Between [XiCheng] [Mo Dao Zu...

By EKurae

147K 24K 9.1K

Es de conocimiento común que, tras los trágicos eventos del templo GuanYin, Lan XiChen, líder de Gusu Lan, de... More

Capítulo 1: Mis sueños nunca han sido tan realistas
Capítulo 2: ¿Dónde se desayuna por aquí?
Capítulo 3: Es un poco pronto para beber, ¿no crees?
Capítulo 4: Así que esto es un teléfono
Capítulo 5: Eso ha dolido más de lo que debería
Capítulo 6: Ya me mando yo al sofá
Capítulo 7: ¿Cómo que veintitrés de marzo?
Capítulo 8: No, no ha sido un lapsus freudiano
Capítulo 9: Lo poco que tenemos en común
Capítulo 10: Si suena a locura y parece un disparate...
Capítulo 11: El arte de salir de situaciones incómodas
Capítulo 12: Toda esta calma me huele a tormenta
Capítulo 13: Otra vez no
Capítulo 14: Me miras como si supiera algo del siglo XXI
Capítulo 15: ¿Para que sirve una cinta de correr si sigo en el mismo sitio?
Capítulo 16: Debería cuidar por dónde piso
Capítulo 17: Vamos a ver, tengo un móvil y no sé utilizarlo
Capítulo 18: Solo creo que eres hermoso
Capítulo 19: Podemos encontrarnos a medio camino
Capítulo 20: Y si no estoy loco, ¿qué está pasando aquí?
Capítulo 21: Así que sabes que sé lo que no quiero que sepas
Capítulo 22: Nos adentramos en terreno desconocido
Capítulo 23: Prefiero decir hasta luego
Capítulo 24: Interludio y pausa para la publicidad en La Sonrisa del Emperador
Capítulo 25: Interludio y pausa para la publicidad en el Muelle del Loto
Capítulo 26: Dicen que la segunda parte siempre es la más interesante
Capítulo 27: Si bebes, ni vueles en espada ni conduzcas
Capítulo 28: Este mundo es más complejo de lo que pensaba
Capítulo 29: El don de la oportunidad no es lo nuestro
Capítulo 30: Hay formas mejores de decir las cosas, ¿y qué?
Capítulo 31: Vamos por partes, por favor
Capítulo 32: Mientras nadie muera antes del postre, todo irá bien
Capítulo 33: ¿No me vais a ofrecer una copa?
Capítulo 34: Mejor lo hablamos mañana
Capítulo 35: Al final lo de ir al psiquiatra no suena tan mal
Capítulo 36: Empecemos atendiendo a razones
Capítulo 37: Separemos lo real de lo... ¿real?
Capítulo 38: ¿Podríamos acercarnos solo tres milímetros más?
Capítulo 40: O de cómo torcer en la dirección equivocada
Capítulo 41: Ni las películas me entrenaron para esto
Capítulo 42: Experimentemos un poco de todo
Capítulo 43: ¡Aguanta!
Capítulo 44: No esperes que no me enfade
Capítulo 45: Todavía no está todo dicho
Capítulo 46: La próxima vez, ¡llama antes de entrar!
Capítulo 47: En toda buena mudanza faltan cajas
Capítulo 48: No sé yo si esto es legal
Capítulo 49: No, sin duda esto no puede ser legal
Capítulo 50: ¿Me dejarás preguntar?
Capítulo 51: Ahí vamos una y otra y otra vez
Capítulo 52: ¿Que tu gata qué?
Capítulo 53: ¿Veterinario? ¿Debería tener miedo?
Capítulo 54: ¿No deberían haberte dado puntos por esto?
Capítulo 55: A todo se le puede dar una oportunidad
Capítulo 56: Yo también te quiero
Capítulo 57: Lo que no pase en la radio...
Capítulo 58: Los hay inoportunos y luego está Wei WuXian
Capítulo 59: Porque quedarnos como estamos no es una opción
Capítulo 60: Entre hermano y hermano
Capítulo 61: Esto no tiene tan mala pinta
Capítulo 62: La familia política me asusta más que la muerte
Capítulo 63: Por favor, por favor, que a nadie le dé un ataque al corazón
Capítulo 64: No te lo dejes en el tintero
Capítulo 65: ¿Seguro que este cuento se ha acabado?
Epílogo 1: El despertar del siglo XXI
Epílogo 2: El despertar del Muelle del Loto

