Capítulo 26

336 55 10
                                    

Fueron tres días los que estuvimos dentro de esa casa.

De alguna manera logramos mantenernos a salvo todos, siempre cumpliendo con las normas para evitar a esas cosas, aunque una de esas noches habíamos acabado en un gran aprieto ya que se estaban acercando demasiado a la casa.

Pero después de todo, pudimos evitar una tragedia, que era lo que más importaba en momentos como ese.

Todos estábamos vivos.

Sin embargo, durante esos días Luka no me dirigía la palabra, y siempre que podía evitaba estar en la misma habitación que yo.

No lo culpaba en lo absoluto, en su lugar yo hubiera hecho lo mismo.

Tal vez hasta me hubiese comportado peor.

Más inmadura.

De todos modos, nuestra disputa interna se hizo visible ante los demás en muy poco tiempo.

Al mediodía del segundo día, mientras estaba sentada en la sala regañándome a mí misma por la forma tan tonta de comportarme, mamá entró a la sala y se sentó a mi lado, al principio sin decirme una sola palabra.

Pero sabía que estaba ahí: la reprimenda instantánea.

—¿Qué pasa, mamá?

—Eso te pregunto yo a ti, Rox.

—Creí que ya todos lo habían notado. Luka está molesto conmigo.

—Sí, sin duda es muy notorio —se rió levemente. Yo la miré dramatizando un poco mi molestia por su risa—. Lo que quisiera saber es por qué.

—Dije algo que no debía decir estando algo irritada y... bueno. Sabes que puedo llegar a ser muy hiriente cuando estoy enojada, pero no es esa mi intención.

—Sea tu intención o no, lo importante es no decir cosas que uno sabe que pueden hacer daño.

—¡Pero no es mi culpa! —me defendí—. Yo intentaba terminar la conversación yéndome, pero él no me dejaba ir.

—Es que no se trata de salir corriendo, Rox, ya no eres una niña pequeña.

Yo miré molesta el suelo. Sabía que tenía razón, pero también sabía que yo igualmente la tenía.

—Es su culpa por forzarme.

—No te forzaba. Se preocupaba por ti, como todos los que te queremos —puso su mano en mi hombro y la observé.

—Él te quiere, y parece un buen muchacho. Se preocupa por ti.

—Sí, lo sé.

—Entonces ¿por qué no dejas que se preocupe por ti?

—No es que no lo deje...

—¿Pero?

—Pero no me gusta que la gente en sí se preocupe por mí. No quiero darles lástima, que me traten como a un animal herido.

—Entonces no te comportes como uno, y demuestra lo fuerte que yo sé que eres —me acarició la espalda y se levantó con intención de irse.

Dio unos pasos y entonces se lo dije.

—Le hablé de sus padres muertos... —ella se detuvo y me miró—, sé que fue inapropiado. No quería decirlo. No quería recordarle eso.

—Estoy segura de eso.

—No fue mi intención...

—¿Tú lo quieres? —esa pregunta sí me tomó por sorpresa, y me quedé muda, así que la repitió—. ¿Quieres a Luka?

La hora más oscura [√]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora