Capítulo 16

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Una semana después de aquella vez en la que estuvimos al filo de la muerte, un día, papá había llegado más temprano de lo usual del trabajo.

Noviembre; 3

Si mal no recuerdo, todos estábamos reunidos en la sala, algunos sobre los sofás y otros en el suelo. Yarilth se había llevado a la sala una manta para apoyarse y ahí se puso a jugar con Freddy, acariciarlo y alborotarlo un poco.

Me preguntaba en qué momento había crecido tanto.

Algún día yo también fui así, ¿no?

¿En qué momento me convertí en una adulta, con responsabilidades y preocupaciones?

Intentaba recordar el momento en que mi inocencia de niña se escapó de mi cuerpo y en su lugar quedó una mentalidad madura que comprendía cosas que se supone que no debería de entender, porque entenderlas no era mi responsabilidad ni la de cualquier niño o niña.

Me gustaría volver a ser esa pequeña niña que vivía en su mundo de arcoíris y dulces, con la única preocupación de que pudiera jugar.

Intentamos encender el televisor para ver las noticias pero para ese momento la señal ya se había perdido, lo mismo le pasaba a los celulares. Estábamos incomunicados. No teníamos cómo saber lo que pasaba a nuestro alrededor, estábamos aislados.

Poco a poco, nuestros vecinos o morían o se iban, aunque la mayoría de ellos no tenían siquiera la oportunidad de irse.

Otros, en su vano intento de escapar, eran interceptados en el camino y jamás llegaban.

De alguna manera nosotros pudimos sobrevivir, aunque ciertamente no entendía bien cómo, pero no saberlo tampoco me preocupaba en lo absoluto. Lo que importaba era que aún seguíamos vivos y juntos.

En algún momento de la tarde nos dio apetito, pero como mamá estaba algo cansada decidí ser yo la que cocinara un poco. No era excepcional cocinando, pero sí lo hacía bien, o eso me decían.

No recordaba muy bien la receta, principalmente las medidas, así que estuve rebuscando un cuaderno en mi habitación en el que yo guardaba todas las recetas que conocía, las que aún no hacía y las que ya había hecho.

Las que no hacía aún estaban marcadas con resaltador amarillo, mientras que las que ya había hecho iban de...

¿Qué color era? No estaba segura.

Era parecido al salmón.

Digamos que iban marcadas de color salmón.

Eran muchas más las que me faltaban por hacer que las que ya había hecho. Me dio algo de tristeza.

—Ojalá tuviera tiempo de hacerlas todas... —susurré acariciando la hoja con uno de mis dedos con suma delicadeza.

Antes me tomaba demasiado tiempo empezar una nueva receta, por lo general iba siempre por las que ya había intentado hacer, y ahora estaba tan desesperada por al menos poder hacer cinco de estas que ese sentimiento me abrumaba.

—Rox —me llamó Luka desde la puerta de mi cuarto.

Volteé hacia él. Estaba apoyado contra el marco de la puerta.

—Hola, Luka. ¿Qué haces? —cerré el cuaderno y lo coloqué entre mis brazos, contra mi pecho.

—Eso te pregunto a ti.

—Estaba buscando algo para hacer, aquí tengo muchas recetas y quería encontrar algo bueno.

—¿En serio? —se mostró curiosamente interesado—. Déjame verlo —se acercó hacia mí, extendió su mano y yo le entregué el cuaderno.

La hora más oscura [√]Where stories live. Discover now