My Time |Jeon Jungkook| Omegaverse

십이: Otras.

El castaño arrugó el ceño al sentir los rayos del sol molestando su plácido sueño. Lentamente movió sus labios, sentía como si se hubiera caído montando a caballo, levantó su mano derecha mientras abría los ojos, notó que su muñeca estaba vendada y recordó las cadenas que al ser constantemente forzadas habían lastimado su piel. Trató de levantar su otro brazo más no lo logró, wooyoung descanzaba sobre él, con sus manos delicadamente posicionadas sobre su pecho, con una expresión  de profunda paz, como si hace mucho no durmiera tan relajada. Los ojos del príncipe se depositaron en ella, analizando sus rasgos. Se preguntaba desde cuando ella se había convertido en una mujer tan hermosa, cuando la conoció eran unos niños, él de cierta forma la apreciaba con otros ojos, pero al crecer, esos pensamientos mutaron.

Nuevamente había llorado, las lágrimas secas en su cara la delataban, jungkook se sintió fatal, durante 6 días no la vió, aunque se la dejó encargada a Anhae, sabía que no podría mantenerla totalmente segura, sus amigos estaban demasiado ocupados con sus vidas para poder ayudarle a cuidarla, por lo que necesitaba encontrar la forma de velar por ella durante su celo. Aún cuando le advirtieron que los celos de su especie no eran tan frecuentes pero sí durareros e intensos.

Moviéndose con cuidado evitando que despertara, posó su nariz lo más cerca que pudo del cuello de la fémina, deseando lograr sentir un aroma que le caracterizara cono al resto del reino alfa u omega. Más nada pudo percibir fuera del olor a jabón.

Suspiró... si hace dos meses el cáliz hubiera dado llamas rojas todo sería distinto; podría haber justificado todos sus planes para el futuro, sin tener que firmar aquél documento que sentía le quitaba parte de su vida. El concejo de ancianos era terrible, solo tiene 18 años pero lo hacen trabajar como si fuera el Rey, aún cuando no es más que un candidato. Llevaba un par de meses bajo el yugo de aquéllos que decidían lo que era bueno o malo para el reino, los que decían como debía comportarse la realeza, pero no sabía cuánto soportaría.

Había una pregunta del que consideraba como un hermano mayor que no le dejaba tranquilo, decía querer mucho a Yougnnie pero no la amaba... no la deseaba como un alfa... pero al mismo tiempo siente que no quiere vivir sin ella, quería liberarla... sin embargo ahora tenía pavor de hacerlo. Una sub omega es débil, frágil, como un copo de nieve que se consumía con el mero contacto con la piel. Dejarla libre en estas condiciones era como destinarla a la muerte, eso confunde sus ideales, porque siente que todo se le irá de las manos.

Se movió lo suficiente para liberarse de la joven, ésta misma ni se inmutó. El príncipe se sentía algo tentado por verla así de tranquila, su mano evitó tocar su cintura por respeto, se acomodó sobre ella sin querer parecer un pervertido, la examinó centímetro a centímetro sintiendo como sus propias mejillas se acaloraban. Es que cree que no puede haber una imagen más hermosa ante sus ojos. Sonríe solito, sintiéndose un poco tonto, se inclinó hasta lograr unir sus labios delicamente, su corazón latía fuerte delatando que sus sentimientos por ella eran más fuertes de lo que le gustaría admitir. Por más que no quisiera separó el contacto mientras avergonzado de su atrevimiento tocaba sus propios labios guardando la sensación de sus actos. ¿Qué iba a hacer si se enamoraba? Ella solo sufriría, nunca le permitirían unirse a una sub-omega, no puede siquiera permitirse pensar en que su relación subiera de tono, estaba prohibido, sería una locura, por más que investigaba no cabía duda que esa clase de intimidad podría matarla, y eso no se lo perdonaría jamás.

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Un año y 3 meses después

El castillo había sido adornado de las más hermosas flores de primavera, los adornos de oro, cerámicas y cada rincón del extenso edificio relucía pulcretud. La muchacha de 19 años camina detrás de su amo con la mirada baja, mientras él trata de poner atención a lo que el concejero real le decía: