Between [XiCheng] [Mo Dao Zu...

By EKurae

147K 24K 9.1K

Es de conocimiento común que, tras los trágicos eventos del templo GuanYin, Lan XiChen, líder de Gusu Lan, de... More

Capítulo 1: Mis sueños nunca han sido tan realistas
Capítulo 2: ¿Dónde se desayuna por aquí?
Capítulo 3: Es un poco pronto para beber, ¿no crees?
Capítulo 4: Así que esto es un teléfono
Capítulo 5: Eso ha dolido más de lo que debería
Capítulo 6: Ya me mando yo al sofá
Capítulo 7: ¿Cómo que veintitrés de marzo?
Capítulo 8: No, no ha sido un lapsus freudiano
Capítulo 9: Lo poco que tenemos en común
Capítulo 10: Si suena a locura y parece un disparate...
Capítulo 11: El arte de salir de situaciones incómodas
Capítulo 12: Toda esta calma me huele a tormenta
Capítulo 13: Otra vez no
Capítulo 14: Me miras como si supiera algo del siglo XXI
Capítulo 15: ¿Para que sirve una cinta de correr si sigo en el mismo sitio?
Capítulo 16: Debería cuidar por dónde piso
Capítulo 17: Vamos a ver, tengo un móvil y no sé utilizarlo
Capítulo 18: Solo creo que eres hermoso
Capítulo 19: Podemos encontrarnos a medio camino
Capítulo 20: Y si no estoy loco, ¿qué está pasando aquí?
Capítulo 21: Así que sabes que sé lo que no quiero que sepas
Capítulo 22: Nos adentramos en terreno desconocido
Capítulo 23: Prefiero decir hasta luego
Capítulo 24: Interludio y pausa para la publicidad en La Sonrisa del Emperador
Capítulo 25: Interludio y pausa para la publicidad en el Muelle del Loto
Capítulo 26: Dicen que la segunda parte siempre es la más interesante
Capítulo 27: Si bebes, ni vueles en espada ni conduzcas
Capítulo 28: Este mundo es más complejo de lo que pensaba
Capítulo 29: El don de la oportunidad no es lo nuestro
Capítulo 31: Vamos por partes, por favor
Capítulo 32: Mientras nadie muera antes del postre, todo irá bien
Capítulo 33: ¿No me vais a ofrecer una copa?
Capítulo 34: Mejor lo hablamos mañana
Capítulo 35: Al final lo de ir al psiquiatra no suena tan mal
Capítulo 36: Empecemos atendiendo a razones
Capítulo 37: Separemos lo real de lo... ¿real?
Capítulo 38: ¿Podríamos acercarnos solo tres milímetros más?
Capítulo 39: Nos han echado un mal de ojo
Capítulo 40: O de cómo torcer en la dirección equivocada
Capítulo 41: Ni las películas me entrenaron para esto
Capítulo 42: Experimentemos un poco de todo
Capítulo 43: ¡Aguanta!
Capítulo 44: No esperes que no me enfade
Capítulo 45: Todavía no está todo dicho
Capítulo 46: La próxima vez, ¡llama antes de entrar!
Capítulo 47: En toda buena mudanza faltan cajas
Capítulo 48: No sé yo si esto es legal
Capítulo 49: No, sin duda esto no puede ser legal
Capítulo 50: ¿Me dejarás preguntar?
Capítulo 51: Ahí vamos una y otra y otra vez
Capítulo 52: ¿Que tu gata qué?
Capítulo 53: ¿Veterinario? ¿Debería tener miedo?
Capítulo 54: ¿No deberían haberte dado puntos por esto?
Capítulo 55: A todo se le puede dar una oportunidad
Capítulo 56: Yo también te quiero
Capítulo 57: Lo que no pase en la radio...
Capítulo 58: Los hay inoportunos y luego está Wei WuXian
Capítulo 59: Porque quedarnos como estamos no es una opción
Capítulo 60: Entre hermano y hermano
Capítulo 61: Esto no tiene tan mala pinta
Capítulo 62: La familia política me asusta más que la muerte
Capítulo 63: Por favor, por favor, que a nadie le dé un ataque al corazón
Capítulo 64: No te lo dejes en el tintero
Capítulo 65: ¿Seguro que este cuento se ha acabado?
Epílogo 1: El despertar del siglo XXI
Epílogo 2: El despertar del Muelle del Loto

Capítulo 30: Hay formas mejores de decir las cosas, ¿y qué?

1.8K 344 78
By EKurae

-¡Hola a todos! ¡Ya estamos aquí!

Wei WuXian siempre fue, es y será como un torbellino andante, y su familia en conjunto no podía resultar menos. El mundo o el contexto social importaban más bien poco, ese punto parecía ir grabado a fuego en su alma, en su propia esencia. Lan XiChen no se sorprendió al verle entrar al restaurante con una gran sonrisa pintada por toda la cara y un niño pequeño subido encima de los hombros. Reconoció a Lan SiZhui, en aquel momento solo A-Yuan, en el mismo instante en el que le vio. Tendría más o menos la misma edad que su A-Yuan cuando WangJi lo trajo a los Recesos de la Nube tras el fatídico asedio a los Túmulos Funerarios, pero era distinto por completo. Ni estaba desnutrido ni enfermo, ni mucho menos al borde de la muerte, y a pesar de las dos semanas que había pasado ingresado en el hospital se le veía en buena forma. En realidad eso le resultaba un alivio, como si un peso culpable acabase de abandonar su corazón. Ese niño estaba sano y sonreía con la alegría que cualquier crío debería tener a su edad. Miraba a su alrededor desde las alturas, absolutamente encantado con descubrir tantas cosas y caras nuevas. Tras ellos, Lan WangJi cuidaba en silencio que su pareja sujetase bien a su hijo, tan impasible como siempre. Y, solo para los ojos de Lan XiChen, con una alegría más que evidente.  Casi eufórica incluso.

Jiang WanYin negó con la cabeza ante la "entrada triunfal" de su hermano, pero esbozó una media sonrisa no del todo afilada. A su lado, Jin ZiXuan hizo lo mismo, mucho más cordial de lo que recordaba. Años y años de limar asperezas acaban dando algún resultado, supuso cierto cultivador. Los adultos se saludaron con familiaridad y felicitaciones, y Jiang YanLi no tardó en volver de la cocina para recibir a los recién llegados. En menos de un minuto, el pequeño sobre los hombros de Wei WuXian se volvió el foco de todas las atenciones. Mientras tanto Jin RuLan seguía entretenido en los brazos del presentador, ajeno al resto del universo. A ese bebé después de todo solo le interesaban su tío y dejar las manos plasmadas en los cristales no del todo limpios de las gafas de su tío.

-¿Todavía no ha llegado nadie más? -Preguntó el otro locutor mientras bajaba a su hijo al suelo y abrazaba a su hermana adoptiva.

-De momento no. -YanLi negó con la cabeza-. De vuestros padres y vuestro tío no sabemos nada aún, pero papá y mamá me han dicho que llegarán en una media hora.

-Genial, genial. Lan Zhan, ¡eres el mejor!

-Mn.

-¿Y ahora qué ha hecho? -Cuestionó Jiang WanYin, entre extrañado y contrariado. Si no tenía cara de asco era por llevar a Jin RuLan en brazos.

Solo en ese momento se percató de la mirada helada que su hermano le dirigía a su pareja de cultivo de ese mundo, y que al pasar por encima de él mismo parecía resentida por algo que ni alcanzaba ni quería alcanzar a entender. Más que resentida... ¿no estaría quizá avergonzada? Sí, eso le encajaba más. Tendría que investigar por qué luego. 

O no, o podría seguir con su vida, ignorando cierta conflictiva llamada telefónica de la que no tenía por qué saber. Y así, todos contentos.

-Conseguir que saliésemos de casa antes de las ocho. Menos mal que me levantó de la siesta a tiempo o no nos veríais el pelo hoy.

-¡Pero si es tu reunión familiar!

-Ya, bueno. -Wei WuXian rio con su descaro habitual. Luego notó como el pequeño A-Yuan miraba de hito en hito a todo el mundo. Que no le asustasen los gritos de Jiang WanYin era casi inaudito, pero estaría bien recordar que su tía biológica era Wen Qing y que esos dos se parecían bastante en temas de temperamento-. A-Yuan, ¿por qué no te presentas a tus nuevos tíos? ¡Toda esta gente es tu familia ahora!

-¿De vedad?

-¡De verdad de la buena!

Los ojos del niño se iluminaron con emoción y ninguno de los presentes pudo evitar sonreírle en distinta medida. Era adorable. Lan XiChen rememoró en un fogonazo del pasado a ese pequeño niño que se había presentado al resto de los discípulos de su edad escondido entre sus túnicas. Agarrado a sus faldas como si fueran un salvavidas, temeroso de ser herido. Como le habría gustado que su A-Yuan hubiese tenido una mirada así a la misma edad.

-¡Me llamo Lan Yuan y tengo dos años! -Se presentó orgulloso, mostrando dos dedos y agitándolos en el aire.

Jiang YanLi no pudo evitar reír enternecida. La chef se agachó para quedar más o menos a su altura. Toda ella en sí emanaba un aura de tranquilidad que en cuestión de minutos había conquistado a A-Yuan, y que había hecho que el cultivador recordase por qué los dos Orgullos de Yunmeng tenían a su fallecida hermana en tan alta estima.

-Hola, A-Yuan. -Saludó cariñosa-. Yo me llamo Jiang YanLi, y soy la hermana mayor de tu papá. -Wei WuXian asintió por detrás-. Estos son mi marido, A-Xuan, y mi hermano pequeño, A-Cheng, y este de aquí es mi hijo, A-Ling. Será tu primo a partir de ahora.

Ante una indicación silenciosa de su hermana, Jiang WanYin dobló las rodillas un poco para enseñarle al pequeño bebé que todavía sostenía. Tanto él como Jin ZiXuan saludaron al chiquillo, pero A-Yuan parecía haberse quedado fascinado con su nuevo primito. Al ver al otro niño, el bebé balbuceó sonidos sin sentido y alargó las manos hacia él, moviéndolas como si quisiera cogerle, justo como hacía con su tío. El SiZhui en miniatura, tan asombrado como encantado, extendió un dedo en su dirección y permitió que se lo sujetara. Jin RuLan se carcajeó al sacudirlo, A-Yuan también, y Jiang YanLi acarició la cabeza de los dos pequeños. Cierto locutor de radio se rio con el ceño fruncido al ver la interacción de los dos críos, pero no dijo nada. La verdad es que todos estaban pensando lo mismo: eran encantadores.

Solo cuando Jiang WanYin se incorporó, Lan XiChen se aclaró la garganta y llamó la atención del pequeño A-Yuan. Ya que todos le habían saludado, sería una falta de respeto enorme no presentarse, y eso no se podía permitir. Así que le ofreció una de sus sonrisas más cálidas, la misma que había usado cuando lo recibió en los Recesos de la Nube y tuvo que hacerse cargo de él en lo que WangJi se recuperaba de sus heridas. No por nada pasó más de un año criándolo.

-Hola, pequeño. -Habló. Sabía que había un par de ojos añiles clavados en él, examinándole-. Encantado de conocerte. Yo soy Lan Huan, soy hermano de tu padre y pareja de tu tío Jiang Cheng.

El niño lo miró durante unos instantes con esos ojazos de búho y, solo por un segundo, pudo jurar que había algo parecido al entendimiento en ellos. No supo ni de dónde venía ni si no serían imaginaciones suyas. Tampoco le dio tiempo a comprobarlo, A-Yuan se abrazó a su pierna solo un segundo después. Fue inmediato. La sonrisa de Lan XiChen se llenó de cierta diversión nostálgica. Como consecuencia, Wei WuXian empezó a reír a carcajada limpia, tan fuerte que Jiang WanYin tuvo que apartarse de su hermano para que el pequeño RuLan no se echase a llorar en ese mismo instante.

-Bueno, pues tenemos un ganador. 

-¿Ganador? -Cuestionó Jin ZiXuan con mala cara mientras cogía a su hijo de los brazos del presentador. A Jin Ling no parecía hacerle demasiada gracia estar cerca del arquitecto. Por suerte ver a su madre impidió que se pusiese a berrear como una bestia malherida.

-Es que Lan Zhan y yo hicimos una apuesta por ver cuál de todos vosotros se volvía el favorito de A-Yuan. -Explicó entre risas. Con cada palabra que decía, su hermano y su cuñado fruncían más el ceño. El primer jade suspiró para sí mismo. Algunas cosas nunca cambian-. Yo aposté por A-Jie, por supuesto, porque es absolutamente la mejor de todos los aquí presentes después de mi Lan Zhan.

-Oh, A-Ying, qué tierno por tu parte.

Jiang WanYin puso los ojos en blanco. Jin ZiXuan lo imitó. Para sus adentros, Lan XiChen llegó a pensar que ese par se complementaba muy pero que muy bien. Podrían haber sido hasta buenos amigos —y es que en aquel mundo lo eran— si Jin ZiXuan no hubiera... bueno, si no hubiera muerto de forma prematura y muy violenta. Cosas que pasan.

-¿Verdad? Pero es cierto que Huan-ge es otro ángel, hay que serlo para aguantar a A-Cheng casi a diario, así que era una muy buena apuesta. Lan Zhan, has ganado. Haré lo que me pidas.

-Recuerda tus palabras.

-Y vete a la mierda ya de paso.

-¡Sabes que te lo digo con todo el cariño del mundo!

Como si esa declaración no le hubiera convencido —pues claro que no, si no engañaban a nadie—, Jiang WanYin le enseñó a su hermano el dedo corazón. Wei WuXian le respondió gesticulando como si se sintiese dolido, aunque era más que evidente que se lo estaba pasando en grande, así que el primer jade dedujo que ese gesto era alguna clase de desplante. Mientras los dos "discutían", Lan XiChen reparó en que A-Yuan seguía abrazado a su pierna. No parecía tener el más mínimo interés en soltarse. El cultivador le sonrió con cariño y le cogió en brazos. Recibió como respuesta una sonrisa y un gritito encantado, y desde el lado de su hermano una mirada llena de ternura. Debía admitir que, aunque una parte de él se sentía culpable por estar ahí, porque ese no era su sitio, otra estaba encantada con poder disfrutar de esa sensación. Ver a su sobrino siendo un niño inocente de nuevo, a toda su familia siendo feliz, a Jiang WanYin sonriendo y divirtiéndose como nunca antes pudo...

Idílico. Solo podía calificarlo como idílico.

Por el momento, todo marchaba bien. De hecho marchaba tan bien que Lan XiChen se encontró a sí mismo repasando la nota de Lan Huan sin entender el por qué de su preocupación. La creía un poco exagerada, visto lo visto. Había olvidado que faltaba gente por llegar, gente conflictiva, pero no tardó en recordarlo. Al cabo de algunos minutos, la tercera unidad familiar cruzó la puerta del Lotus Pier. Tres figuras elegantes vestidas sobre todo en blanco y azul, una sonriente y las otras dos tan serias como la muerte misma. El primer jade reconoció de inmediato a sus padres y a su tío. Aunque sabía (o más bien lo había leído como un dato más, sin llegar a procesarlo del todo) que en aquel mundo su padre y su madre estaban vivos y juntos y no vivían en casas separadas muy aislados en una terrible relación tóxica, se le hizo un nudo en la garganta imposible de ignorar. Durante el protocolario intercambio de saludos no hizo más que ir a peor. Y, cuando su madre se dirigió risueña hacia Jiang WanYin —que había vuelto a su lado en algún momento y ahora parecía concentrado en entretener a A-Yuan, al que de nuevo habían bajado al suelo— y él, se hizo insostenible. Si pudo mantener la compostura debió ser únicamente por gracia divina y muchos, muchos, años de práctica.

-¡A-Huan, cielo! -Exclamó su madre para, justo después, abrazarle.

Al estrecharla, estuvo a punto de echarse a llorar. Era justo como la recordaba, sonriente, vivaz y llena de energía, pero sin la mirada presa, perdida tras su única ventanita. Parecía más mayor, pero quizá porque su último recuerdo de ella era de cuando tenía diez años escasos. Incluso olía igual que la madre que recordaba en sus sueños, a jazmín y violetas.

-Hola, mamá...

Que lograse mantener la voz firme fue poco menos que un milagro.

-Hola, cariño. ¿Cómo has estado? ¡Oh! ¡Hola, A-Cheng! ¿Qué tal te va a ti también? -Cuestionó, dirigiéndose a abrazar a su yerno. Jiang WanYin le sonrió, un poco incómodo pero amable.

-Todo bien, gracias, señora Lan. -Respondió, saludando también con la cabeza a su padre y a su tío. 

Lan XiChen casi dio un salto cuando su padre se acercó y le apretó el hombro a modo de saludo, pero se las arregló para lograr sonreírle. Eso sí, tuvo que respirar hondo un par de veces para poder dirigirse a ellos con propiedad.

-Ay, A-Cheng, ¿qué te tengo dicho de ser tan formal conmigo? ¡Hay confianza!

-Perdón, es la costumbre. Señor Lan. -Saludó, asintiendo en dirección a su padre.

-Qué costumbre ni qué costumbre. A-Zhan y tú tenéis que aprender a relajaros, de verdad os lo digo. ¡Y tú, A-Ying! -Habló en dirección a su otro cuñado. Los dos eran tal para cual y se entendían de maravilla, por eso Wei WuXian no dudó ni un segundo en abrazar con efusividad a su querida suegra, que era casi como una madre para él, todo sonrisas de oreja a oreja-. Ya va siendo hora de que nos digas por qué estamos aquí, ¿no? ¿Y quién es este niño tan bonito?

En algún momento —Lan XiChen estaba tan en shock y todo pasaba a tanta velocidad ante sus ojos que ya no tenía ni idea de cuándo había ocurrido— A-Yuan había vuelto a los brazos de sus padres adoptivos. Lan WangJi lo aupaba con cuidado con un brazo. Su otra mano fue reclamada por Wei WuXian, que entrelazaba los dedos con los de su novio para enfrentarse a la mirada desaprobatoria de Lan QiRen. El primer jade se dio cuenta de que su tío no le había dirigido la palabra a su cuñado todavía. Bueno... ni a nadie más allá de los "buenas noches" y los "qué tal" protocolarios. Se limitaba a mirarlo todo con una ceja alzada, como si se esperase lo peor y estuviese preparado para soltar un rotundo "os lo dije" de manual en cuanto abriese la boca. Una pena que la respuesta de Wei WuXian no fuese el cúmulo de irresponsabilidades y desastres abocados al apocalipsis que se esperaba.

-Este niño tan bonito es la razón de que estemos todos aquí. -Sonrió nervioso el locutor de radio, apretando la mano de su pareja-. Se llama A-Yuan, Lan Yuan, y es vuestro nieto. A-Yuan, estos son tus abuelos por la parte de Lan Zhan.

Durante diez segundos exactos de tensión absoluta se hizo el silencio.

***

-Después de lo mucho que parecía desagradarte ser un manga cortada, solo me sorprende.

Zidian crujió como una respuesta inmediata a unas palabras que no había medido ni habría dicho en cualquier otro contexto. Justo después de pronunciarlas se dio cuenta de lo problemáticas que podrían resultar. Por desgracia si él empalideció casi al instante, Jiang Cheng enrojeció todavía más. Y, claro está, de rabia pura.

O... eso no podía ser vergüenza de la buena, ¿no? No... ¿No?

-Si no estás muerto en este momento es única y exclusivamente por quién eres. -Siseó el líder Jiang. Su mirada era tan o más amenazante que Sandu y Zidian juntos-. Sin embargo, podré explicarle a XiChe... a ZeWu-Jun cómo ha conseguido llevarse unas cuantas quemaduras y no me culpará.

Aunque las amenazas del Jiang Cheng que conocía y quería de normal estaban vacías —y dirigidas a Wei Ying o a Nie HuaiSang, por eso no solían ser motivo de preocupación— esa distaba mucho de todas las que había escuchado hasta el momento. Muchísimo. Ver su anillo brillando en blanco debería haberle disuadido de seguir cometiendo imprudencias y abriendo la boca para decir nada más que una tontería tras otra. Por suerte o por desgracia, Lan Huan se consideraba a sí mismo del tipo de persona que crece ante la adversidad, de los que no se achantan ante ningún peligro. También es verdad que no se había enfrentado a muchos peligros reales, la defensa de su trabajo de fin de grado y de su tesis doctoral como mucho. Y esa vez que, cuando trabajaba en un periódico, le mandaron a cubrir un acto político que acabó siendo algo accidentado, pero poco más. Nada comparable con enfrentarse a un cultivador furioso y armado que todavía viraba entre la aceptación de sus sentimientos y la negación de su sexualidad.

Respiró hondo. Se había metido en un buen atolladero y parecía dispuesto a seguir cayendo y cavando su propia tumba.

-O podemos comportarnos como hombres civilizados, Jiang Cheng. 

Sí, sí, podría seguirse haciendo el desafiante e intentando hablar con firmeza, pero poco le faltaba para ponerse a temblar por dentro. Y aún así seguía liándola sin medir las consecuencias. ¿Acaso era imbécil?

-Creí haberte avisado de lo que pasaría si seguías tratándome con esa familiaridad.

Zidian resplandeció de nuevo. Lan Huan se tensó ante esa visión, pero se negó a recular. También tenía cierto orgullo que mantener, ¿vale?

-La costumbre, perdona. -Comentó con naturalidad, como si fuese poco importante-. Es cierto que puedo haberme excedido hace un momento, pero...

-¿Haberte excedido? ¡Ja! ¡Cualquier otro en tu lugar ya estaría suplicando piedad!

-Y, sin embargo, todavía no me has golpeado.

-No tientes a tu suerte.

-Nada me gustaría menos. Lo que intento decir es que, si bien no he sido muy acertado, no puedes negar que tengo algo de razón. Y el derecho a saber qué haces aquí también.

Ahora la cara de Jiang Cheng se había vuelto blanca. Variaba de color con cada palabra que pronunciaba Lan Huan. El escritor solo intuía que sus frases podrían servir como ataques. Visto lo visto, debía dejar de dudar de su efectividad. Funcionaban, sin duda alguna. Las expresivas reacciones del hombre frente a él se lo demostraban. No sonrió porque no era su estilo, pero le habría gustado. Una vocecilla en su mente le dijo: por qué no, si esto es un sueño, ¿qué más da? Otra le avisó: ten cuidado, tus actos no repercutirán solo en ti.

-¡Qué derecho ni qué derecho! -Reclamó el cultivador-. ¡No insinúes cosas raras!

-No insinúo nada raro para mí. -Le respondió con seria tranquilidad. Por dentro no la sentía-. En mi mundo ser un manga cortada, como lo llamáis aquí, es bastante normal. Menos de lo que debería, pero vamos por buen camino. Ya te lo dije la otra vez.

-¡Y te repito que no soy un manga cortada!

-¿Quieres convencerme a mí o a ti?

Un estruendo llenó el Hanshi. Menos mal que no había discípulos patrullando por allí cerca, o cualquiera pensaría que estaban atacando a su querido ZeWu-Jun. Lan Huan sintió la tensión invadir sus propios hombros al ver cómo la energía espiritual de su compañero reventaba su taza en cientos de pedacitos blancos. El té oolong se derramó por la mesa y por su mano, pero ninguno de los dos le dio importancia. Estaban demasiado ocupados sosteniéndose la mirada, luchando por ver quién la retiraba antes. En los ojos de Jiang Cheng había algo parecido a la rabia, pero ese sentimiento se mezclaba con mil delirios más.

Ni siquiera estaba seguro de por qué, pero el cultivador de Yunmeng creyó que se quebraría en aquel mismísimo instante. No tendría sentido. Era fuerte, era muy fuerte. Era capaz de aguantar cualquier cosa, ¡ya lo había hecho antes! Sin embargo, allí estaba, sintiéndose desarmado ante unas palabras que golpeaban directas en el epicentro de sus problemas. ¿Qué podría hacer él ante esos ojos? Esa mirada de cobre que parecía saberlo todo sobre él, esa mirada que era tan firme como la del verdadero ZeWu-Jun. No flaqueaba ante su ira y no se rendía ante las amenazas, porque era justo y sabía mantenerse en pie. Jiang Cheng se dio cuenta de que no solo admiraba esa mirada. También le embaucaba, le cautivaba como nunca nadie más podría. Y se odió por ello, porque era el peor momento para darse cuenta de las cosas, de los pequeños detalles de Lan XiChen que tanto le encandilaban. Por supuesto, también era el peor momento para darse cuenta de todas las similitudes entre Lan Huan y Lan XiChen, que al fin y al cabo eran la misma persona. Tendía a olvidarlo. La sonrisa suave de su XiChen era, después de todo, una especie de bálsamo, un remanso de paz para todos sus problemas de control de la ira. Ese Lan Huan no tenía nada de balsámico. Más bien ese parecía querer hacer que se enfrentase a sus contratiempos a base de golpes.

-Ya hemos pasado por una situación como esta. -Le reprochó. La voz le temblaba, pero no sabía por qué.

-Y nunca llegaste a contestar. Te fuiste antes.

Aunque frente a él Lan Huan parecía en calma, no lo estaba. Ninguno de los dos lo estaba. Quizá por eso, al ver a Jiang Cheng apretar los dientes y —finalmente— apartar la vista, sintió más remordimientos que satisfacción. Sintió que había ido demasiado lejos.

-¿Por qué? -Acabó por mascullar el líder Jiang, la mirada fija en la porcelana rota, cubierta por su flequillo desaliñado. El escritor sintió la necesidad de arreglárselo-. ¿Por qué tienes que parecerte tanto a él?

