Capítulo 48 *Último Capítulo*

301 37 6
                                    

Recuerdo que esa noche no pude dormir.

No estaba muy segura si fue por la vergüenza que recorría cada parte de mi cuerpo. El recuerdo de la risa de Luka al enterarse de aquello me golpeaba muy bajo, con fuerza y certeza.

Tal vez era por la ansiedad que me provocaba saber que estábamos tan cerca de por fin estar oficialmente a salvo, sabiendo que el refugio estaba a muchos kilómetros de nosotros, pero estaba.

Quizás era por el miedo que me daba pensar en que tal vez, la edificación que veíamos desde tan lejos, no era más que una simple estructura. Que no era el refugio, a fin de cuentas.

O, quizás, era el terror que sentía por la idea que cruzaba en mi cabeza de que, a lo mejor, por alguna razón no llegáramos al refugio.

Y todo nuestro dolor y sufrimiento sería en vano.

Acabaríamos muriendo y nuestros esfuerzos se perderían en el aire, desapareciendo en el tiempo.

Al igual que el recuerdo de nosotros.

Nos borraríamos completamente, como si jamás hubiésemos existido.

Creo que eso era lo que más preocupación me causaba y por ende lo que más me privaba el sueño.

Miraba a todos dormir tranquilamente, sumergidos hasta el cuello en un sueño profundo y en todas las maravillas que en él pudiesen haber.

Pensaba en lo mucho que me gustaría disfrutar de un grato sueño, pero mi mente estaba en mi contra.

Yo le decía:

"Quiero dormir. Necesito dormir para mañana."

Y ella contestaba:

"Al carajo contigo y lo que quieras o necesites. Me importa un bledo."

Y me hacía viajar de un momento a otro.

De un recuerdo a otro.

De un pensamiento a otro.

De una idea a otra.

De una emoción a otra.

Y se burlaba de mí y de todo lo que le rogaba, alentándome a que me siguiera humillando para su entretenimiento.

Era un bufón bailando al ritmo de la música que ella deseara.

Cuando el sol fue saliendo, con mucha lentitud, la primera en despertarse fue mamá, quien me vio ya sentada y despierta.

—¿Hace cuánto te despertaste, Rox? —me preguntó somnolienta.

—¿Despertarme? —repetí riéndome—. No pude dormir.

—¿En toda la noche? —estaba sorprendida, aunque yo solo me encogí de hombros como respuesta—. ¿Por qué?

—Solo no podía dormir.

—Quizás por la ansiedad, ¿no?

—Sí, quizás.

O quizás era el miedo.

O la felicidad.

O el terror.

Quizás.

—¿Crees que Marx se despierte? —le pregunté para cambiar el tema de conversación y miré a Marx, con la botella de licor vacía a su lado.

—Sin duda se despertará, el punto es en qué estado —respondió ella con gracia.

—¡Tienes razón! —asentí riéndome.

La hora más oscura [√]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora