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Te acuestas en la cama, alcanzando otro paquete de pañuelos. No es un buen día, estabas atrapada en tu dormitorio con frío y fiebre por tu cuenta.
Era bastante solitario, nadie vino a ver cómo estabas durante todo el día, todo lo que tenías como compañía era la pila cada vez mayor de tareas sin terminar.
Realmente no ayudó, ya que eras un procrastinador y Snape estaba constantemente en tu caso de tarea.
Finalmente, reuniste el coraje para agarrar la tarea más cercana, un pergamino y escribir sobre una poción de mierda durante media hora.
Justo cuando sentiste que tus ojos se cerraban y perdías el conocimiento, podrías haber jurado que escuchaste la puerta del dormitorio abrirse con un crujido y algo trepándose torpemente a tu cama.
Sin embargo, estabas demasiado cansada para ver qué era esta cosa. Entonces, teniendo la comodidad de la cosa envuelta a tu alrededor, te quedaste dormida.
Cuando te despertaste, lo primero que querías hacer era mirar la cosa. Te moviste y miraste el rostro de tu amado novio Neville.
