Capítulo 31

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Todos dicen que, después de lo malo siempre llega algo bueno.

Pero ¿de verdad es tan necesario sufrir una gran pérdida para poder disfrutar plenamente de la dicha de la felicidad y la armonía?

"Dios nunca da más de lo que puedes soportar."

¡Qué mentira más asquerosa!

Mis respetos hacia las personas que creen en Dios, pero no hacia Dios.

Si Dios nunca da más de lo que podemos soportar, ¿por qué estábamos siendo masacrados en masa por esas cosas? ¿Por qué se estaba llevando a nuestros seres queridos, uno por uno, arrebatándonos con cada pérdida la fuerza y voluntad de salir adelante?

Dios hacía tiempo que nos había dado la espalda.

Nos olvidó por completo, dejándonos a nuestra jodida suerte.

Entonces que se pudra Dios si se ofende por mi falta de fe hacia él.

Si me equivoco, entonces que baje de su trono celestial y demuestre que estoy en un error.

Pero...

Todos sabemos que eso jamás pasará.

Y todos sabemos que hay demasiadas cosas que no podemos soportar.

Hay cosas que nos hacen no querer continuar.

O peor.

Todos lo sabemos bien, somos conscientes de esos.

Lo recordamos al escuchar el desgarrador llanto de Eva y los gritos y llantos de su hijo, quien había logrado librarse el rostro y ver el cuerpo de su padre.

Los gritos de ese niño.

El llanto desgarrador y los gritos de pura agonía de Eva nos recordaban que Dios hacía tiempo se había olvidado de nosotros.

Sin embargo, por mucho que lo quisiéramos, no podíamos quedarnos allí.

Y con el ruido, esas cosas sin duda podrían encontrarnos.

Éramos un blanco fácil en ese preciso momento.

—Eva... —le dijo mamá intentando calmarla. Marx se encargaba de distraer al niño e intentar apaciguar su llanto—. Tenemos que irnos...

—¡¡No!! —se rehusó y se aferró con fuerza al cuerpo de Charlie.

—¡¡Eva, basta!! ¡¡Si te quedas aquí, el sacrificio que hizo Charlie por mantenerlos a ti a tu hijo a salvo habrán sido en vano!! ¡¡¡Su muerte será en vano!!! ¡¡Aún tienes a tu hijo!! —le gritó papá.

Estaba sorprendida por lo que había dicho.

Me lo hubiera esperado de cualquiera, excepto de él.

Eva al principio seguía aferrada a Charlie, pero luego de unos segundos pudimos ver en sus manos que poco a poco iba suavizando su agarre, hasta que finalmente sus manos lograron separarse con extrema dificultad de su pareja.

Se incorporó del suelo y caminó hacia Marx mientras se limpiaba rápidamente las lágrimas que habían escurrido por su rostro, luego, tomó a Nikolas y lo cargó, cubriendo su rostro en su pecho.

—Está bien, hay que irnos —finalizó Marx.

Todos corrimos hacia la camioneta lo más rápido que pudimos, nos acomodamos dentro de ella y Marx arrancó.

—Tenemos que encontrar una casa en la que podamos refugiarnos hasta que la hora pase —comentó papá.

—Lo sé, lo sé —dijo él mirando a todas partes mientras conducía.

La hora más oscura [√]Where stories live. Discover now