Capítulo 39: Nos han echado un mal de ojo

1.8K 347 122
By EKurae

Que no necesitase más que un vistazo, y encima de soslayo, para hacer lo que parecía una evaluación completa, exhaustiva y exitosa dejó a Lan XiChen con un sabor de boca extraño. Uno de esos que se quedan a medio camino entre la ilusión enamorada y el regusto a bilis cuando los nervios son tan fuertes que podrían hacerte vomitar en el sitio. Sí, de esos.

-Vaya, así que tú eres el tal Lan XiChen.

-¿Me... me reconoces?

-Bueno, a la cuarta va la vencida. -Jiang Cheng se encogió de hombros mientras seguía secándose el pelo con una toalla como si todo fuese de lo más normal y nada le extrañase lo más mínimo.

Ante su visión y su aceptación, Lan XiChen puso cara de circunstancias, porque... tampoco podía hacer otra cosa.

-¿Sabes quién soy?

-Más o menos. -El presentador de radio continuó a lo suyo, como si tampoco tuviera lo que se dice demasiado interés en hacerle caso. Si fuera su Lan Huan la cosa cambiaría. Si fuera su Lan Huan ya le habría tirado la toalla encima para un rapidito antes del desayuno, que nunca sobra-. O eres la segunda personalidad de mi novio o un tipo rarito de otro mundo.

-Creo que... ¿la del tipo rarito encaja mejor? -El primer jade sonrió, entre divertido y confuso-. En realidad soy... ¿la versión de otro mundo de tu amante? Creo que Lan Huan y yo somos la misma persona, pero de distintos... lugares, por así decirlo.

-Te das cuenta de que lo que acabas de decir suena a que estás chalado del todo, ¿no?

-Sé que parece inverosímil y que no tengo ninguna prueba respaldándome, pero...

-Tranquilo, que no te voy a arrastrar al manicomio. Me meterían a mí detrás y no me apetece. -Jiang Cheng le dedicó una media sonrisa que parecía socarrona, pero no dejaba de contar con un deje compasivo más propio de él de lo que cualquier cultivador coetáneo a Sandu ShengShou podría imaginarse en un primer momento-. Lan Huan y yo hemos hablado. Aunque es un poco difícil de creer, confío en él. Es la parte que me toca, después de todo.

Lan XiChen no podía negar que le descolocaba la normalidad con la que se lo tomaba todo aquel hombre, pero solo por una parte. Por la otra, su propio Jiang WanYin había reaccionado con una tranquilidad apabullante en su momento, así que tampoco debería resultarle tan disparatado. En aquel mundo parecían más escépticos que en el suyo, sin ninguna duda debido a la falta de energía espiritual en sus cuerpos y en sus mentes, pero al menos les quedaba una cierta flexibilidad. De opiniones, flexibilidad de opiniones. Algunos por lo menos. Su compañero hacía gala de ella, y en más aspectos de los que Lan XiChen se esperaba, pero esos ya los descubriría a su debido tiempo en su debido mundo.

El locutor pasó por su lado rumbo al armario. Hacía cosa de una media hora, el primer jade había vuelto a despertarse en la realidad que no le correspondía. Ya ni siquiera estaba sorprendido. Bueno, a ver. Sorprendido sí estaba, lo estaría cada vez que pasase, pero ya reaccionaba con normalidad. No se le caía la máscara sonriente con la misma facilidad en cada intercambio cada vez que el siglo XXI le mostraba algunas de sus disparatadas costumbres. Una pena que Jiang Cheng pareciese decidido a cambiar ese hecho. Lo distinguió nada más salir de la ducha, y —como al líder que él conocía y adoraba— le había bastado tan solo una mirada para hacerlo. No necesitó más, un rápido vistazo y lo supo. Lan XiChen se preguntaba qué clase de sexto o séptimo sentido tenía y cómo se cultivaba, porque era infalible. En cierto modo no podía evitar sentirse emocionado, porque eso también significaba que le prestaban atención incluso a las diferencias más nimias y que se interesaban por su persona. De forma automática su cabeza viajó a ese... casi beso que habían estado a puntito de compartir en la posada de QianQian, ese que le había sabido a tan poco. Estuvieron tan cerca que era casi insultante. Jiang WanYin se lo permitió en todo momento y, de no ser por la interrupción, juraría que lo tuvo a puntito de profundizarlo por su cuenta y riesgo. No podía asegurarlo, pero la mera perspectiva hacía que su corazón echase a latir a mil por hora. Y ahora de pronto estaba allí, en el otro mundo, el día de la caza nocturna.

No podían elegir un peor momento, desde luego.

El primer jade suspiró. A pocos metros, el locutor acababa de deshacerse de la toalla y ponerse una camiseta de manga corta blanca y negra. Todavía seguía en calzoncillos. No parecía importarle gran cosa, aunque Lan XiChen tenía que hacer unos esfuerzos titánicos para no mirarle el culo. Porque las buenas costumbres nunca se pierden. Cuando le escuchó suspirar, alzó la vista en su dirección, curioso. Las puntas de los mechones encrespados todavía goteaban.

-¿Todo bien?

-No del todo...

Con un gesto despreocupado, el presentador de radio le invitó a sentarse junto a él en el borde de la cama. Era, desde luego, mejor que debatir de pie. Zidian no tardó en tumbarse entre ambos y rodar hacia los lados exigiendo los mimos que le correspondían a esa hora de la mañana mientras movía la cola de un lado a otro. Llenó las sábanas blancas de pelos negros, pero Jiang Cheng quiso ignorarlo. Ya se encargaría de ello el Jiang Cheng del futuro al que le tocase hacer la colada. Oh, cuánto le odiaba el Jiang Cheng del futuro.

-Te escucho.

El locutor le incitó a hablar con un gesto de la cabeza. Le miraba con atención, como si quisiese desentrañar hasta que punto eran similares él y Lan Huan. Lan XiChen tenía sus dudas al respecto, porque los ambientes en los que habían crecido y vivido eran distintos en todos los niveles posibles. O quizá lo que de verdad quería era prestarle atención porque tenía la misma cara que su novio y le preocupaba verle decaído tan de pronto, así de simple. Era imposible negar que sentía alguna clase de vinculación hacia él, aunque solo fuese porque actuaba y lucía como su pareja. Y las cosas que Lan Huan tenía para contarle solían interesarle, así que esa sensación se extendía en dirección al primer jade.

-El último intercambio se produjo en un día un tanto inconveniente para Lan Huan y para ti...

-Inconveniente se queda corto. -Bufó con obvia molestia-. Pero lo hiciste bastante bien, dentro de lo que cabe.

-¿Eso es un halago o un insulto?

-Las dos en uno. Si quieres salir conmigo, con mi versión de tu mundo más bien, o cortejarme o lo que sea que hagáis por allí, vete acostumbrándote.

-Gracias por el consejo. -Con aquellas pequeñas pullas, la tensión se diluía. A su ritmo, pero lo hacía. Al menos hasta cierto punto así lo sentía Lan XiChen-. El caso es que esta vez también ha coincidido con un evento muy desafortunado, pero para nosotros.

-¿Hay alguna reunión de señores importantes de vuestro mundo en la que Lan Huan va a tener que dar un discurso o algo así?

-Peor. 

El primer jade dejó escapar un pesado suspiro y, frente a él, el locutor alzó ambas cejas, curioso. La verdad es que estaba preocupado. Muy preocupado. Ya no solo había dejado atrás el tema de ese momento complicado con Jiang WanYin —y a saber la que le habría preparado Lan Huan y la que le esperaría a la vuelta, porque lo único que tenía claro era que ese hombre explotaba la vena de liante que los dos poseían pero que él reprimía desde niño—. No, también estaba toda la caza nocturna que tenía que liderar. Y si se estuvieran enfrentando al plan inicial, a unos cuantos cadáveres feroces soltados por Gusu Lan, bueno, vale. Pero no. Iban a lidiar contra un demonio de cuyos poderes desconocían el alcance. Ahora todo quedaba en manos de su querido líder Jiang. Aunque confiaba en que sabría manejarlo, le habría gustado estar ahí con él, a su lado. Trabajar juntos, estrechar lazos y eso. Y quizá robarle algún beso detrás de un matorral en el bosque, pero eso se limitaba solo al plano de las ideas descabelladas que no se creía con valor para cumplir. 

