Capítulo 38

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Una vez aparentemente libres, tomó de los brazos a papá y lo llevó arrastrándolo de vuelta al interior del depósito, donde cerró la puerta detrás de él y lo recostó con precaución en el suelo.

La sangre no dejaba de fluir. Tenía que pararla con algo.

Puso sus manos sobre la herida de su hombro y le aplicó toda la presión que pudo para poder, en lo posible, disminuir la hemorragia.

La sangre seguía corriendo, pero era en una notable minoría.

—Tranquilo, vas a estar bien —le aseguró Marx.

—Marx, tienes que dejarme aquí e irte —balbuceó papá.

—¡¡Al carajo con eso, no voy a dejarte aquí!! ¡¡¡Tú vas a volver a la casa junto conmigo y te reunirás de nuevo con tu esposa y tu hija, que te están esperando justo ahora!!! ¡¡¿Vas a abandonarlas?!!

—También te espera tu sobrino...

—Yo estoy bien, y él me verá a tu lado, cuando lleguemos juntos a la casa —afirmó.

—Pero...ellos...se irán...hoy...

—Tú dijiste que le habías dicho a tu esposa que, si para hoy no volvías, se marcharan, ¿no? O sea que tienes todo el día de hoy para llegar, e incluso las primeras horas de mañana.

—Sabes que no...voy a llegar...

—¡Olvídate de eso! ¿Por qué no hablamos de... —se puso a pensar en algo para evadir el tema—, de qué harás cuando las vuelvas a ver? De seguro van a estar muy felices y emocionadas de verte.

—Cristina tal vez... lloraría... —comentó papá con una sonrisa.

—Sí, es posible que sí. Seguro te abrazará con mucha fuerza y te dirá que te echó de menos.

—Y Rox..., es orgullosa, así que no va a llorar..., aunque se va a ver en su cara el alivio...

—Podrás abrazarla y compartir el alivio de volver a verte. Ella de seguro debe estar mirando por la ventana justo ahora, esperando por ti.

—No quiero que esperen... en vano...

—¡Cállate! ¡Ya te lo dije, vas a volver a verlas! No será en vano.

—Aunque digas eso..., esa herida es muy seria. Tú lo sabes...

—¡Por favor! He visto peores —mintió para tranquilizarlo.

—¿Qué tan mal estaba... para ser peor que esto?

Tenía que inventar algo...

—Vi una vez un hombre que había tenido un accidente automovilístico. Resulta que un coche lo golpeó desde el costado, justo contra él, y el auto no solo voló, sino que se estampó contra un muró y acabó boca abajo.

Papá intentó reírse, y al hacerlo, se dibujó una mueca de dolor en su rostro.

—No tienes idea de cómo quedó. Parecía Freddy Krueger —se burló Marx.

—No me hagas reír que me duele... —le dijo papá con una sonrisa mientras que su expresión se tensaba al mismo tiempo.

—¿Y sabes qué es lo mejor de todo?

—¿Qué...?

—Ese hombre sigue vivo.

—¿En serio...?

—Bueno, depende de unas máquinas, pero al menos puede estar con su familia, verla y hablar con ella.

Papá cerró sus ojos con dolor y angustia.

La hora más oscura [√]Where stories live. Discover now