Capítulo 15

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Myleen Collins

Todavía siento sus cálidas manos en mi cuerpo. También el filo de su navaja hundido en mi piel. En ese instante, no sentí dolor. Estaba distraída pensando que estaba sentada en su regazo, con sus manos en mi cintura y haciendo teorías sobre si iba a matarme o no.

No puedo olvidar su voz ronca, su mano en mi cuello, su boca a escasos centímetros de mi oreja. Sus labios a escasos milímetros de los míos. Llegué a estar sentada sobre él en dos ocasiones. También sus palabras, escasas, pero amenazantes y ardientes. Lo peor que me puede hacer si lo beso es... ¿follarme? ¿Premio o premio?

Al menos logré besar una parte de él, su cuello. Y el otro día, sus labios.

«No sé si estás más loca tú que él.»

Yo tampoco, no me reconozco. Admito que estoy un poco... hot. Pero se me pasará.

Echo agua oxigenada sobre la herida, sintiendo un repentido escozor. Ahora sí que duele, mierda. Veo como sale una espumita blanca, desinfectando la herida que él me ha provocado. Abro uno de los armarios, buscando la caja de tiritas que vi segundos antes. Mis manos mojadas abren ese paquete de cartón, extrayendo dos tiritas.

Con un par bastarán para cubrir la herida y que nadie pregunte lo que pasó. Limpio la sangre que hay en mi cuello con un poco de agua y la restante de mi vientre.

—My... ¡¿Qué te pasó?! —pregunta Sophie, alarmada.

Con su grito, llama la atención de Abby, quien aparece tras ella. Ambas me miran horrorizadas, como si me hubieran encontrado muerta en el baño. Tan solo es una pequeña herida, que no medirá más de cinco centímetros de largo. No es nada de otro mundo. Mi antiguo gato me provocaba cortes más grandes.

—¿Fue Denver? —es lo primero que se le ocurre a Abby.

—¿Cómo va a ser Denver? —cuestiono, poniendo las cosas en su sitio—. Tuve un pequeño percance con uno de los clientes, pero ya se fue. Está todo bien —elevo mis dos pulgares hacia arriba.

—¿Y quién era ese cliente? ¿Un asesino en serie o qué? —bromea Sophie, más calmada.

No contesto, prefiero no hacerlo.

—¡Fue Damon! —grita Abby, señalándome.

—¡Sh! —la mando callar.

—¿Damon? ¿Qué Damon? —cuestiona Sophie, confundida.

—Lombardi —le informa Abby.

—¿Y no te ha matado? Estás de suerte —observa, con una sonrisa.

—¡Pudo haberla matado! —dice Abby, histérica—. Vale, lo que tienes que hacer es... alejarte de él. ¿Te duele? ¿Te apuñaló? ¿Te estás desangrando?

—Me desangro más cuando tengo la regla —le informo, sincera.

—Voy a llamar a una ambulancia —dice Sophie, decidida.

—¡Silencio las dos y parad quietas! —ordeno—. Estoy perfectamente. Y lo de alejarme de Damon... eso ya me lo ha advertido él mismo, pero...

Pero todavía no sé cómo es. Todavía no lo siento entre mis piernas...

¡Es broma!

O no.

—¿Después de lo que te hizo vas a ir a buscarlo? —cuestiona, incrédula—. Primero, fue el cuello, ahora el vientre, después va a ser tu vida. ¿Por qué no actúas como la adulta que eres?

—Tuvimos esta conversación y ya sabes mi opinión al respecto. Además, ¡él vino a mí, no yo a él! —protesto.

—Porque no sabía que trabajabas aquí siquiera —dice Abby, rompiendo todas mis ilusiones—. Fue una coincidencia.

La oscuridad de Damon [+21] ✓Where stories live. Discover now