Capítulo 10

673 83 14
                                    

"Últimas noticias. Nos informan que las ciudades centrales de Estados Unidos, Europa y Canadá fueron brutalmente atacadas por estas criaturas —de fondo mostraban imágenes de algunas de las ciudades nombradas. No podía creerlo. Creí que éramos los únicos, pero al parecer estábamos viviendo en una maldita burbuja sin tener idea de lo que pasaba fuera de ella, pero entonces, al romperse, nos vimos forzosamente obligados a presenciar la realidad y no nuestra inútil y estúpida fantasía ideal en donde todo va supuestamente bien—. Según informes, estas criaturas aparecen a partir de las 17:00 pm —eso explicaba por qué cuando habíamos salido del hospital no había ninguna, pero al regreso sí—. Sin embargo, estos monstruos parecen temerle al sol —habían mostrado cómo en...¿Europa? Parecía Europa. Mostraban imágenes de esas cosas huyendo al amanecer. Justo lo que habíamos visto aquí—. Por precaución, no salgan de sus casas después de las 17:00 pm hasta las 8:00 am u 8:30 am, esto con el fin de prolongar su seguridad. A continuación, el ministro de relaciones—"

Apagué la tele ya que no había nada más que pudiera interesarme y me quedé en silencio pensando en esas noticias. Estábamos perdidos. Varias ciudades habían sido brutalmente atacadas y sólo habían pasado pocos días.

—No...

No habían pasado pocos días, sin duda habían pasado muchos más, pero nosotros recién ahora nos estábamos dando cuenta.

—¡Rox, ven a desayunar! —escuché a mamá desde el comedor y luego de un momento de reflexión accedí a su llamado.

—¿Qué estabas viendo? —papá me cuestionó comiendo una dona, pero no quería preocuparlos más de lo que ya estaban. Por ahora, quería que se mantuvieran tranquilos. Ya encontraría la forma de contarles aquello.

—Estaba buscando noticias, para ver si sabían algo que pudiera ayudarnos, pero no sabían más que nosotros —sonreí mientras me sentaba en la silla que me esperaba.

En teoría no había dicho mentiras. Sabían tanto de esas cosas como nosotros, lo que sí sabían y nosotros no era que esta ciudad no había sido la única en ser atacada. ¿Y por qué lo seríamos? Cosas así no se detienen en una ciudad para asentarse luego de matar a todas las personas, esas cosas eran como plagas, expandiéndose a lo largo y ancho del mundo sin detenerse.

Esa imagen me revolvía el estómago, así que mientras tomaba café, con la mano libre, me masajeé sutilmente el estómago.

—¿Te duele el estómago? —mamá había notado mi incomodidad.

—Sí, un poco. Los nervios —me reí un poco.

Ella sabía que, al igual que ella, tenía nervios en el estómago, y cuando estaba nerviosa mi estómago se retorcía en una tortuosa espiral, haciendo que me retorciera sobre mí misma como un gusano.

—Deberíamos ir al supermercado —sugirió ella—. Y ya de paso podríamos comprar provisiones para tener en casa y así no salir tanto.

—Es una buena idea —asintió Ryan, aunque yo observé a papá, quien generalmente era quien tenía el voto definitivo.

Al sentir nuestras miradas sobre él, detuvo su café y suspiró. —Está bien, sí. De todos modos yo tengo que ir a trabajar, así que por unas horas estaré fuera.

—¿Estás seguro, papá? —esta vez Ryan dudó, y estaba de acuerdo con él. Con esta situación, dudaba que siquiera hubiera trabajo.

—Sí, Ryan, no te preocupes, pero hasta que vuelva, tú serás el hombre de la casa, ¿entendido?

—Sí, papá —afirmó él con seguridad.

—Cuidado que no se te vayan a subir los humos al minúsculo cerebro que llevas en esa cabecita —me burlé, y él me dedicó una mirada acusatoria pero en cierto modo graciosa.

La hora más oscura [√]Where stories live. Discover now