17: Problemas conyugales

13 3 0
                                    

Amaneció un soleado sábado en la ciudad de Los Héroes, y en el interior de la hermosa casa de la familia Martínez García, la señora Esmeralda, recostada en su lecho, oía entre sueños un alegre silbido que siguió sonando aun cuando sus sentidos volvieron a ella, haciendo que por fin despertara.

Cuando la mujer abrió los ojos, lo primero que vio fue a su marido, ya listo para ir a trabajar e irradiando alegría hasta por los poros.

-¿Ya te vas? ¿No quieres desayunar algo? -le preguntó ella.

-No, ya se me hizo tarde. Comeré algo en la tienda -aclaraba él, saliendo de la recámara.

Como la noche anterior había dormido hasta tarde, Esmeralda aún dormitó otro rato, hasta que sus hijas entraron en la habitación exigiendo el desayuno.

Ambas niñas poseían los mismos rasgos de su madre, así como la morena piel de su padre. Vestían sus pijamas de colores pastel y sus piececitos tenían puestas esponjosas pantuflas de conejitos de peluche que amortiguaban el sonido de sus pisadas. Esmeralda siguió durmiendo hasta que su hija mayor la sacudió por el brazo y le dijo:

-Mamá, hoy no viene Paloma. Tenemos hambre.

-Sí, sí, ya voy. Lleva a tu hermana y tomen leche mientras me acicalo... -ordenó la madre aun adormilada.

Las niñas obedecieron y descendieron hacia la cocina, mientras su madre se incorporaba de su cama. Tras frotarse los ojos, se fijó en su celular puesto sobre el buró, desconectó el cargador, lo encendió y en cuanto el aparato recibió línea se escuchó la recepción de un mensaje.

Todavía Esmeralda se tomó su tiempo lavándose los dientes y la cara. Luego de esto, y aún en camisón, atendió el mensaje del celular con desgano...pero en cuanto abrió el aterrador video, su rostro palideció y sus manos empezaron a temblar.

-No, no es cierto... -masculló, botando el aparato a la cama y retrocediendo unos pasos.

Entonces recordó súbitamente la ducha nocturna de su marido, corrió al baño y nerviosamente buscó las ropas de Rodrigo en el cesto de ropa sucia. Para su horror, encontró en el interior de sus calzoncillos señales que ya había encontrado antes.

-Sangre... ¡maldito desgraciado, lo hiciste otra vez! -exclamó entre dientes, con espantosa mezcla de rabia y miedo.

Arrojando la ropa a la bañera, la desesperada mujer salió del baño y caminó rabiosamente por la habitación, estrujándose las manos, jalándose los cabellos y sintiendo cómo sus ojos se llenaban de lágrimas de ira, mientras ideas horrorosas se agolpaban en su alterado cerebro.

No sabía qué hacer, pues no tenía el dinero que suponía le exigirían a cambio de no provocarle problemas, ya que según el recado que acompañaba al asqueroso video, la pequeña había muerto y eso significaba cárcel de por vida para su flamante marido y para ella la ruina total. Sabía de sobra que la familia de Rodrigo no la ayudaría, sólo le quitarían a sus hijas y ella lo perdería todo. La casa estaba hipotecada, los autos aún se debían, no había dinero en el banco...eso sin contar la vergüenza ante su círculo social, que le retiraría su amistad sin dudarlo.

Cuando la joven Esmeralda se había casado con don Rodrigo, jamás se imaginó el tremendo calvario que sufriría estando a su lado. Ella nunca estuvo enamorada, sólo se había casado con él para dejar de ser una de tantas subordinadas y alcanzar una mejor posición económica, cosa que de ningún modo habría logrado si no se amancebaba con su jefe. Desde siempre, Esmeralda se había planteado un solo objetivo en la vida: salir de la pobreza en la que ella, su hermana y su madre se hallaban tras el abandono de su padre, que se había largado con otra mujer. De modo que, cuando pudo, Esmeralda huyó a la ciudad de Los Héroes pese a las objeciones de su madre y consiguió trabajo en El Castillo de Hielo, donde se conoció y enredó con Rodrigo Martínez, viendo en él una oportunidad para lograr su sueño de salir de pobre y así demostrar que no sólo era la hermana fea de Margarita García.

Pecados de InfanciaTempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang