XI

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Mi cabeza no puede dejar de pensar en Daisy, su nombre se queda pegado y resuena una y otra vez, como un disco viejo. Incluso cuando despierto mi mente intenta relacionarla de alguna forma, pero no puedo. Todo es más confuso ahora, aunque algunas piezas empiezan a encajar, ahora tengo una idea más clara de lo último que debería recordar. A pesar de que no me puedo sacar a Daisy de la cabeza, cuando intento pensar en la princesa algo se revuelve en mi interior.

—¡Ned! —exclama Kit con fuerza haciendo que vuelva a la realidad, pero no soy capaz de controlar la velocidad a la que iba haciendo que tropiece y golpe contra la pared detrás de la máquina.

—Oh no, perdón, dime que estás bien —comienza a decir Kit cuando se acerca a mi. Me duele todo mi cuerpo mientras intento levantarme. Sus manos están abiertas hacia mí sin saber que hacer y su expresión de terror mezclada con nervios. Me hace negar con la cabeza— lo siento tanto ¿te lastimaste algo? ¿Qué puedo hacer?

—Estoy bien —contesto de forma tan abrupta que lo hace callar.

—¿Seguro? —inquiere manteniendo esa mirada tonta.

—Sí —digo al terminar de incorporarme. Su mirada se mantiene tan fija que puedo lograr identificar como el color café de sus ojos se vuelve verdoso cerca del centro hasta acabar en gris en los extremos.

Él deja salir aire.

—Que alivio —deja salir.

—No es para tanto —comentó al limpiarme un poco el uniforme.

—Mira detrás de ti —dice señalando con su mano.

Me giro para ver la pared agrietada.

—¿Está todo bien? —es la voz del general.

Dejo de mirar el daño que causé en la pared mientras intento acercarme a él para que no pueda verla.

—Sí —contesto de inmediato.

Él se ríe levemente al acortar la distancia entre nosotros.

—Veo que el soldado Kit está en una pieza todavía, así que asumiré que no ha pasado nada —comenta al rodearme con su hombro.

—¿Has visto a Eris? —pregunto.

Él hace una leve expresión de intriga antes de responder.

—Vi a la soberana de la aniquilación en la armería esta mañana, dijo que vendría en la tarde —comenta con voz lenta antes de dirigir su mirada hacia donde estaba hace un momento— oh espera, ¿eso lo has hecho tú?

Muevo mi cabeza hacia otro lado, pero él ya ha comenzado a reírse mientras le da palmadas a mi pecho.

¿De dónde puede sacar tanta emoción y energía?

Aunque prefiero que esté feliz de haber destrozado la pared a que estuviera molesto, por lo que es un alivio.

—No señor, fue mi culpa, Ne... el ángel de la destrucción estaba entrenando e hice que golpeara contra el muro —dice Kit con rapidez.

Ese idiota. El general lo mira antes de mirarme a mí.

—No tienes que protegerlo soldado, él suele hacer ese tipo de cosas —comenta como si fuera una normalidad antes de girar su cabeza hacia mí. Le doy una mirada fría a Kit para que mantenga la boca cerrada.

—¿Qué sucede? ¿Por qué no usaste la cámara del lamento? —inquiere de repente— si lo que quieres es probar tu resistencia, solo tienes que usarla, ya habíamos quedado que dejarías de destruir la habitación en pro de entrenar.

FORSAKENHikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin