«Congeláremos el infierno si eso es lo que quieres, lo quemaremos y encenizaremos si así lo deseas, pero no nos pidas que te excluyamos de el, porque ese es el lugar al que perteneces y pertenecerás siempre, Evania.»
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C A P Í T U L O "11"
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E V A N I A
—¿Qué es este lugar?—mis ojos recorrían todo la instancia.
—Esta es solo una sede más de nuestro club.—explicó Unai, lo miré comprendiendo y continué con la tarea de repasar todo con la mirada.
Después de nuestro encuentro en el estacionamiento y que Gadiel me haya dicho tales palabras, se presentaron y de cierta manera me convencieron para ir con ellos solo por esta tarde, al igual que me habían casi que jurado que por ningún lugar me encontraría a Gael, después de todo ellos no sabían realmente lo que había pasado después de que yo saliera de la cafetería ese día por ende no tenían ni idea de lo que había ocurrido en ese callejón.
Se sentía extraño estar de esa manera con los hermanos, no pensé jamás visitar alguna sede de sus clubes, según tenía entendido los Turcotte eran personas que no dejaban entrar a casi nadie en sus vidas, y bueno, ahora yo estaba allí sintiéndome como una intrusa.
—Puedes beber y comer lo que desees.—ofreció Udo con una sonrisa desdeñosa, ignoré la clase de mirada que me estaba dando y solo continué con mi revisión visual del lugar, se notaba a kilómetros que el sitio contaba con muchos lujos, probablemente habían invertido un dineral en el lugar.
—¿Y qué es lo que comúnmente hacen aquí?—decidí preguntar para quitarme varias dudas que comenzaban a emerger en mi cabeza, Unai se acomodó en uno de los costosos sillones, Gadiel en cambio se quedó de pie con una copa de vino entre sus manos dando pequeños círculos meciendo él líquido, Udo solamente estaba sentado en uno de los sillones más grandes con ambos brazos apoyados en los porta brazos. De ese modo se veía bastante intimidante.
—Fiestas.—resumió Unai con una sonrisa juguetona.
Decidí también ignorar su mirada y solamente apoyé mi espalda contra la pared que tenía detrás mío y mis brazos cruzados enfrente de mi pecho.
—Ah.—no supe qué decir.
—¿Estás nerviosa, Evania?—mi mirada recayó en Gadiel, tenía su comisura curvada en forma de una sonrisa que seguramente solamente me traería problemas, tragué saliva y negué con la cabeza.
—No.—me esforcé en que mi voz se escuchara segura.
Unai me miró con una sonrisa divertida.
—Bien—concedió—, puedes quedarte aquí o explorar por la sede, nosotros debemos atender algunos asuntos importantes.—se colocó de pie, lo miré esperando a que continuara hablando pero no lo hizo, solamente salió de la instancia aún con la sonrisa en sus comisuras.
Mandé la cabeza hacia atrás pegándola a la pared, me sobresalte cuando sentí una respiración en mi cuello, traté de alejarme pero fue imposible, Gadiel me tenía bien sujeta contra su cuerpo.
