Epílogo

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La vida muchas veces nos da lo que queremos, pero de maneras que no nos favorecen en lo absoluto, por eso, muchas veces no nos damos cuenta cuando la vida nos hace caso y pone frente a nosotros lo que con tanto anhelo pedimos, porque lo transforma y nos lo presenta de una manera que se nos hace casi completamente ajena a nosotros.

-Solo entrarán cinco de ustedes -nos dijo el guardia con frialdad y firmeza.

-¿De qué habla? -preguntó mamá.

-Solo cinco de ustedes serán admitidos -repitió.

-¿Solo cinco de nosotros... nos salvaremos? -repetí yo, atónita.

-Exactamente.

-Pero ¿¡cómo van a hacer eso!? ¡¡¡Llegamos todos aquí!!! -gritó mamá desesperada.

-¡¡¡Exacto, no pueden solo desechar a unos y aceptar a otros!!! -continuó Marx.

-Miren, les seré claro. Vienen personas de todas partes del mundo queriendo entrar a este lugar. Si aceptamos a cada persona que viene, les estamos quitando el lugar a otra persona y eso no es lo absoluto justo.

-Aún así, ¡¡¿no pueden hacer una maldita excepción?!! -indagó mamá.

-Si hiciéramos excepciones con cada grupo de personas que nos piden eso, hace bastante tiempo ya que no cabría lugar ni para cinco de ustedes.

-¡¡¿Entonces solo dejan morir a las personas que no pueden entrar, como si no fueran más que carne, más que presas?!! -Marx estaba desesperado, y cada vez se acercaba más al guardia, como si quisiera golpearlo.

El guardia también había notado eso, así que sostuvo con mayor firmeza su arma, moviéndola sutilmente de vez en cuando, para recordarnos que podría dispararnos en cualquier momento que él lo quisiera. Y tenía razón. Estábamos en desventaja.

-Escuchen; es eso o siguen luchando por sobrevivir como hasta ahora lo han hecho -se encogió de hombros despreocupadamente.

-Ok... -aceptó con un hilo de voz mamá. Se veía realmente pálida. SU mirada estaba fuera de sí-, creo que los que deberían entrar-

-Usted no decidirá eso, señora -lo interrumpió el guardia-. Ya está decidido.

-¿¡¡Qué!!? -gritamos todos al unísono, igual de impactados como de asustados.

-Ya tomamos la decisión de quiénes se salvarán, según sus edades -dijo el hombre.

-¿Por eso preguntaba nuestras...? -quise hablar, pero el guardia leyó en voz alta lo que decía su libreta.

-"Según las edades ya mencionadas, quienes son elegibles para ingresar en el refugio son: Gigi, con dos días de vida, Nikolas, con cinco años, Raymond con siete, Yarilth con nueve y-

-¡¡¡Espere!!! -quise pararlo, sabía quién seguía, y no podía permitirlo.

-Y Roxan, con diecisiete -finalizó con frialdad dedicándome una mirada amenazadora.

Cuando todos los nombres fueron dichos, nos quedamos en completo silencio por unos minutos, como intentando entender lo que había dicho aquel insensible hombre.

-¿¡Por qué hacen esa elección!? ¿¡¡Por qué solo se basan en la edad!!? -cuestioné con desagrado y enfado, pero sobre todo, con suma tristeza y dolor.

-Las personas jóvenes tienen más oportunidades de vivir por mucho más tiempo que una persona, por ejemplo, de cuarenta años -explicó-. Una vez que termine esto-

-Si termina -lo interrumpí.

-Una vez que termine esto -repitió con firmeza-, los que estén en este refugio se encargarán de restaurar la población.

La hora más oscura [√]Where stories live. Discover now