WILL.
Hacía tiempo que no iba al taller de Loyd, pero mi coche ya está en las últimas y necesita una reparación urgente si quería llegar a algún sitio que no estuviese a apenas diez metros de mi casa y no acabar tirado en mitad de la nada.
—Gracias por acompañarme, Nick—digo mientras estaciono el coche sin apagar en motor frente a un semáforo en rojo mientras varias personas pasan en ambas direcciones mientras el color LED del semáforo seguía en verde para los peatones.
—No hay de qué, tío, además, no tenía mejores cosas que hacer, era esto o acompañar a mi hermana pequeña a su clase de ballet—ríe mientras se encoge de hombros ojeando algo en su móvil.
Giro la esquina para entrar en la calle donde se encontraba el taller y me encuentro con toda la calle llena de gente hablando. Todo el barrio había salido a la calle por razones que desconocíamos. Me fijo de repente en un corro de numerosas personas que se encuentran alrededor de algo les llama la atención mientras observo como hablan entre ellas y algunas se muestran asustadas.
Nos bajamos del coche tras aparcar en el lado opuesto de la acera y extrañadnos nos encaminamos hasta el pelotón de personas amontonadas en un corro, apartándolas para poder averiguar qué pasaba y lo que les llamaba tanto la atención.
—¿¡Aiden!?
AIDEN.
Oigo una voz que me resulta familiar. Aunque casi se me hace imperceptible por el bullicio de la gente que hay a mi alrededor. Diviso a Will y a Nick abriéndose paso entre la multitud de gente que se había agolpado haciendo un corro mientras me observaban sin hacer nada al respecto.
—¿¡Aiden!?—exclama Nick cuando me divisa tumbado en el suelo y con una herida en el costado.
—¡Chicos!—alcanzo a gritar tratando de tapar la herida que me había propiciado Scott con la mano evitando así que pudiese salir más sangre.
Ambos se acercan enseguida corriendo hacia mí para socorrerme.
—¿¡Que te a pasado!?—pregunta Will ayudándome a tapar la herida con las dos manos.
Ambos miran toda la sangre derramada por el césped del jardín delantero de la casa donde siempre se encontraba la banda de Scott reunida.
—Hay que llevarte al hospital, esto tiene muy mala pinta—agrega Will mientras
—No, primero, Andrea—sentencié en un intento de levantarme.
André estaba en peligro. Scott la perseguía y seguramente ya la habría encontrado. Esperaba que no, pero tenía esa corazonada. Andrea necesitaba mi ayuda. Si le pasaba algo... nunca me lo perdonaría.
—¿Qué? ¡No es momento para hacerte el superniñero, hay que ir a un hospital!—exclama Nick sujetándome por la espalda.
—Andrea está en peligro... Scott va tras ella.
Will y Nick se miran perplejos y ambos asienten. En unos minutos de intenso dolor estaba montado en el destartalado coche de Will y buscando en mi móvil la ubicación de la moto, ya que le puse un sistema de seguridad por si esta era robada, saber donde está.
—Están en el instituto privado de la calle mayor, es al que asiste Andrea—aviso a Will que es quien iba conduciendo mientras Nick me acompañaba en los asientos traseros.
—Entendido—dice Will girando hacia la izquierda y pisando un poco más el acelerador.
—Voy a intentar que la hemorragia se detenga un poco, pero si no vas rápido a un hospital, puede que no sobrevivas...—dice Nick mirándome a los ojos.
—Solo me importa Andrea.
—Aiden, tú trabajo puede esperar, ¡estás herido joder!—exclama Will colocando el espejo retrovisor de forma que por un segundo podemos vernos a través de él.
—¡Andrea y yo estamos juntos! ¡Es mi novia! Y no voy a dejar que ningún tío le ponga las manos encima, ¿entendido?—exclamo.
No obtuve ninguna respuesta a cambio, solo miradas sorprendidas por parte tanto de Will como de Nick.
Llegamos a la puerta del instituto para cuando Nick acababa de vendarme el costado entero con lo que había encontrado en el botiquín que se encontraba en el maletero del coche de Will. Ese botiquín llevaba años sin utilizarse pero la madre de Will le obligaba a llevarlo por si las moscas. Esa mujer debía de tener un sexto sentido ya que pudo predecir que lo necesitaríamos tarde o temprano.
Diviso mi moto negra aparcada en frente del campus y el casco que Andrea había utilizado estaba en el suelo junto a la moto, lo que indica que estamos en el sitio correcto y que Andrea había tenido que huir rápidamente de la moto por alguna razón. Scott. Seguro que Scott la había encontrado. Mierda.
—Vuelvo enseguida—digo saliendo del coche como puedo permitirme mientras sujeto el vendaje con una mano.
—¿Piensas qué te vamos a dejar solo en esto?—pregunta Will tras de mí después de cerrar la puerta del coche detrás de él.
—Sí, estamos juntos en esto, salvaremos a tu chica—añade Nick con un tono decidido avanzando junto a Will hacia mi posición.
Andrea, mi chica, eso sonaba bastante bien.
Ambos me ayudan a llegar a la puerta principal sujetándome de los hombros. Rastreo el móvil de Andrea mediante una aplicación que me obligaron descargarme sus padres cuando comencé a trabajar cuidando a Andrea y sus hermanos.
—Tienes que descargarte esta aplicación, te ayudará a rastrear el móvil de nuestra hija en caso de que salga con alguien, que lo dudo—añade Ana, la madre de Andrea con un tono de obviedad—, pero que viene bien por si en algún momento no sabes dónde está.
Estaba claro que Ana tuvo una gran idea en cuanto a esa aplicación. Estaba mal que la controlasen tanto, pero esta situación merecía de su uso. En ese momento agradecí la existencia de esa aplicación y el hecho de que Ana me obligase a descargarla.
Andrea estaba muy cerca de nuestra posición.
ANDREA.
—¿Cansadas chicas?—pregunta Scott mirándonos con una sonrisa socarrona mientras se encuentra sentado frente a nosotras.
—Pues la verdad es que sí, ¿me puedes traer agua con hielo por favor? El agua que sea mineral ¿ok?—dice Marilyn.
—¿Te has pensado qué esto es un restaurante de pijos, rubia?—ríe Scott
Me doy en la frente mentalmente. Hasta cuando nos secuestran, Marilyn es exasperante y se comportaba como una niña malcriada.
—¿Sabéis que? Estoy harto de esperar, empecemos por la Andreita y luego que le siga la rubia—Dice Scott mientras se levanta del sitio en el que estaba y me mira con una sonrisa ladeada.
Acorta la distancia conmigo invadiendo así mi espacio personal y me coge de los brazos a lo que yo opongo resistencia. Él, como medio para hacerme entender de que él me domina al igual que controla la situación, me agarra con fuerza del pelo tirando de este hacia atrás causando todo el dolor posible.
En ese momento quise estrangularle con mis propias manos. Pequeñas lágrimas comenzaron a salir de mis ojos por el dolor.
—¡Qué no has entendido de qué yo mando aquí princesita!—Scott suelta una risotada mientras me acerca hacia él tanto que puedo notar su respiración a escasos centímetros de mi cuello.
—¡Suéltala!—exclama una voz a nuestras espaldas.
Esa voz. Esa jodidamente increíble voz que me volvía loca y me hacía ser la chica más feliz del universo cuando la podía escuchar.
—¡Aiden!—grito al verle frente a nosotros.
—Genial, el que faltaba—dice con un tono pesado.
Le habían fastidiado su absurdo plan en un abrir y cerrar de ojos, cosa que le molestó muchísimo. Scott, el cual seguía sujetando mi pelo con una sola mano, apretó este con mucha más fuerza a causa de la ira de ver a Aiden provocando que yo emitiese un grito casi imperceptible de dolor.
—Suéltala ahora mismo, y no te pasará nada—le amenaza Aiden acercándose poco a poco hacia nuestra posición.
Scott dio un paso atrás y me llevó con él utilizándome como una especie de escudo humano por si a Aiden se le ocurría hacerle algo o atentar contra él.
—O si no ¿qué? ¿Me vas a echar una lucha de pulgares? No me hagas reír—al decir esto me agarra todavía con más fuerza que antes del pelo, tirando de él y haciendo que suelte un grito ahogado de dolor esta vez perceptible por todos los presentes.
—¡Te he dicho que la sueltes!—exclama Aiden mientras observo como cierra los puños y aprieta estos de pura rabia
Aiden arremete contra él, haciendo que me suelte a un lado y empujándolo hacia una de las estanterías del cuarto del conserje.
Mientras ellos forcejean, yo intento desatar a Marilyn, pero no obtengo buenos resultados.
—Mira que eres inútil—dice Marilyn mientras pone los ojos en blanco.
A veces me gustaría dejarla abandonada en mitad de la nada, qué pena que no se pueda.
—Tranquila Andrea, yo lo hago—dice una voz a mi espalda.
—¿Will? ¿Nick?
—Yo la desato, vosotros ayudar a Aiden—dice Aiden mientras nos apura a que ayudemos a Aiden a deshacerse de una vez por todas de Scott.
Siguen forcejeando, Scott intenta inmovilizar a Aiden, pero este se defiende muy bien e impide que lo inmovilice. Puedo observar como del bolsillo trasero del pantalón de Scottt sobresalen unas bridas.
Tenía una idea.
—¡Aiden, Nick sujetarlo fuerte!—grito y ellos me hacen caso instintivamente tras lanzarse una mirada extrañada.
Me acerco apurada hacia él y agarro todas las bridas de su bolsillo trasero provocando que a Scott me lanzase una mirada pervertida por haberle tocado el trasero sin querer y seguidamente se muerde el labio inferior.
Ignoro sus gestos y me apuro para llevar a cabo mi plan maestro.
—¡Date prisa!—exclama Nick a punto de quedarse sin fuerzas para aguantar a Scott y que esté oponía mucha resistencia.
Pongo las bridas rápidamente en sus muñecas junto con una de las estanterías del conserje y aprieto estás con toda la fuerza que mis pequeños músculos pueden emplear haciendo que no pueda moverse ni hacer nada contra nosotros. Estaba atado a la estantería. Estábamos a salvo.
—No te saldrás con la tuya, princesita—amenaza murándome con una sonrisa socarrona.
—Demasiado tarde, Scott—le digo mientras desvío mi atención hacia algo que me di se la merece.
Me vuelvo hacia Aiden y me abalanzo hacia él para darle un gran y tierno abrazo. Había pasado tanto miedo... pensé por un momento que no saldría de allí con vida, que no podría ver nunca más ni a mis padres, mis hermanos ni a Aiden. Él había pasado a formar una parte importante en mi vida, le amaba y no me imaginaba estar sin él. Le planto un beso en los labios con una sonrisa dibujada en mi cara de pura felicidad. Por fin estábamos a salvo de Scott y su banda de matones, ya nadie podría separarnos ni intentaría asesinarnos.
No pude celebrar a penas nuestra victoria. Aiden, no me seguía el beso y es cuando supe que algo iba mal.
De repente, se desploma en el suelo. Me pareció verlo en cámara lenta. Me acerco a él rápidamente mientras él tengo entre mis brazos.
—¡Aiden!—exclamó mientras cientos de lágrimas corren por mis mejillas.