XLVI

8 5 3
                                    

Es un día soleado. Estoy en un parque que conozco muy bien, hay niños jugando en los castillos de madera, columpios y otras atracciones. Llevo una pelota en mis pequeños dedos y me dirijo a una pila de arena apartada, pero hay alguien ocupándola. Está de cuclillas de espaldas a mí con un resplandor blanco y difuso que no me permite saber de quién se trata.

—Oye ese lugar es mío —las palabras salen de mi boca.

No hay respuesta lo que me obliga a acercarme.

—¿Estás sordo o eres mudo? —balbuceo cuando está frente de mi. Respira de forma rara.

—Oye ¿estás bien? —pregunto al rodearle. Sus manos cubren sus ojos que se limpia con fuerza. Su cara está llena de lágrimas y mocos.

—Puedes quedarte aquí si quieres, yo me iré —digo para intentar calmarle, pero eso le hace llorar más.

—Oye, no llores más —le pido al ponerme de rodillas sobre la arena frente suyo.

Me siento tan nervioso que comienzo a rascar la pelota.

—Mira, puedes jugar con mi pelota —le digo al poner la pelota prácticamente en su rostro, lo que funciona porque deja de llorar y poco a poco se quita las manos del rostro.

Hago un esfuerzo enorme para tratar de reconocer algo con tanto brillo.

—¡Ahí estás! —una voz de chica demasiado familiar detrás de mí me hace girarme— ya le di una golpiza a esos cretinos, no volverán a molestarte.

Es más alta que yo, pero más delgada. Lleva un vestido blanco de volantes con lunas amarillas pequeñas bordadas por toda la tela. Sus ojos color hazel me observan fijamente.

—¿Y tú quién eres? —pregunta moviendo su cabello rubio con flequillo.

—Yo pues... —intento decir nervioso.

—Es mi amigo —dice alguien detrás de mí que me deja confundido. Ni siquiera sé cómo se llama.

—¿Ahh sí? —pregunta ella con una sonrisa antes de sentarse en la arena junto a nosotros. Me quedo hipnotizado por lo linda que es— ¿Él te dio esa pelota?

No me giro, pero la expresión de alivio de la chica me confirma que la silueta le ha dado una respuesta afirmativa.

—Gracias ehh...—intenta decir ella mirando hacia el cielo.

—Ned —digo.

—Eso —murmura con una sonrisa vergonzosa— Gracias, Ned.

Me inclino de hombros.

—Por cierto, mi nombre es Daisy —anuncia emocionada.

Despierto sudoroso. Mi respiración es tan agitada que tengo que sentarme sobre la cama. Mi cabeza intenta mantener su imagen en mi mente. Es ella.

Tengo que levantarme, necesito aire por lo que voy hacia la ventana para respirar. Es tan abrumador que estoy sudando. ¿Ese era un recuerdo? o ¿un sueño? El sol no se ve así, los árboles tampoco, y ¿qué clase de lugar es ese? Los niños no van a parques, porque las instalaciones no tienen parques para niños. No tiene sentido, pero ese rostro era real. Es ella, estoy completamente seguro. La imagen se vuelve cada vez más nítida en mi mente haciendo que un fuerte dolor me haga estremecer mientras veo a Daisy crecer delante de mis ojos hasta la adultez.

"Ned" su voz madura se escucha en mi cabeza otra vez. Todos los recuerdos difusos y de sombras los reemplazo por quien ahora sé que es ella. La silueta negra de mis recuerdos comienza a desaparecer y ahí está ella en su lugar. Me desplomo sobre el suelo por lo abrumador que es. Cierro los ojos para poder concentrarme en respirar.

—¿Te encuentras bien Ned? —pregunta la chica por el parlante.

—Sí —dejo salir aliviado a pesar de que mi condición no ha mejorado, pero tener un poco de orden en mi cabeza es liberador— solo dame un par de minutos.

—Muy bien, estaré por aquí si me necesitas —agrega la chica.

Me toma mucho más tiempo recuperarme, pero cuando me quiero dar cuenta ya estoy en la sala de entrenamiento. Kit no ha llegado, por lo que, debí haberme adelantado hoy. Él suele llegar temprano, por lo que, tampoco debe tardar en llegar.

Estar de vuelta a este lugar se siente reconfortante luego de toda la osadía que viví en los últimos días, así que me subo a la máquina y comienzo a correr. Por el cristal veo que van llegando más reclutas que ocupan sus respectivas habitaciones, sin embargo Kit sigue sin aparecer, aunque aún es temprano. No estoy seguro si sería apropiado hablarle de Daisy, considerando que el Nu se llama igual y además, de que él no la conoce. No tengo a nadie más para hablar sobre ella, ahora que he podido recordarla. Una conversación con Eris y los demás acerca de Daisy sería incómodo, considerando además que ha muerto. Es verdad, por más que recuerde todos nuestros momentos juntos, no la traerán de regreso.

Corro mucho más rápido para intentar suprimir mis pensamientos y hundir mis emociones contradictorias.

No es justo. Es demasiado tarde para poder sentir dolor por Daisy, pero no puedo evitarlo. Es tan injusto que quiero dejar que la presión en mi pecho se libere. No puedo evitar sentirme como un papel roto tirado por ahí que se esfuerza en no caer. La idea de mi mismo como alguien frágil es irónica, ni siquiera Kit, pensaría eso de mi, pero muchas veces somos mucho más de lo que las personas creen que somos.

—Ahí estás —saluda Eris al entrar a la habitación. Dejo de correr en la máquina y doy un salto al suelo.

—¿Qué hacen tan temprano aquí? —pregunto recuperando un poco el aliento, mas por mis emociones revueltas que por el agotamiento físico.

—¿De qué hablas? Ya ha terminado la jornada —responde Eris al dejarse caer sobre la silla. Me quedo en blanco. ¿Ya ha pasado tanto tiempo? pero si no hace mucho que llegue.

—Todavía pierdes la noción del tiempo ¿no es así? —inquiere antes de reírse.

Me inclino de hombros y tomo un poco de aire.

—Eso no responde mi pregunta —presiono evitando el tema que ha planteado. Es cierto que el tiempo se me escapa de las manos, pero no lo puedo evitar de ninguna manera.

—Que amargado, no dormiste bien ¿no es así? —deja salir Eris con un suspiro.

Me molesta mucho que me conozca tan bien. Me pregunto si Daisy también me conocía de la misma forma que ella.

La ignoro y voy por el agua.

—Espera, ¿Dónde está él? —pregunta mirando alrededor. Es cierto. Hoy no ha venido. Me había preguntado a lo largo del día por él, pero pensé que llegaría al no fijarme en el tiempo que había pasado.

—No lo sé —respondo intentando sonar indiferente.

—No parece el tipo de chico que evita sus responsabilidades —deja salir y yo asiento— bien, deberías ir a verlo a su habitación.

Entrecierro mis cejas. No puedo hacer eso.

—Es tu compañero Ned, haz algo por él al menos, no todo es sobre ti y tampoco siempre se puede ser tu niñera —suelta levantándose y caminando hacia la salida— sino vas a verle, yo misma acabaré con tu sufrimiento y te matare.

Su mirada asesina sumado a su habilidad me hacen temblar las piernas. Por lo que, cuando se aleja, me desplomo sobre el suelo para dejar salir aire. Yo solo quería tiempo a solas para procesar lo de Daisy, y ahora obtengo esto. Además que vino hacer ella aquí ¿Solo a verme y soltar un sermón?

FORSAKENWhere stories live. Discover now