XXXIII

11 4 0
                                    

Los recuerdos son como pesadillas de otra vida que alguna vez me perteneció. Llena de matices, de cosas sin sentido o incluso de emociones tan intensas que me afectan como las volviera a vivir. Recuperar mi memoria es como completar un rompecabezas lleno de pequeñas piezas compuestas de malos sueños de los que quieres despertar, pero sin ellas, estas incompleto y vacío. No es la primera vez que lo hacen, por eso, me hace preguntarme cómo pude lidiar con ella en el pasado. ¿También mantuve el secreto? Plantearme otro escenarios no sirve de nada, y de hecho no me ayuda en esta situación, aunque pensándolo bien, no he parado de reír.

—¿Viste su cara? —pregunta Kit riendo.

Estamos otra vez sentados sobre las raíces.

Asiento, aunque bastante tenso en ese momento, la verdad es que la cara de Miri cuando fue atacada por Astra fue divertida. Ella era la única de los tres que no llevaba casco cuando apareció, por lo que se pudo ver su rostro en todo momento.

—Ella estaba tan indignada que no vio a la soberana... —se interrumpe— a Eris.

—Por cierto, hiciste un gran trabajo hoy —le digo y él se avergüenza.

—Deje que me atrapara —murmura con los hombros agachados.

—Él era un primera generación —intento animarlo.

Él no levanta la mirada. La tensión entre nosotros no ha cambiado mucho, aunque yo he dejado de estar a la defensiva y él ha dejado de disculparse, lo cual es un avance real.

—¿Cómo está Daisy? —inquiero para que olvide esa batalla. La pregunta lo saca de sus pensamientos y se gira hacia mí emocionado.

—La he dejado con Isis, sigue dentro del escudo —comenta. Eris ya me había dicho algo parecido hace un par de horas— no creo que le dé muchos problemas.

Cómo ha musitado eso como un niño regañado me ha sacado una risa. Hoy he reído mucho más de lo que he hecho desde que desperté.

—Cuando regresemos, seré más responsable y estaré más pendiente de ella —anuncia con una expresión seria.

Asiento la cabeza hacia a él antes de recostar mi espalda sobre el tallo enorme del árbol.

Kit sigue con la espalda recta, por lo que lo observo un par de segundos antes de mirar al cielo al igual que él. El silencio vuelve a dominar el ambiente, lo cual es reconfortante. Es algo que desde que nos conocimos ha estado presente, por lo que, ambos estamos acostumbrados. De hecho, él se siente cómodo al respecto también.

Me pregunto que hubiera pasado si Kit hubiera tenido otra reacción cuando le conté sobre lo ocurrido. Sé que debería sacármelo de la cabeza, pero simplemente no puedo hacerlo. La expresión de Kit cambia a puna melancólica.

—¿No has pensado que vives tu vida siguiendo lo que los demás dicen de cómo vivirla? —pregunta Kit en voz baja.

—Sí —respondo también en voz baja.

A los pocos días de haber despertado he sentido que solo hago lo que los demás dicen que hagan, ni siquiera protesto. De hecho, obedezco sin ningún problema. Tampoco tengo muchas opciones. Ahora mismo en medio del bosque del pesar, da la sensación de que soy libre de hacer lo que quiera, algo que dentro del cuartel era imposible de sentir, aún así, no es como si tuviera la libertad suficiente, o mejor dicho no sirve de nada esa libertad.

¿A dónde iré? ¿Qué haré? ¿Cómo sobreviviré?

Simplemente es una sensación de libertad falsa, no hay ningún tipo de libertad si eres dependiente aunque sea de forma indirecta.

—¿No te gustaría dejar de serlo? —me pregunta. Por un momento siento que me está leyendo la mente, aunque de ser así, sabría muchas cosas.

—Sí —digo como una máquina por la idea de que lea mis pensamientos.

—Perdón solo digo tonterías, muchas veces esas ideas me ayudan a afrontar mejor los recuerdos que hacen añicos mi mente —murmura dándome una mirada un poco triste.

"Tengo miedo Ned" esa voz de nuevo.

Ahora no, ahora no.

"Me haces feliz Ned" una vez más.

Detente por favor.

"Te odio Ned" de nuevo la misma voz.

¡ALTO!

—¿Ned? —me llama Kit. Parpadeo su expresión ha cambiado por una más de preocupación.

—Solo estoy cansado —miento.

—¿Quieres volver? —pregunta.

—Sí —respondo dejando salir un poco de aire.

—¿Quieres que te lleve? —inquiere emocionado.

—Ni en sueños —respondo al levantarme.

—¿Hay algo malo en la forma en que lleve? —sigue presionando.

—De hecho sí, es molesta —digo de la nada. Lo que hace que haga una expresión de asombro que me hace reír.

—Que crueldad —dice luego de escuchar mi risa, de hecho había empezado a disculparse. Que molesto. Es irremediable, él es totalmente incorregible.

—¿Te apetece una carrera de regreso? —me sorprende a mí mismo preguntándolo. De hecho, él también se sorprende.

—¿Qué pasará si ganó? —pregunta. No había pensado en eso. Bueno, realmente no había pensado en una carrera. Simplemente lo dije.

—Te dejaré llevarme de nuevo —digo a falta de ideas— y sí yo gano llevaras mi equipaje lo que queda de trayecto.

—No es justo, lo mío parece un castigo —se queja.

—Yo no fui quien hizo las reglas —me defiendo.

Él protesta al respecto mientras nos preparamos para empezar a correr

—¿Listo? —pregunta.

—Sí —respondo antes de empezar a correr. No es una carrera del todo limpia puesto que hay muchos obstáculos en el camino y el terreno es demasiado irregular, aún así él lleva la ventaja en todo momento. Es mucho más grande que yo. ¿Cómo puede ser así de rápido?

Las consecuencias de ir muy rápido y que yo tengo bastante aguante como para correr sin parar comienzan a hacer notorias y estoy a punto de alcanzarlo, pero el muy asqueroso salta hacia la luz en el último segundo llegando primero al árbol del comienzo.

—¡Gané! —dice levantándose del suelo con las manos hacia arriba. Está totalmente cansado, de hecho está tan rojo y sin aliento que respira agitadamente que no puede reír con naturalidad.

Si el árbol del comienzo estuviera solo un poco más lejos hubiera ganado. Que molestia. Ahora podrá cargarme de nuevo. Me encojo de hombros.

—Bien hecho —digo poniendo una mano sobre su hombro.

—Veo que se están divirtiendo mucho —murmura Eris desde una rama de un árbol.

....................

En el último suspiro horas más tardes que ambos grupos dejaran la zona.

Una silueta enorme se acerca al auto.

—Ese olor, no cabe duda —murmura antes de saltar hacia lo que queda de un rastro de sangre.

—Así que ahí te escondías, hermanito —dice la voz femenina antes de reírse con fuerza.

....................

FORSAKENWhere stories live. Discover now