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Tom soltó un gemido de frustración al sentir un punzante dolor en su frente, abrió los ojos y se encontró con un techo muy diferente al de su habitación. Luego de sentarse sobre la cama y observar las paredes de la habitación reconoció que se encontraba en la suite presidencial del hotel Moulin Rouge, en el centro de la ciudad, lo conocía porque su padre solía quedarse en este cuándo pasaba unos días en la ciudad.

Casi muere del susto al percatarse de que había alguien durmiendo a su lado.

No, dios, por favor no.

Se dijo a si mismo, se persignó (aunque ni siquiera creyera en Dios) antes de mirar a un lado, esperando encontrarse con Dean, a quien lo cubría una blanca sabana hasta la cabeza, con cuidado quitó la sabana y no supo si gritar de horror o de felicidad al ver a Matt durmiendo como un angelito a su lado.

Miró más detenidamente a su alrededor, y se percató que la ropa de ambos estaba dispersa por toda la habitación, miró el reloj de la pared y abrió los ojos como platos, eran las 11 de la mañana.

¡MIERDA MIERDA MIERDA, VAN A MATARME!

Se dijo a sí mismo y corrió hacia el baño para bañarse y salir corriendo para el internado, alguna cosa tenía que ocurrírsele para justificar su ausencia en Charleston. Mientras caminaba hacia el baño en el tacho de basura alcanzó a divisar tres condones usados, se dio la vuelta y le dio una mirada al todavía durmiente Matt.

Eso va a dolerle.



Lacroix se removió entre las sabanas, y observó a su alrededor confundido, su ropa se encontraba dispersa por toda la habitación, había varias botellas de champagne dispersas por el alfombrado piso y hasta algunas pastillas de colores sobre la mesa de luz, las cuales no parecían ser golosinas. [ETO NO E' COCA PAPI]

No se acordaba absolutamente nada de lo que había pasado anoche, y no llegó a hacer ningún esfuerzo para recordar ya que sintió un punzante dolor en cierta zona, soltó un grito de dolor que hasta Tom en la ducha oyó.

je déteste ma vie (odio mi vida) — Se dijo a si mismo mientras se removía sobre las sabanas, reconoció el reloj de Tom que descansaba sobre la mesa de luz del otro lado de la cama matrimonial. Asintió con la cabeza un poco más tranquilo, al menos era Tom y no alguna persona desconocida.

El teléfono a su lado comenzó a sonar, y sin siquiera fijarse si era el suyo lo contestó.

— ¡THOMAS WESLEY! — La estridente voz de Federico Wesley hizo a Matt caerse de la cama del susto, hizo una mueca de susto y miró hacia todos lados, buscando señales del chico.

— No se encuentra disponible ahora... deje un mensaje después del tono... beep. — Dijo tratando de imitar a una máquina, pero no convenció ni por un segundo a Federico.

— No me importa quien seas, pásale el teléfono a mi hijo. —

— Sí señor. — Respondió en tono militar mientras caminaba hacia la ducha, donde Tom recién estaba saliendo de esta y casi se resbala del susto al ver a Matt despierto con cara de que iba a matarlo. Le extendió el teléfono, Wesley lo tomó con miedo, y lo acercó a su oreja. Matt rodó los ojos y volvió a la habitación envuelto en la sábana blanca.

— ¡ESTÁS EN PROBLEMAS JOVENCITO! —

— ¿Podrías hablar más bajo? Me duele la cabeza...— Soltó en un tono de ruego, enfureciendo más a su padre.

Good Boys » MukeWhere stories live. Discover now