V

37 16 12
                                    

He descubierto que puedo detener mis pensamientos si me esfuerzo lo suficiente, lo que parece irónico debido a que al comienzo me sentía abrumado por los fragmentos de mi memoria, los aspectos de mi pasado que las personas recordaban o incluso la pérdida de control de mi cuerpo de la que prefiero ni siquiera cuestionarme. 

Otra cosa de la que nunca me cuestiono es el nombre de mi compañero, he llegado a pensar que puede llamarse Kayle o algo así. Una vez intente llamarlo por ese nombre, pero al no girarse confirme que no lo era. 

A diferencia del primer día hemos cruzado palabra, bueno, el saludo cuenta cómo ello, y es de hecho, más que suficiente. De cualquier manera, ¿Qué pueden hablar dos personas que no recuerdan nada? 

En estos días también he descubierto que lo que decían de mi resistencia era cierto, he corrido por períodos mucho más largos sin detenerme. Lo que ha provocado que se vuelva mi pasatiempo favorito cuando el coronel no está mirando para obligarme a cambiar de máquina o de zona. De hecho esta zona solo la hemos usado nosotros y si no fuera por el coronel, nadie más vendría. 

—¿Por qué nadie viene? —dejo salir e incluso él se sorprende, porque se gira hacia mí como si nunca hubiéramos tenido una conversación antes, aunque la verdad es que debe estar dudando de que debería responder. 

—Ehmm… —es lo único que dice mientras sigue intentando hallar una respuesta. 

Estoy a punto de retomar el entrenamiento y no volver a hacer ningún tipo de comunicación entre nosotros, pero me mira a los ojos. 

—Por ti —deja salir con miedo. 

Parpadeo. Siento que cada persona que hablo o conozco está jugando conmigo de alguna forma. ¿Por qué todo tiene que ser tan confuso? ¿Por qué tengo que estar preguntando cosas o intentando resolver misterios? 

—¿Antes de que yo llegará este lugar solía estar frecuentado? —pregunto. Sé que debería presionar acerca del motivo por el que yo me veo involucrado en que este lugar esté vacío, pero no quiero parecer alterado por esa información. 

—No —responde bajando la mirada. 

¿Por qué cambió de expresión? ¿De verdad está jugando conmigo? Detengo la máquina lo que hace que él se ponga nervioso, aunque no estoy molesto, ni siquiera debo parecer molesto. Mi expresión seria no es intimidante, en comparación con la suya que sería imposible con esa cara que tiene. 

—Entonces, ¿cómo me relaciono con ello? —inquiero mientras me acerco a él. A esta distancia podré identificar mejor sus expresiones y además de que casi no lo escucho. 

Él duda ante mi mirada. 

—Este ha sido siempre tu lugar —deja salir. 

Esa información ni siquiera me sorprende ya que me suponía que debía permanecer más tiempo aquí que en las otras zonas de entretenimiento, solo no esperaba que fuera tan drástico. 

—¿Y? —presiono y él abre la boca para tomar aire. 

—Nadie se atreve a ocupar el lugar del ángel de la destrucción —responde con rapidez. 

No sé si sentirme halagado por ese comentario o sentirme como si fuera un bicho extremadamente raro. Definitivamente la gente aquí es rara a un nivel altísimo y tú cara de niño, no te salvas. 

—No vuelvas a llamarme así —sentencio con un tono más rudo del que esperaba.

—Sí señor —responde como un soldado, lo que me hace reír para mis adentros. 

—Ned —Vuelvo a decir. 

—Sí Ned —repite un poco nervioso. 

Podría decirse que fue un gran avance ya que logre romper el hielo entre nosotros de alguna forma y para mí sorpresa empezamos a tener pequeñas conversaciones, no eran personales de ninguna forma y todos iban relacionadas con las máquinas, pero aún así sonrió una vez. A pesar de tener los dientes derechos cerca del colmillo izquierdo tiene un pequeño huevo casi imperceptible sino te fijas con detalle como el maniático que soy, he perdido la memoria, no puedo culparme de serlo. 

—¿De verdad no puedes recordar nada? —la pregunta se desliza por mis labios cuando nos disponemos a salir del lugar. Llevo cerca de una semana aquí, pero sigo sin saber su nombre. Desde luego lo he seguido intentando con Christopher, Joe, Allen, Will y Scott. Ninguno sin éxito por ahora, aunque también podría dar la casualidad de que no me ha escuchado llamarlo. Eso arruinaría toda mi investigación. 

—No, sólo puedo recordar mi nombre —responde entrecerrando los ojos. 

Veo como se abre la ventana para preguntarle por su nombre de forma indirecta, pero no se me ocurre ninguna manera. 

—Ahh… —inquiero como el completo idiota que debo ser. 

Él me pone una mirada entre estar molesto o decepcionado. 

—¿Que quieres decir con eso de "Ahh"? —deja salir con un tono de voz muy diferente. 

—Nada. Enserio —respondo de inmediato, pero su mirada sigue fija. 

Nos quedamos en silencio hasta que se va de la zona. Ni me esfuerzo en seguirlo, en vez de eso, regreso a la maquina. 

… 

—¿Sabes algo de mi compañero? —le pregunto a la mujer antes de ir a dormir. 

—Sí, tengo el gusto de conocer a la soberana de la aniquilación —responde animada por el parlante. 

—Eris no es mi actual compañera —agrego con énfasis en su nombre y no ese apodo. De hecho hablando de apodos me pregunto ¿por qué me han nombrado ángel? Y encima ¿a quién se le ocurrió que vendría bien juntarlo con destrucción? ¿Acaso los ángeles no son seres celestiales marcados por su pureza? 

Definitivamente entre menos me cuestione las cosas que suceden en este lugar es mucho mejor, aunque el tema más importante de hecho es de lo que nadie habla realmente. Se supone que somos soldados, debemos tener un propósito por el cual luchar y hasta el momento desconozco cuál es, y considerando mi situación sería sospechoso preguntar. 

—Ohh —deja salir asombrada— no había sido informada de ese hecho. 

—¿Entonces no sabes nada de él? —sigo presionando. 

—¿Quién es él? —responde con una pregunta. 

Esto es un callejón sin salida. Sin el nombre es prácticamente imposible. Podría decir que es el cara de niño, pero no es lo suficiente concreto podrían haber más. 

—Solo duermeme —dejo salir al tirarme a la cama. 

—Como guste, ángel de la destrucción —contesta con un tono tranquilo casi relajante y el efecto es tan rápido que no soy capaz de decirle que no vuelva a llamarme de esa forma. 

FORSAKENDonde viven las historias. Descúbrelo ahora