«Congeláremos el infierno si eso es lo que quieres, lo quemaremos y encenizaremos si así lo deseas, pero no nos pidas que te excluyamos de el, porque ese es el lugar al que perteneces y pertenecerás siempre, Evania.»
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C A P Í T U L O "34"
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E V A N I A
—¿Vamos?—Udo extendió su mano hacia mí con una sonrisa.
Entrecerré los ojos y observé con detenimiento su gesto, definitivamente estaba loca por aceptar la invitación de ellos, hace menos de cinco horas que habían llegado a mi departamento con la intención de invitarme a estar en una de sus casas durante cuatro días, mi condición fue llevar también a Marc conmigo. Al principio se mostraron reacios pero luego se vieron obligados a aceptar.
—Si.—correspondí su gesto y agarré su mano.
Ambos salimos del departamento, Unai llevaba mis maletas y caminaba enfrente nuestro, a mi lado derecho se encontraba Gael quien no dudó un segundo en entrelazar mis dedos con los de él, quise ver nuestras manos entrelazadas pero preferí mirar hacia otro lado para no demostrarle que aquel simple gesto hizo que mi corazón revoloteara.
Al salir del edificio pude divisar al resto de los hermanos, Gadiel y Galip hablaban entre ellos mientras que Urko miraba con aburrimiento todo su alrededor, sus ojos recayeron en mi y no negaré el hecho de que era su mirada la que más me intimidaba.
—Por fin llegas mujer.—se quejó Gadiel.
Rodé los ojos con fastidio por su comentario.
Udo me dirigió hacia la parte trasera de la camioneta, quedé sentada en medio de Urko y de Gael, estaba un poco tensa sin embargo me relaje cuando los dedos de Gael comenzaron a acariciar mi mano. Galip no tardó un minuto y emprendió camino hacia el edificio de Marc que quedaba tan sólo unas cuantas y pocas cuadras lejos de mí edificio, al llegar pude ver a mi amigo con una maleta en el suelo frente suyo, sonrió al verme y yo también.
Gael apretó mi mano y aquello me hizo mirarlo, tanto él como Urko tenían las mandíbulas apretadas, mordí mi lengua para no decir nada y solo saludé a Marc con una sonrisa, se vio obligado a hacerse atrás en compañía de Udo y de Unai.
Volvimos a retomar camino y el auto nuevamente comenzó a andar, como si de un impulso se tratase apoyé mi cabeza en el hombro de Urko, me sorprendió no sentir su cuerpo tenso cuando hice eso, solo se acomodó mejor para que pudiera apoyarme contra él. Aquello se me hizo tierno, sonreí levemente y miré por la ventana.
El camino según cómo ellos me habían dicho antes sería un poco largo así que cerré los ojos y me dejé llevar por el cansancio.
