«Congeláremos el infierno si eso es lo que quieres, lo quemaremos y encenizaremos si así lo deseas, pero no nos pidas que te excluyamos de el, porque ese es el lugar al que perteneces y pertenecerás siempre, Evania.»
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C A P Í T U L O "14"
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PARTE II
E V A N I A
Escuché el timbre de mi departamento sonar, fruncí el ceño sin saber quién podría ser, eran casi las nueve de la noche y estaba próxima a salir en dirección del lugar al cual me habían citado por medio de aquel extraño mensaje.
Me acerqué a la puerta y giré el pomo, me lleve la sorpresa de encontrar a Marc con una mano en el aire a punto de tocar la puerta, me miró aliviado al darse cuenta de mi presencia pero luego sus ojos recayeron sobre las heridas que tenía en los brazos y manos, me maldije internamente al recordar que no me había puesto algo para que tapara mis heridas.
—¿Qué mierdas te ocurrió?—me miró alarmado, con una notable preocupación. Antes de dejarlo ingresar vi una sombra al final del pasillo pasar rápido hasta desvanecerse, sentí escalofríos pero tampoco le presté mucha atención, volví a girarme para observar a Marc, ya estaba dentro del departamento con los brazos cruzados mirándome y a la vez esperando una respuesta—, dime Evania, ¿Quien carajos te hizo esas heridas?.
Mis labios se convirtieron en una fina línea sin saber cómo contestarle sus dos preguntas, cerré la puerta del departamento no sin antes volver a mirar el final del pasillo sin encontrar alguna sombra.
—No hay de que preocuparse.—fue mi respuesta.
Negó frenéticamente antes de acercarse a mí y revisar con cuidado cada una de mis heridas, la preocupación en sus ojos era notable. Miraba con incredulidad cada una de las heridas que ahora estaban en mi piel, apreté la mandíbula cuando pasó uno de sus dedos sobre una de las heridas.
—Son recientes...—guardó silencio, arrugó su rostro para mirarme enojado—, cuéntamelo todo ahora, no pararé hasta que me digas la verdad, ¡Y claro qué hay algo de lo que debemos preocuparnos!, alguien te ha hecho mucho daño, ¡Tan solo mira las heridas que tienes!—exclamó.
Intenté alejarme de su toque pero no me lo permitió, en cambio a eso aferró más su mano alrededor de mi muñeca izquierda haciéndome imposible el alejarme de él, su ceño seguía fruncido y sus ojos miraban con atención las heridas que tenía alrededor de todo el brazo.
—Hace dos días me secuestraron unos hombres detrás de la universidad—comencé a explicarle, sus ojos miraron los míos con atención—. Me durmieron con un paño húmedo en la boca y la nariz, lo último que recuerdo fue ser subida a una camioneta, después de eso me desperté en una habitación abandonada con tres hombres enfrente mío, me golpearon según ellos por órdenes de su jefe, siguieron golpeándome y me prohibieron comer durante estos dos días, tan sólo esta mañana logré escapar golpeando a los tres hombres, robe un auto y ahora heme aquí.
