Capítulo 11

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NICOLA: 

Dos semanas después.

—Han detenido un nuevo cargamento, señor— informa uno de los guardias en cuanto entro en casa.

—¿De nuevo?— gruño— Hazte cargo. No tengo ánimos de lidiar con esto hoy  pero quiero que ese cargamento se entregue hoy, ¿entendido?

Da un firme asentimiento y desaparece rápidamente.

—¿Estresado?— murmura Sky bajando las escaleras.

—Solo hemos estado teniendo más problemas de lo normal.

—¿Niklas?

—Sí.

Asiente para luego acercarse y darme un abrazo, me quedo aturdido por un momento pero luego se lo devuelvo. Aspiro el aroma de su pelo y me permito disfrutar del momento. Pero algo siempre tiene que arruinar las cosas, en este caso mi teléfono. Me separo a regañadientes de ella y lo saco de mi bolsillo para tensarme enseguida cuando veo de quien se trata.

—¿Quién es?— dice intentando ver, pero corto rápidamente la llamada y guardo nuevamente el teléfono.

—Solo uno de los chicos— suspiro con pesadez— No quiero encargarme de esto hoy.

—Ven a desayunar conmigo— tira de mi mano para guiarme a la cocina.

—Tú adelántate, voy a ponerme algo más cómodo.

Asiente y yo subo las escaleras camino a mi habitación, cuando ya estoy ahí miro a ambos lados para asegurar que no haya nadie y cuando veo que es seguro saco el teléfono para devolver la llamada.

—¿Qué pasó?

—Hay hombres rondando la propiedad, ¿son tuyos?

—Si— digo más relajado— Olvidé mencionarlo, lo siento. Solo son para mayor seguridad.

—Oh, está bien.

—Te llamo en el horario acordado, sabes que no es seguro hablar mucho tiempo.

—Lo sé— suspira— Cuídate, Nico.

Sin más corta la llamada, me doy la vuelta y encuentro a Sky apoyada en el marco de la puerta.

—¿Qué haces ahí?— pregunto con un tono más duro del que pretendo.

—Eh, solo venía a ver por qué tardabas tanto— frunce el ceño— ¿Interrumpo algo importante?

—No, perdón es solo que...

—Estás cansado y estresado— me interrumpe— Te entiendo, pero si sigues tan gruñón te van a salir canas.

Ruedo los ojos con una sonrisa divertida, siempre sabe como alegrarme un poco y no sabe cuán agradecido estoy de ello. Bajamos hacia la cocina en donde ya tiene todo preparado y empezamos a desayunar.

—¿Cuándo será seguro volver a NY?— pregunta de repente.

—¿Te quieres ir?— digo dejando la taza en la mesa, mirándola fijamente.

—No es que no esté cómoda o algo así, pero necesito volver a mi hogar.

—Estás más segura aquí, duende— acaricio con suavidad su mejilla— Si tan solo te pasara algo yo...

—Señor— un Mark bastante pálido interrumpe y con una mala mirada le hago una seña para que continúe— Hubo un accidente.

—¿Qué pasó ahora?

—Kayra— dice e inmediatamente toda indiferencia desaparece— Un auto la chocó camino al hospital, iba con su bebé.

—No...

Atrévete a QuerermeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora