C A P Í T U L O 6 6

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—No me lo puedo creer —ríe ella, risueña—. Y yo que pensaba que la invidente de la historia era yo... No hay más ciego que el que no quiere ver. Si dices que ni Dau, ni Leon te seguirían hasta el fin del mundo porque no te adoran como lo hacen, es que tienes un serio problema para ver la realidad.

—Puede que ambos sean la excepción —respondo, con el ceño fruncido—. Pero creo que coincidirás conmigo en que no hice nada lo suficientemente bueno para merecer a alguien como Dau, o como Leon. Es lógico que nunca haya terminado de creerme que le importe tanto como para considerarme su mejor amigo —añado. Entrelazo los dedos y los apoyo en mi estómago—. Evidentemente él es el mío por lo que hizo. En su tiempo... Creo que mi agradecimiento y mi cariño hacia él trascendió tanto que... Pues... El caso es... Lo importante...

Bufo y me llevo la mano a la cara. Hacía mucho tiempo que no me sentía tan patético como soy, y, en fin, no hace falta que admita que estoy cagado de miedo, ¿no? Ya me jodieron con esto una vez; si ella se une al club, me costará demasiado soportarlo.

—Lana, no quiero que esto cambie las cosas, porque no tiene nada que ver con cómo me siento por ti, o...

—Te enamoraste de él.

Y ya está, así de sencillo. Lo suelta con esa naturalidad suya porque quiere y porque puede, haciendo que la envidie una vez más porque yo no he tenido nunca lo que hay que tener para ser tan sincero.

—Axel, claro que no tiene nada que ver con cómo te sientas por mí —apostilla, en tono ofendido—. Sé que existe la jodida bisexualidad.

—Pero es que no es eso —me apresuro a añadir—. Es difícil de explicar, porque yo nunca me sentí atraído sexualmente hacia él. No pensaba en porno gay al mirarlo, como sí pienso en porno al mirar a una mujer que esté buena. Es cierto que lo quería muchísimo, y pasaba todo el tiempo con él, y me ponía la sonrisa tonta en la cara... —Venga, suéltalo ya, tío—. Tenía todos los síntomas del enamoramiento, solo que nunca pensé en meterle mano. Victor ha sacado algunas conclusiones, como que podría haberme sentido presionado por mi entorno, hasta llegar a pensar que era gay y estaba enamorado de Leon. Dice que la mente del ser humano es tan fuerte que el autoengaño podría superar la realidad. También baraja la posibilidad de que confundiera la admiración y el agradecimiento con amor... Aunque la probabilidad de que ese sentimiento fuese real es elevada.

—Estoy casi segura de que estabas enamorado.

—¿Qué? ¿Por qué?

—Porque es Leon Dresner —contesta, como si acabase de preguntarle si la Tierra es plana. Le ha faltado un «¡duh!»—. Y si encima es un Leon Dresner que te lleva de viaje... No le hace falta control remoto para quitarme las bragas, puedo bajármelas manualmente.

Entorno los ojos, aun sabiendo que no voy a verla, ni ella va a verme a mí.

—¿Me estás diciendo que te pone mi mejor amigo, ese que está casado y tiene una hija?

—En realidad, eres tú quien me está diciendo que le ponía su mejor amigo, casado y con una hija... —Por su tono, sé que está bromeando. Y menos mal, porque eso significaría que no ha entendido una mierda—. Siempre me ha parecido que tenías algo muy especial con Leon. Si lo quisiste, muy bien. No puedo juzgar algo que también me habría pasado a mí. ¿Eres bisexual? Vale. ¿No eres bisexual? Vale. No me importa tu orientación mientras me incluya, y sea cierto que me quieres. Aunque supongo que si no te sentías atraído por él...

—No, nunca —respondo sinceramente—. Si lo hubiera hecho, os habríais enterado todos. Ya sabes que no soy muy modoso cuando estoy cachondo... Más bien lo contrario. Pero sí que me puse duro con un tío una vez —confieso, escondiendo las manos a la espalda para que no note que me sudan. ¡Vamos a tirar la casa por la ventana!—. Me metió mano a traición y me empalmé. No cuenta como cuernos, ¿verdad? —añado, en tono preocupado—. Me acababas de mandar a la mierda cuando eso pasó.

Ojos que no ven... ¡van y me mienten! [AUTOCONCLUSIVA]Where stories live. Discover now