-WanYin y yo íbamos a liderar y a supervisar hoy una caza nocturna que podría volverse un tanto... complicada. Ahora él está en mi lugar y...

-Vamos por partes. -A la hora de interrumpirle, el locutor hizo un gesto alzando las palmas de las manos para detener su discursito-. ¿WanYin? ¿Quién es ese?

-Tú. -El presentador de radio parpadeó perplejo, como si se le estuviera encendiendo una bombilla en el cerebro, un recuerdo de hacía unas semanas o un mes atrás en un sofá que no le pertenecía a su piso de alquiler-. Es tu nombre de cortesía allí de donde vengo, Jiang WanYin.

Ante su mirada incrédula, Jiang Cheng se carcajeó como si le hubiera contado un muy buen chiste. Lan XiChen se quedó contemplándolo de hito en hito hasta que cesó su repentino ataque de risa, que le dejó con la respiración agitada y lagrimillas en la comisura de los ojos. Brillaban con diversión. Su visión le resultó cautivadora. Solo sería mejorable si se encontrasen, quién sabe, en el Hanshi, por ejemplo.

-Perdona. -Se excusó al tranquilizarse-. Es que me ha hecho mucha gracia.

-¿Puedo preguntar por qué?

-Acabas de hacerlo. -Le picó-. Es una tontería. Hace como un mes Lan Huan me comentó que tenía los nombres de los dos protagonistas de su nueva novela. Creo que puedes adivinarlos.

-¿WanYin y... XiChen?

-Sí. Una pareja por lo que me ha contado.

De inmediato, Lan XiChen sintió que se sonrojaba, y no solo de orejas para abajo.

-No... No somos tal cosa. -La imagen de los labios entreabiertos esperando un beso de Jiang WanYin volvió a golpear sus emociones y sus entrañas con fuerza, como si apuñalase todos y cada uno de sus pensamientos-. No todavía... creo.

-¿Crees?

-No puedo negar que le anhelo, menos ante ti. -El locutor de radio asintió contundente con la cabeza. Sabia decisión. Si se atreviese a intentar negarlo en su presencia, le atizaría con una almohada en la cara sin titubear, y tenía una puntería demencial con las almohadas, bien lo sabía su hermano-. Pero no sé lo que él siente al respecto. Sus opiniones acerca del romance entre dos hombres son...

-Una puta mierda, ya te lo adelanto. -Tan franco y brusco como solo el Jiang Cheng del siglo XXI podría ser, le cortó de golpe-. Y además si todo lo que Lan Huan me ha contado es cierto, están en conflicto. Hazme caso, como poco le interesas.

-¿Cómo puedes estar tan seguro?

-Porque me conozco a mí mismo. Sé cómo pienso y cómo actúo, muy a mi pesar. -Acabó mascullando-. No sé cómo de confuso estará ese tal Jiang WanYin, pero te puedo asegurar que la mejor opción conmigo es ir de frente, aunque os duela o nos duela.

-¿Y qué me sugieres?

-Pregúntale sobre sus sentimientos y confiésale los tuyos. Así de sencillo.

No sabía cómo demonios habían acabado hablando de su longevo enamoramiento en vez de sobre la caza nocturna, tema que deberían retomar muy probablemente con un café bien cargado de por medio, pero Lan XiChen debía admitir que había algo en la seguridad con la que hablaba en presentador que le tranquilizaba. No le estaba diciendo que todo iría bien, que se confesaría y obtendría un sí instantáneo ni mucho menos. No, en realidad le estaba retando a ello, a tener valor y lanzarse al abismo sin saber si caería al agua, a una colchoneta o contra el duro suelo. Por curioso o incluso masoquista que pueda sonar, eso le motivaba. Le motivaba tanto que tomó la decisión de hacerle caso nada más pusiese de nuevo un pie en su realidad.

Ya había esperado demasiado.

***

Entre aparecer en el Hanshi o la cama de su arisco novio, Lan Huan prefería la segunda sin ningún tipo de dudas. Ahora, si la opción se la ponían entre el Hanshi o algún lugar nunca visitado pero de aspecto igualmente medieval... Pues ya se sabe lo que dicen: más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer.

Lan Huan tenía muchas quejas al respecto de su situación actual, muchísimas, pero se ve que en el mundo del cultivo no hay hojas de reclamaciones para protestar por una transmigración inesperada ni un departamento de atención al cliente. Sin saber qué hacer ni dónde estaba, el escritor se las arregló para parecer presentable —véase también: no provocarle una desviación de qi a ningún miembro de su secta por accidente, familiares incluidos— y se lanzó a explorar la situación. Quien dice explorar la situación se refiere a intentar buscarle un poco de lógica, solo un poquito. Tampoco tenía nada mejor que hacer para pasar el rato.

Nada más salir de su habitación y pasar el primer pasillo, Lan Huan se dio cuenta de que estaba en un hotel, o en el equivalente a. Una posada, en realidad, pero es casi lo mismo. Casa rural para el millennial común de ciudad. No estaba solo. Vio a discípulos de su secta y de otras tantas. Todos le saludaban con la reverencia y el respeto que les correspondía, y él intentaba corresponderles a todos con un gesto educado. Se le daría mejor si estuviese de buen humor, pero la situación comenzaba a escamarle ya. ¿Un día el psiquiatra le decía que estaba bien y al siguiente daba un salto interdimensional? Claro que sí. Por supuesto. ¿Y el jueves qué pasaría? ¿Les invadirían los alienígenas, empezaría una pandemia internacional o se desataría el apocalipsis zombie? Porque vamos, a ese ritmo ya todo le parecía viable. Creía que no se extrañaría por nada, pero el día tenía alguna sorpresita desagradable preparada, escondida como ese puñetero as en la manga. No lo sabía, así que solo se dedicaba a intentar ignorar todo lo demás. Cuando vio a tanto chiquillo joven revoloteando de acá para allá, desayunando o preparando sus armas, una idea le vino a la mente.

Él también debería estar allí, ¿no? Siempre que se intercambiaban estaba, era su única seguridad. Y, si lo encontraba, podría ayudarle le gustase o no.

No, no había pensado ni en su hermano ni en Wei Ying. Mientras descendía por las escaleras rumbo a la planta baja de la posada comenzó a buscar con la vista uniformes morados y campanas de plata al cinto. Vislumbró un par por aquí y otros tres por allá, pero ninguno le pertenecía al hombre que quería ver. Aun así, eran ya una buena pista, o al menos un buen aliciente para no desmotivar al suplente del primer jade. Estuvo más de diez minutos dando vueltas por las distintas estancias sin éxito, pero tuvo suerte. Al final, ni siquiera necesitó salir de la posada para encontrarlo, aunque ya se lo estaba planteando. En un momento dado se volvió en dirección a las escaleras por las que había bajado con la idea de revisar en los pisos superiores. Jiang WanYin se le adelantó apareciendo justo por esas mismas.

Al verle sonrió de forma inevitable. De la misma manera, el gesto del cultivador se torció solo un segundo después de ver su reacción. Parecía decepcionado y frustrado, las dos al mismo tiempo. Era por la ligereza en sus ojos y en sus hombros, por la falta absoluta de vergüenza. En esta ocasión lo reconoció porque, después de lo que había pasado entre ellos, era imposible que Lan XiChen le sonriera con tantísima sencillez, sin desviar la mirada ni enrojecer ni... ¡ni nada! ¡Ni mostrarle un mínimo de decencia! Se negaba a creer que podría actuar como si nada hubiera ocurrido, como si nunca hubieran estado a puntito de comerse la boca el uno al otro.

Si fuese capaz de mentirle así, él mismo lo azotaría con Zidian hasta que le sangrasen las manos.

-Voy a empezar a pensar que me odias. -Comentó el escritor cuando Jiang WanYin se dignó a llegar hasta él. Cada paso parecía darlo a regañadientes.

-Te lo habrías ganado. -Gruñó sin delicadeza ninguna-. ¿Por qué siempre apareces en las peores situaciones posibles?

-A mí también me gustaría saberlo. No lo hago a propósito. -La cara de Lan Huan era un interrogante en sí misma. El líder Jiang no necesitaba que le dijeran que el pobre hombre frente a él no tenía ni la más remota idea de lo que estaba pasando a su alrededor. Tan condenadamente obvio. Molesto consigo mismo y con sus inoportunos sentimientos, Jiang WanYin negó con la cabeza-. ¿Me pones al día, por favor?

-Aquí no. No queremos que quedes como un loco delante de tu gente. Todavía te respetan. -Sin demasiada discreción y un poco brusco (como era él al fin y al cabo) le agarró del codo y le señaló la puerta principal con la cabeza-. Vamos.

-¿A dar un paseo al amanecer? Qué romántico.

-Debería dejarte morir en una zanja.

A Lan Huan se le escapó una risilla atragantada que solo se intensificó cuando su compañero le fulminó con la mirada. Aunque ya estaban más acostumbrados el uno al otro (quizá) Jiang WanYin todavía sentía que esa versión del primer jade tenía una capacidad innata para ponerle de los nervios de una forma bastante distinta a la de Wei WuXian. Su ZeWu-Jun tampoco carecía de esta misma, en realidad, pero la usaba con más sutileza y causaba todavía más estragos en él y en sus desbaratadas emociones.

A ojos de todos, los dos líderes de secta salieron a dar un paseo matutino y comparar estrategias como esos dos profesores que se pasan los apuntes de sus clases en mitad de un descanso. Más tarde algún discípulo desvergonzado comentaría lo cercanos que se habían hecho de pronto ZeWu-Jun y Sandu ShengShou. Aunque quién dice de pronto dice a lo largo del último mes y algo. Lan SiZhui asentiría con la cabeza, Lan JingYi negaría para sí mismo, Jin Ling pondría cara rara porque todavía no se lo podía creer y Ouyang ZiZhen fantasearía con la intrincada e imposible historia de amor entre dos líderes prominentes. Si Jiang WanYin se enterase de que los rumores que se extendían a sus espaldas habían pasado de considerarle un cruel torturador a la segunda parte de un tórrido romance, los azotaría hasta la muerte. Menos mal que, salvo Wei WuXian en sus mejores momentos, nadie se atrevería a bromear con el tema en su presencia. Aunque sería cuestión de tiempo que los escuchasen, que no corrían poco ni hablaban bajo. Después de la polémica boda entre el temido Patriarca YiLing y el ilustrísimo HanGuang-Jun, el mundo del cultivo se había vuelto un poco loco. Sin saberlo, ellos iban camino de convertirse en el nuevo cotilleo favorito del país.

Y en la nueva pareja de moda. Todas esas cultivadoras a las que el líder Jiang rechazó en su día (o las que le habían rechazado a él por idiota intransigente, no nos engañemos) ahora parecían bastante satisfechas. Fíjate, qué curioso.

Una vez fuera de la posada, Jiang WanYin se permitió respirar con un poco más de tranquilidad. Ni con esas llegó a soltar el codo de Lan Huan, el que había empleado para arrastrarle fuera de allí. El escritor tampoco se quejó. No tardó en darse cuenta de que la versión cultivadora de su novio evitaba por cualquier medio posible mirarle a los ojos. Algo había pasado entre ellos. Y, aunque a primera vista parecía problemático, una vocecilla dentro de su cabeza sugería que no era del todo malo. No necesitaba indagar mucho para hacerse una idea, ni que fuera nuevo en esto. Los primeros acercamientos siempre dan lugar a sentimientos conflictivos e inesperados con los que uno no sabe lidiar del todo bien. Lan XiChen llevaba mucho tiempo enfrentándose a ellos y a lo que creía que era un amor no correspondido, así que por supuesto mantendría la cara gruesa con más facilidad. Lo de Jiang WanYin era otro cantar. Lan Huan podría apostar sin temor a perder que el líder Jiang se estaba enamorando de su homólogo, solo que todavía no sabía muy bien cómo hacerle frente a algo que ya era innegable para todo el mundo, él mismo incluido. Por eso las miradas esquivas, los gestos bruscos y las palabras cortantes.

