«Congeláremos el infierno si eso es lo que quieres, lo quemaremos y encenizaremos si así lo deseas, pero no nos pidas que te excluyamos de el, porque ese es el lugar al que perteneces y pertenecerás siempre, Evania.»
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C A P Í T U L O "28"
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U N A I
Observé en silencio la entrada de la universidad, no era una sorpresa para nadie que a cada nada estuviéramos llegando tarde, ni siquiera el celador de la entrada se sorprendía. Solo se limitaba a dejarnos entrar con una mueca de decepción cada vez que entrábamos lo que me divertía ligeramente.
—Hoy salimos antes.—fue el único aviso por parte de Galip antes de adentrarse a la universidad haciendo su ya típica entrada.
Hice una mueca de diversión al ver el fastidio en el rostro de Gael y de Urko, no importó más y comencé con mi caminata en dirección de mi edificio correspondiente. En el camino me encontré con un grupo de chicas así que sin problema alguno les guiñe el ojo ganándome un sonrojo por parte de ellas, reí por lo bajo ante eso e ingresé en mi edificio.
En el pasillo hice eso mismo, coqueteaba sin disimulo alguno porque sabía perfectamente que no había ningún problema con eso. Una chica que se encontraba casi al final del pasillo al ver cómo le guiñaba quizo ser más atrevida así que me respondió el acto guiñándome un ojo de vuelta, sonreí abiertamente y me acerqué a ella.
—Hola—apoyé mi mano en el casillero el cual se encontraba a un costado de ella, agaché una poco la cabeza para poder verla. Tenía un gran sonrojo tiñendo sus mejillas, aquello se me hizo un poco tierno, tan sólo un poco. La chica realmente era atractiva, era castaña y más baja que yo, tenía ojos grandes, nariz perfilada y labios carnosos; todo un encanto ella—, ¿Cómo te llamas?, no te había visto.
—S-Soy nueva...—murmuró mirando al suelo, era claro que se sentía intimidada por mi presencia.
Sonreí y lleve una de mis manos a su quijada y elevé su rostro logrando que sus ojos hicieran contacto visual conmigo. Me miraba con inquietud, así que acerqué más mi rostro al de ella, eso la intimidó aún más.
—¿Cual es tu nombre?—sonreí y acaricie su mentón.
Aquel solo gesto pareció calmarla, su cuerpo se relajó notablemente y me miró con un poco más de valentía, sonreí internamente por ella, la chica realmente era una dulzura y bastante tierna sin embargo sentía una incomodidad en el pecho, como si...
—Annie.—respondió mirándome— ¿Y el tuyo?
La miré con un poco de sorpresa, eran pocas las personas que desconocían mi nombre en todo el país, a cada nada salía mi rostro en revistas o en las televisoras y aquello de la fama al principio se me hizo incómodo y extraño pero luego con el pasar del tiempo comencé a acomodarme a esa vida.
—Unai.—sonreí y continué acariciando su mentón.
Me sorprendió el hecho de que fuera capaz de seguirse sonrojando, no quise decir nada más y solo observarla. Sin embargo mi mente me jugó una mala pasada proyectando en primera plana un rostro el cual me había aprendido de memoria desde el primer momento.