-Quizá porque, en esencia, somos lo mismo. -Respondió en voz baja. Igualó su tono trémulo y esbozó una sonrisa cariñosa que no sería contemplada. Solo después de respirar hondo se armó de valor y se decidió a tocar esos mechones negros. Los colocó con cuidado a ambos lados de su frente, disfrutando de ese familiar tacto áspero entre sus dedos. Cuando Jiang Cheng alzó el rostro, le descubrió al falso primer jade una expresión tan desamparada como sorprendida. Una punzada de culpabilidad que no sabía explicar le perforó el pecho-. He ido demasiado lejos, lo siento.

Retiró la mano con premura, temeroso de seguir acumulando más malas relaciones y resentimiento que luego su álter ego pudiera acusar. Ya había hecho bastante. Por suerte para él, el cultivador nunca llegó a apartar esa mano de un manotazo. Fue porque, solo por un momento, creyó que quien estaba frente a él era Lan XiChen. Después de ese sueño, no podía negar que ansiaba su compañía. La ilusión se diluyó con rapidez, sí, pero fue milagrosa. Calmó su furia desbocada, y esa hazaña era digna de loa.

-Da igual. Yo también me he excedido.

Lan Huan sonrió. Conociendo a Jiang Cheng como lo conocía, sabía que eso era una disculpa casi en condiciones.

Líder de secta y escritor se quedaron en silencio durante algún tiempo, cada uno sumido en sus propios complicados pensamientos. La irritación de Lan Huan se había diluido —porque su molestia nunca tendía a durar demasiado—, pero en su lugar la sustituía la pesadez de volver a pensar en todo el embrollo en el que estaba. Ojalá hubiera una forma de volver a intercambiarse con Lan XiChen en el acto, porque lo necesitaba. Lo necesitaba y no podía. Si tuviera que ponerse a nombrar sus emociones, la desesperación estaría entre ellas, no le cabía la menor duda. La frustración también, pero ese no era el mejor lugar para deshacerse de ella como su novio y él acostumbraban. No quería ponerle a Jiang Cheng unos cuernos interdimensionales consigo mismo, estaría mal.

Y... bueno, ya de estar tampoco querría ser castrado.

Mientras se debatía entre esto y aquello y lo de más allá, un tintineo lo sacó de sus pensamientos. Uno por uno, el líder de Yunmeng Jiang recogía los fragmentos de cerámica como si esa fuese la actividad más interesante del mundo. Al verle y caer por fin en el pequeño desastre que había quedado como remanente del arrebato, Lan Huan se levantó a por algo para limpiar el té derramado. Con la vista localizó un paño limpio cerca de un segundo escritorio. La distribución de muebles le recordaba a su propio apartamento, pero no quiso pensarlo de más. Lo cogió y, una vez Jiang Cheng se hubo hecho cargo de la mayoría de pedazos rotos, lo pasó por la mesa. Limpiaron en silencio durante un par de minutos, eficaces pero calmados, como si no quisieran volver a abrir la boca por miedo a lo que podrían decir. Intentaban alargar el momento actuando de la forma más calmada posible, cada movimiento planteado como una transición paulatina con la que extender los minutos. Sus miradas solo se encontraban de vez en cuando, pero el contacto visual apenas duraba un segundo o dos. Solo cuando el escritor puso frente a él una segunda taza y sirvió en ella un té ya frío el líder Jiang abrió la boca de nuevo.

-XiChen me pidió que viniera. Por eso estoy aquí.

Lan Huan asintió. Ese podría ser un buen punto de partida para empezar a mejorar la situación, ¿verdad?

Continue Reading

You'll Also Like

7.9K 648 21
Alexa Salvatore, es la hermana pequeña de Damon y Stefan salvatore, ella se alejo de sus hermanos por el simple echo que ya no los conocía, se dejaba...
86.5K 8.9K 5
COMPLETA -Tu desayuno Wei Wuxian abrió los ojos sorprendido, ante él la polla de su amado Lan WangJi. No le dio tiempo a terminar de despertarse cu...
17.9K 2.9K 11
Una historia de amor, protagonizada por la magia y el misterio. Entre un espíritu zorro prisionero y su salvador. Historia corta BL. WANGXIAN
33.7K 3.8K 5
Lan Wangji tiene tres mil reglas para moldear su autocontrol siempre perfecto, pero las tentaciones están por todas partes y en la forma de un niño c...