C A P Í T U L O 4 2

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Puede que me haya portado como un gilipollas y deba pedir disculpas. Sí, seguramente sea un despojo humano... Ahora, ¿voy a hacer algo al respecto? No lo veo, señoras y señores. Apenas concibo una disculpa decente a un problema como este. Uno en el que yo no he participado, me refiero.

¿No os molesta? Sé que la mayoría que escucháis mis desvaríos sois mujeres, pero aun así, ¿no os toca las narices tener que andar arrastrándoos cuando no habéis hecho nada malo? No me importaría si apenas tuviese pecados de expiar: por unas o por otras, te aburriría ser un santo y si te obligasen a lloriquear a cambio de la absolución, lo mismo hasta lo pasabas bien. Pero es que tengo mis propios problemas, ¿sabéis? ¿Por qué esta mujer insiste en añadirle carga emocional a mi vida diaria? ¿No entiende que soy un jodido detonador y estoy llegando a mi tope?

En fin... Lo peor no es tener que pensar en cómo voy a pedirle perdón, sino reconocer que de verdad le ha molestado el asunto, y que en el fondo podría haber sido más comprensivo. Que yo, Axel Volney, la haya intentado hacer sentir mal por jugar a dos bandas, es jodidamente irónico; entre otras historias —historias que me darían para otro diario—, porque cuando conocí a Lana, estaba tirándome a tres mujeres a la vez, y ninguna sabía de la existencia de la otra. Y si encima cuentas con el añadido de que ese trío de morenas no significaba nada para mí, mientras que Eugene es importante para ella, el problema solo se magnifica.

Ahora me siento como un estúpido. No por haberla besado delante de Eugene. Que se joda ese pardillo. Me refiero a la parte que le toca a Lana, que es perder a una persona que quiere. No soy el rey de la empatía, pero me la conozco lo suficiente para saber lo que duele perder a un colega.

El tema es el siguiente: he estado tirando de la baza de «Eugene es un pringado» para ponerme por encima, en vez de intentar ganarme su confianza y su cariño por mi propia cuenta. Pero, es que... ¿Cómo te ganas la confianza de alguien sin contarle nada de tu vida, de tus esperanzas, metas, y toda esa mierda que parece tan significante para las mujeres? Porque sí, quiero estar con Lana. Ahora... ¿Hablar de mis miserias? ¿Traer una tarjetita de presentación que explique por qué soy así? No, gracias.

Y ese asuntito llega a otro más complejo... ¿Se puede saber qué me pasa? Se supone que soy polígamo, que no creo en el amor, que las mujeres están bien para un rato, etc, y ahora estoy armando la de la Marimorena para que Lana pueda cambiar su estado civil en Facebook. Es surrealista, y no recuerdo haber dicho en ningún momento que me apetece formar parte de su vida con un título oficial. ¿Vosotros recordáis que haya comentado algo por el estilo? Porque, en serio, creo que no habría olvidado el preciso instante en el que se me hubiese ocurrido renunciar a todas mis creencias de lobo solitario.

Lo decidiera yo, lo decidiera mi subconsciente, o no lo decidiera ninguno de los dos, aquí estoy. Miradme. El pobre Axel Volney con una latita de cerveza en la mano, sentado en un patético sillón de la gran sala de estar de casa de su mejor amigo, observando de lejos el desarrollo de la fiesta. Y quien dice «desarrollo de la fiesta», se refiere a cómo las numerosas «titas» de Dachau bailan alrededor de ella, juegan con ella, y se ríen con ella. Entre todas, Lana Douves, a quien la ceguera no le impide mover el culo como Jennifer Lopez en aquel videoclip con Iggy Azalea.

Las otras tampoco están nada mal, que conste. Nina es una tía buena con muy buen estilo; solo a una mujer tan guapa podría sentarle bien el exagerado corte garçon y la ropa varias tallas más grande. Luego está Adrienne, que ya sabemos cómo es —a excepción de ese pequeño defectillo facial, seguro que sabéis a cuál me refiero—; una morena con flequillo con más tetas de lo que podría soportar un sujetador estándar, una alta y con pasión por las mechas que se toma muy en serio las clases de zumba —me gustan esas, no lo voy a negar—, y otra que, por tener pinta de no haber roto un plato en la vida, reúne más morbo que todas las demás juntas.

Ojos que no ven... ¡van y me mienten! [AUTOCONCLUSIVA]Where stories live. Discover now