Capítulo 2

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C A P Í T U L O"2"

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C A P Í T U L O
"2"

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E V A N I A

—No eres de acá, ¿No es así?—la castaña de ojos cafés que ahora sabia que se llamaba Haimi me preguntó.

Después de aquel extraño primer encuentro cruzamos más y más palabras hasta llegar al punto donde nos encontrábamos, estábamos sentadas en la sala de estar de mi nuevo departamento y charlábamos. Ahora mismo, Haimi había propuesto hacer diferentes preguntas para así conocernos, no tuve ningún problema en hacerlo, así que estuve de acuerdo en responder las preguntas que me hicieran.

—En realidad soy de Chicago.—le di otro pequeño sorbo al café humeante que tenía en mi mano derecha, lo había preparado para ellas y para mi, mientras nos hacíamos las preguntas.

—¿Y a qué viniste a Seattle?—la miré sin comprender porque su pregunta—, digo... todos sabemos que son los de Seattle que van a Chicago, no al revés. Es un poco extraño y te ves de nuestra edad así que supongo que sigues en la universidad, o quizás sea yo la que está asumiendo mal las cosas.

Sonreí medianamente y volví a darle otro sorbo al café, cálido que quemaba un poco mi garganta al hacer su recorrido pero delicioso como siempre. Amaba el café desde que recuerdo, siempre lo pedía para el desayuno, almuerzo y cena, sí, algo extraño pero era una bebida caliente que amaba.

—Quería darme un cambio en mi vida—miré al suelo, no mentía, era cierto, un cambio en mi vida era lo que necesitaba pero no era necesario ser específica para que comenzaran a sentirme lástima por mi, no lo necesitaba y no lo quería—, y vi a Seattle como una buena oportunidad para ello.

Haimi me miró con concentración, hice una posible deducción del porqué de su mirada, estaba analizándome, preguntándose en su cabeza del porqué yo estaba allí, así como ella había dicho, después de todo no era normal que alguien de una ciudad tan grande como Chicago viviera en una ciudad un poco más pequeña como Seattle, ambas buenas ciudades pero una más que otra.

—¿Cuántos años tienes?—volví a mirarla sin dejar de darle otro sorbo a mi café, reprimí la media sonrisa que quería darle. Se me hacía curiosa su forma de cuestionarme, como si con esas banales preguntas lograra deducir algo más de mi, era imposible si solo preguntaba por mi edad y color favorito—, nosotras tenemos veinte y diecinueve.

Miré con un poco de sorpresa a Kala, la castaña de ojos mieles que no había soltado la primera palabra a lo largo de toda la conversación. Desde que habían ingresado a mi departamento ella se había sumido en sus pensamientos, como si quisiera estar lejos de ahí, pero en el fondo solo asumía que era por su timidez y su baja confianza para hacer amigos, era fácil deducirlo por su forma de moverse y actuar en un ambiente que no fuera el suyo propio. Ahora me sorprendía también por su edad, aparentaba ser un poco mayor. Incluso un poco más que su amiga.

Secrets and LiesWhere stories live. Discover now