El Jiang Cheng enamorado en realidad era muy similar al Jiang Cheng normal.

-Por aquí estaremos bien.

Al llegar a una zona comercial especializada en puestos de bebida y comida algo más alejada del centro de la ciudad que su posada, el maestro del Muelle del Loto le soltó por fin el brazo.

-¿Qué es este lugar? -Cuestionó al escritor, que llevaba un buen rato mirando a todas partes intentando grabar todos los detalles de esa bonita ciudad en su memoria. Ojalá tener una cámara de fotos, pensó, o la memoria de A-Yao. Esas localizaciones le sugerían millares de escenas que le encantaría incluir en su nueva novela-. No se parece a la ciudad en la que estuve durante el primer intercambio.

Sin saberlo, hizo que Jiang WanYin recordase ese primer incidente. Se contuvo para no colorearse de rabia, pero le costó un esfuerzo que no fue pequeño.

-La ciudad se llama QianQian. -Explicó, no falto de molestia-. Es una población fronteriza entre tus territorios y los míos.

Lan Huan asintió, asimilando con rapidez la información.

-Eso quiere decir que nuestras dos sectas se encargan de su protección, ¿cierto?

-Así es.

-Y... ¿qué nos ha traído aquí?

Jiang WanYin le miró por el rabillo del ojo un segundo, como si le evaluara. Nadie sabría decir si el resultado fue o no positivo, pero al menos contaba con un aprobado raspado, significase eso lo que significara.

-Un demonio amenaza la seguridad de la ciudad, y eso no nos conviene a ninguno de los dos. Es un enclave comercial importante, necesitamos que su gente y las carreteras que llegan hasta aquí se mantengan a salvo. -Explicó, rápido y directo-. Estamos aquí para detenerlo. Esta noche.

-¿Qué?

La cara del escritor se convirtió en una mueca de absoluto espanto y escándalo. ¿Que iba a luchar contra un demonio? ¿Él? ¡No, no, no! ¡Perdona pero no! Si no sabía ni cómo coger una espada. ¡Solo se había acordado de sacar a Shuoyue de la habitación con él por la carta de Lan XiChen, pero no tenía intenciones reales de desenfundarla!

-¡Disimula! -Siseó Jiang WanYin, clavándole un codo entre las costillas-. La situación ya es bastante complicada, así que no lo empeores.

-¿Y qué quieres que haga? ¿Aceptar la muerte?

-Nadie va a morir aquí, tú el que menos. -Le ladró-. XiChen todavía me debe una conversación.

Su última frase fue un susurro más dicha para sí mismo que para ningún oyente externo, pero Lan Huan pudo captarla alta y clara, como si se la hubieran gritado al oído. No dijo nada al respecto, pero le costó contener la sonrisilla. Luego volvió a enfocarse en el temilla del demonio y se le pasaron las ganas de reír.

-Entonces ¿qué va a pasar?

-Escucha, estamos aquí de caza nocturna, tus discípulos y los míos.

-Eso suena fatal...

-¡Es de lo más normal! Los cultivadores lo hacemos todo el tiempo.

Aunque, gracias a sus obligaciones como líderes de secta, ellos dos salían bastante menos de lo que les gustaría. Ahora que a efectos prácticos gestionaba dos clanes, Jiang WanYin en concreto apenas pisaba los terrenos de caza. Se pasaba los días enterrado tras montañas de papeleo y correspondencia, así que Sandu ya clamaba por algo de sangre bañando su filo. Una pena que ese fuese el peor día para satisfacerla. Entre el intercambio y que le dolía la cabeza por no haber dormido casi nada y haber bebido no poco precisamente... no, no iba a ser su momento de gloria, sin duda alguna.

-Bueno, perdona que te diga pero en mi mundo la gente normal no sale de cita a cazar criaturas fantásticas, ¡sale a tomar café!

