VII

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Sigo mirando la pared en busca de alguna imperfección, pero no encuentro ninguna, ni siquiera algún síntoma de deterioro.

Solo debo evitar pensar o recordar, es tan simple como eso. Por lo que, la mejor forma de conseguirlo es evitando el contacto con las personas que saben mucho más cosas de las que yo sé.

—Angel de la destrucción, este es el tercer llamado, por favor, debe dirigirse a la zona de entrenamiento —sugiere la chica por el altavoz.

Ni siquiera había notado que su tono de voz sonaba exactamente igual que en las otras ocasiones, como si fuera una grabación.

—Di que estoy enfermo o algo —dejo salir sin apartar la mirada de la pared. La salud mental es la salud del cuerpo ¿no?

No puedo mirar a mi compañero a la cara, no luego de esa revelación. No quiero hablar con nadie más, porque seguramente intentarán entablar un diálogo con una persona que no soy yo realmente. Me siento una versión muy diferente de mí mismo.

—No puedo decir eso —responde calmada.

—Entonces inventa una justificación válida para que no tenga que ir —sentencio con fuerza.

—No hay una justificación válida señor, es su deber ir por el bien de nuestra nación —agrega de forma pausada.

Cierro los ojos. Se supone que debo evitar pensar, pero si pienso en otras cosas sería de mucha ayuda.

—¿Nuestra nación? —inquiero.

—Por supuesto, el objetivo de la humanidad como especie es la propia supervivencia, es por eso, que usted como individuo es miembro de dicha comunidad al igual que su compañero y el resto de reclutas —justifica.

—Tengo entendido que mi compañero fue hallado en el bosque del pesar, por lo que, teóricamente no es un miembro legítimo de nuestra nación al no estar registrado en nuestro sistema —infiero.

Ella no responde, pero mi puerta suena obligándome a levantarme.

—Ned abre la puerta —es la voz de Eris.

—¿Qué sucede? —inquiero.

—Eso mismo quiero saber, ayer te fuiste sin decir nada —responde.

Me acerco a la puerta.

—No tenía nada más que decir —intento justificar. No es una mentira realmente, ni siquiera una excusa, es de alguna forma algo real. No tenía palabras para lo que me enteré.

—Escucha, sé que siempre ha sido difícil para ti, bueno, para lo que queda de la primera generación de este maldito lugar —dice de forma calmada, incluso se me hace extraño viniendo de la persona que está detrás de la puerta— pero no puedes hacer esto, tienes que volver.

—¿Quién te envió? —pregunto ignorando todo lo demás. Si pregunto por lo que es la primera generación, estoy seguro que voy a abrir un huevo del que me hoy a arrepentir y ahora mismo no puedo soportar más revelaciones. Necesito otra fuente de información en mi cabeza. No recuerdos confusos, no imágenes del pasado que no recuerdo y mucho menos pensamientos tormentosos.

—Nadie me envió, fui a ver a tu compañero antes de que llegaras —dice luego de una larga pausa— me quedé lo suficiente para saber que no habías llegado, así que, vine a buscarte.

No respondo, pensar en mi compañero me trae de vuelta lo que dijo ayer. No quiero verlo, incluso solo escuchar de él ya es una carga.

—No te molestes conmigo, necesitaba saberlo —agrega al ver que no hay una respuesta. Realmente no me afecta que lo vea o hable con él, de hecho si lo hace, hará que le tenga más miedo a ella que a mí, lo cual de alguna forma sería bueno.

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