✓Where stories live. Discover now