Sin embargo, la vista que tenía de Samael le pareció tortuosa; sus labios estaban bastante cerca, y el olor de su colonia lo tenía más embriagado que el alcohol.

Decidió entonces que un pequeño beso no iba a hacerle tanto daño, y confiaba en que Samael no se lo negaría, pero cuando se impulsó para romper la distancia entre sus bocas, el Diablo echó la cabeza hacia atrás.

— ¿Qué haces? — Le cuestionó, riendo.

—Voy a besarte.

— ¿Por qué?

—Porque quiero.

Su honestidad hizo que la sonrisa de Samael, solo se hiciera más grande. Él también quería besarlo, pero no se lo iba a dejar tan fácil.

—Eso fue decepcionante — hizo saber, poniendo una mano sobre su mejilla —. Puedes darme una respuesta mejor, Lu.

El contacto quemó en la piel de Lucas, pero ni siquiera lo peligrosamente cerca que estaba de caer en esa despreocupada sonrisa malvada, lo hizo arrepentirse de nada; Samael era como la tentación, y vaya que lo estaba tentando. No tenía que decir nada, no había necesidad de que lo tocara en lugares prohibidos ante las narices de todos, solo bastaba con el contacto más simple, y ese tono de voz que era único en Samael; atrayente, peligroso, hipnótico... Y Lucas se sentía capaz de hacer cualquier cosa que le pidiera.

—Porque... — comenzó a decir, con el mismo tono bajo —, cuando bebo me dan ganas de besar...

El Diablo arqueó una ceja. Le sorprendió darse cuenta de que le fastidiaba la idea de Lucas besándose con cualquier otra persona.

—Si digo que no, ¿besarás a alguien más? — El tono de posesividad con el que lo preguntó, hizo que Lucas se estremeciera.

—Solo quiero besarte a ti, carajo — se impulsó nuevamente, tomándolo del cuello para evitar que se apartara —. Bésame y cállate.

Era imposible que Samael le diera tantas libertades a un mortal. No le gustaba sentir que se daban más méritos de los que estaba dispuesto a soportar, pero viniendo de Lucas... No le molestaba. De hecho, disfrutaba ser testigo de una determinación que veía en muy pocos.

Quizás por eso se aburría de la mayoría de los mortales: eran tan fáciles de seducir que pronto se tornaban aburridos, y sin embargo, con Lucas nunca sabía qué esperar. Siempre había algo que terminaba sorprendiéndolo, no de una manera petulante, sino más bien... De una manera que le fascinaba.

Cuando sintió los suaves labios de Lucas contra los suyos, comprobó que le gustaba probarlos. Tenían un sabor dulce, y ligeramente amargo por la cerveza, pero sabían a Lucas, y aparte del Hidromiel, hacia tanto tiempo que no probaba nada que le gustara tanto.

Sin embargo, el placer le duró muy poco, pues a los segundos, Lucas se apartó, con los labios estirados en una sonrisa satisfecha.

— ¿Eso es todo?

Como respuesta, Lucas asintió.

—Eso no fue un beso — le colocó el pulgar en el labio inferior. Tiró suavemente de él, y ordenó —: Abre la boca, Lucas.

El mortal sacudió la cabeza, negando.

—No puedo permitirme ir más lejos — confesó.

— ¿Por qué no?

—Porque cuando nos besamos tanto se me pone dura.

Ahí estaba de nuevo, un nivel de sinceridad que aumentaba las ganas que tenía Samael de hacerlo suyo ahí mismo. Y tener que contenerse, nunca había sido un problema hasta ese momento, en el que lo único que hizo fue meter su pulgar en la boca de Lucas.

Hidromiel.  ✔Where stories live. Discover now