-Pues aquí sí. ¡Acostúmbrate!

Lan Huan suspiró. ¿Por qué intentaba discutir con Jiang WanYin cuando ya sabía de antemano cómo iba a ir y a acabar el asunto?

-Mira, lo que no podemos permitir es que XiChen quede como un inútil. Esta es la primera cacería a la que se presenta en años. -Un poco más calmado, el líder Jiang le explicó por encima la situación, tratando de simplificarla todo lo que pudo-. Desde la muerte de Jin GuangYao, se pasó algunos años en reclusión sin ver a nadie. Sentía que todo lo ocurrido había sido culpa suya, cuando en realidad su único pecado fue ser demasiado bueno para su propio bien. El mundo del cultivo degradó su figura con rumores asquerosos... y ahora está recuperando la reputación que tuvo. Volvió a tomar las riendas de su vida, a dirigir su secta y a aparecer en público. El siguiente paso lógico es volver a ser parte de cazas nocturnas. La idea era que los dos supervisaríamos esta, y es lo que haremos.

-¿No te preocupa el hecho de enfrentarte a un demonio?

El pobre seguía alucinando con eso. Como para no. Vete tú a decirle a un escritor del siglo XXI millennial que coja una espada y se lance a la batalla. Eso sí, también se había dado cuenta de todos los matices del discurso de Jiang WanYin. Parecía profundamente preocupado por él —por Lan XiChen— y eso le conmovió.

-No es nada nuevo. He luchado contra cosas peores. -Le restó importancia, engreído de una manera tan natural que ni siquiera era insultante-. Además nuestros discípulos son fuertes y están bien entrenados. Lo más probable es que apenas tengamos que intervenir. Es su caza nocturna, después de todo. Estamos aquí para actuar solo si las cosas se tuercen.

Por alguna razón, el instinto de cualquier buen narrador que se precie, Lan Huan tenía la terrible sensación de que las cosas iban a torcerse. Y no poco.

Cuánta razón.

-Y... ¿si eso ocurriera?

-Yo me ocuparé.

-¿Solo?

-Apenas sabes manejar la energía espiritual necesaria para encender un talismán. XiChen es poderoso, el mejor de nuestra generación incluso, pero tú en el mejor de los casos eres un principiante. -Eso era innegable, aunque no agradable de oír, gracias-. Sí, si las cosas se tuercen, yo venceré a ese demonio y a todos los que hagan falta. No tendrás que preocuparte por tu seguridad, solo estar ahí y actuar con dignidad. Toca el xiao o algo, aparenta. El resto déjamelo a mí. 

-Pero...

-Soy Sandu ShengShou. No te atrevas a subestimarme.

Al final, Lan Huan se encontró teniendo que contener la sonrisa. Alrededor de aquel hombre había un aura imponente, un aura de líder que no dejaría nada a la suerte. No hablaba en vano y su orgullo no nacía de la nada o de suposiciones sin fundamento. Había luchado y ganado esa fuerza, había hecho suyo el poder que le fue otorgado y ahora lo blandía junto a Zidian. No mentía. Podría enfrentarse a lo que fuera sin pestañear. Y, aunque sin duda admirable y le suscitaba cierta satisfacción, lo que le hacía estar encantado de verdad era otra cosa.

Aun sin decirlo con claridad, Jiang WanYin le estaba dando a entender que protegería a Lan XiChen pasase lo que pasase. Tanto su honor como cultivador como a su persona.

Continue Reading

You'll Also Like

311K 49.4K 25
Park Jimin, un padre soltero. Por culpa de una estafa termina viviendo con un completo extraño. Min Yoongi, un hombre solitario que guarda un triste...
33.7K 3.8K 5
Lan Wangji tiene tres mil reglas para moldear su autocontrol siempre perfecto, pero las tentaciones están por todas partes y en la forma de un niño c...
14.9K 1.7K 10
donde anabella y enzo viven su propia comedia romántica. enzo vogrincic x oc
37.1K 5.7K 10
Jiang Cheng es un maestro de Física y Química en la preparatoria, todos lo conocen por ser uno de los profesores más estrictos a la vez que joven del...