El Diablo no se podía permitir mostrar inseguridad ante nada. Necesitaba que Lucas confiara en él. Necesitaba que dejara de ser tan evasivo para que así dejara de complicarle tanto las cosas. Debía mostrar una mirada sincera para darle peso a cada palabra que saliera de su boca. Y aunque no le había mentido a Lucas en nada, tampoco estaba diciendo verdades completas.

— ¿Especial en qué sentido? — Preguntó el mortal. El calor subía por sus mejillas, pero quiso creer que solo se debía al alcohol.

—Todos.

—Platón decía... que puedes descubrir más sobre una persona en una hora de juego...

—Que en un año de conversación — Samael finalizó, y Lucas no pudo evitar sonreír en sorpresa —. ¿Quieres que juguemos, cachorrito? ¿No es eso lo que hacemos todo el tiempo?

—Y aun así, no he logrado descubrir todo de ti.

— ¿Eso es lo que quieres?

—No me vendría mal conocerte un poco más.

Samael negó con la cabeza, mientras sonreía. Quería darle la impresión de que lo estaba pensando, pero tenía la respuesta bastante clara desde hace mucho, y era sin duda un rotundo «No». Sin embargo, decirlo directamente se le antojaba bastante aburrido, y jugar con aquel mortal, era una de las actividades que más disfrutaba por encima de cualquier otra cosa.

—El placer supremo es obtener lo que se anhela — citó —. Dime qué anhelas, y te complaceré dándote todo lo que desees.

Lucas arrugó la nariz, sobrecogido por una oración que conocía bastante bien.

—Eso lo dijo Tales de Mileto — manifestó, cubriendo sus labios con el dedo índice para ocultar una risa —. ¿Estás citando filósofos para que tenga sexo contigo?

Las botellas de cerveza que había en la mesa y pertenecían a Lucas, ya estaban vacías, pero había una más que pidió antes de que Samael llegara y que el bartender colocó sin decir una palabra, pues el dueño del HADES estaba muy ocupado con el chico, y no le pareció apropiado molestar.

Lucas se apartó un poco de Samael para tomar la botella, pero éste sostuvo su muñeca antes de que lograra su cometido, y le dijo con un tono de voz tan ronco que la piel del mortal se erizó:

—Estoy diciendo que yo tampoco he descubierto todo de ti. Podríamos jugar durante horas, y aun así no me dirás nada que me de las respuestas que necesito — colocó una mano en la cintura del contrario, atrayéndolo a su cuerpo —. ¿Debes convertirte en lo que anhelo para que me des lo que quiero?

— ¿Qué puede necesitar un tipo que lo tiene todo de alguien como yo?

—Ah, chico lindo — rio —. No hables de ti como si no valieras nada.

Lucas frunció el ceño, irritado por su comentario.

—Y tú no asumas que no reconozco mi propia valía como ser humano solo porque hice una pregunta retórica — se puso de puntitas y tiró del cuello de la camisa de Samael, acercándolo tanto a su rostro que el Diablo detectó el olor de la cerveza —. Te odio, pero odio más que me subestimes de esa forma, Sami.

—De verdad sabes cómo volverme loco — gruñó —. Nunca diré absolutamente nada que logre complacerte.

—Puedes decir que soy el chico más lindo e inteligente que has visto en tu vida.

— ¿Es eso lo que quieres escuchar?

—No estoy seguro... — Se mordió el labio inferior.

Aunque no había bebido tanto, el alcohol consumido estaba teniendo cierto efecto en él, y es que cuando tomaba, era fácil que su libido despertara, pero ya no quería pasar por lo mismo de acostarse con Samael y luego mentir diciendo que no lo haría de nuevo. Necesitaba contener deseos que se le antojaban bastante primitivos en un momento como ese.

Hidromiel.  ✔Where stories live. Discover now