XII

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Pará cuando quiero levantarme estoy solo en la habitación. La luz proveniente de las paredes y el techo es supremamente brillante. El charco de sangre que habían generados las quemaduras se ha secado y drenado parcialmente por los espacios entre las baldosas que hay en el suelo.

Por el reflejo del cristal me doy cuenta que mi cara sigue enrojecida aunque he dejado de sentir ardor.

Salgo de la habitación como si no hubiera pasado nada, incluso los músculos que hace un momento sentía atrofiados se han recuperado. Por suerte mi uniforme al parecer es capaz de eliminar los restos de sangre para evitar el mal olor. Me pregunto si el resto de uniformes pueden hacer eso mismo o solo el mío es capaz.

—Allá afuera hay criaturas mucho más letales e inteligentes que yo, sino eres capaz de reaccionar a mis movimientos no lo vas a conseguir —comenta Eris. Observo a Kit quien sostiene un escudo mientras intenta mantenerse en pie. Lleva heridas en el uniforme e incluso en su piel. Del otro lado Eris sostiene una daga que lanza al aire y atrapa con su mano por inercia.

—Una vez más —le pide Kit con falta de aliento.

Ella sonríe levemente con sus labios antes de moverse con rapidez. Recuerdo cuando la conocí, no sólo se movía muy rápido sino que podía implantarte ese terror a tu piel de estar ante un cazador y tú ser su presa. Lo que claramente está usando en Kit para la forma en la que reacciona cuando ella se mueve.

Kit retrocede cuando Eris hace un corte limpio a su brazo que comienza a sangrar.

Él se intenta cubrir con la mano que no sostiene el escudo. Parece que no está consiguiendo reaccionar a ella, pero realmente lo está consiguiendo, pero su cuerpo no se mueve lo suficiente rápido.

—Una vez más, por favor —le vuelve a pedir Kit decidido.

—Sí sigues intentándolo vas a colapsar —comenta Eris levantando la daga.

—Solo tengo que bloquearlo una vez ¿no es así? —inquiere Kit intentando recuperar el aliento.

Eris lo observa fijamente antes de suspirar.

—Muy bien —anuncia.

—No se ha dado por vencido a pesar de que Eris le ha puesto una prueba que ningún soldado en su posición podría cumplir, ni siquiera uno entrenado por ti —comenta Isis a mi lado lo que me sorprende. ¿Cuánto tiempo lleva ahí?

Luce completamente serena a diferencia de las últimas veces que la he visto. Incluso su voz no suena al de una chiquilla.

—Él simple hecho que le haya dado un escudo es un arma de doble filo, desde luego lo protege, pero no de alguien como ella —continúa Isis— tienes un compañero muy interesante.

Vuelvo a ver Kit quién nuevamente cae ante el ataque de Eris, aunque esta vez solo ha rasgado su traje sin causar ninguna herida.

—Por cierto Ned, he traído tu arma —menciona Isis con una sonrisa— Eris me había pedido que esperara en la armería a que estuviera lista mientras venía ayudar a tu compañero, parece que le agrada. Ya conoces a Eris, no es alguien que se preste voluntariamente para esto, aunque tiene un fuerte sentido del deber.

La forma en la que habla hace que la idea que tenía de niña chillona desaparezca de golpe.

Ella al notar mi mirada fija se altera un poco antes sonrojarse y girarse de golpe para darme la espalda. Bueno, creo que me precipité un poco con mi cambio de opinión.

—¡Aquí está! — anuncia nerviosa. Levantando una bolsa negra bastante grande.

Por el rabillo del ojo veo como Kit esquiva a Eris en su totalidad. Lo que ocasiona una sonrisa en ambos. Ella abre la bolsa para sacar un guadaña de un metal pulido pintada de un color negro sangriento. Cuando la sostengo un brillo sale desde dentro de ella.

FORSAKENWhere stories live. Discover now