Between [XiCheng] [Mo Dao Zu...

By EKurae

147K 24K 9.1K

Es de conocimiento común que, tras los trágicos eventos del templo GuanYin, Lan XiChen, líder de Gusu Lan, de... More

Capítulo 1: Mis sueños nunca han sido tan realistas
Capítulo 2: ¿Dónde se desayuna por aquí?
Capítulo 3: Es un poco pronto para beber, ¿no crees?
Capítulo 4: Así que esto es un teléfono
Capítulo 5: Eso ha dolido más de lo que debería
Capítulo 6: Ya me mando yo al sofá
Capítulo 7: ¿Cómo que veintitrés de marzo?
Capítulo 8: No, no ha sido un lapsus freudiano
Capítulo 9: Lo poco que tenemos en común
Capítulo 10: Si suena a locura y parece un disparate...
Capítulo 11: El arte de salir de situaciones incómodas
Capítulo 12: Toda esta calma me huele a tormenta
Capítulo 13: Otra vez no
Capítulo 14: Me miras como si supiera algo del siglo XXI
Capítulo 15: ¿Para que sirve una cinta de correr si sigo en el mismo sitio?
Capítulo 16: Debería cuidar por dónde piso
Capítulo 17: Vamos a ver, tengo un móvil y no sé utilizarlo
Capítulo 18: Solo creo que eres hermoso
Capítulo 19: Podemos encontrarnos a medio camino
Capítulo 20: Y si no estoy loco, ¿qué está pasando aquí?
Capítulo 21: Así que sabes que sé lo que no quiero que sepas
Capítulo 22: Nos adentramos en terreno desconocido
Capítulo 23: Prefiero decir hasta luego
Capítulo 24: Interludio y pausa para la publicidad en La Sonrisa del Emperador
Capítulo 25: Interludio y pausa para la publicidad en el Muelle del Loto
Capítulo 26: Dicen que la segunda parte siempre es la más interesante
Capítulo 27: Si bebes, ni vueles en espada ni conduzcas
Capítulo 28: Este mundo es más complejo de lo que pensaba
Capítulo 30: Hay formas mejores de decir las cosas, ¿y qué?
Capítulo 31: Vamos por partes, por favor
Capítulo 32: Mientras nadie muera antes del postre, todo irá bien
Capítulo 33: ¿No me vais a ofrecer una copa?
Capítulo 34: Mejor lo hablamos mañana
Capítulo 35: Al final lo de ir al psiquiatra no suena tan mal
Capítulo 36: Empecemos atendiendo a razones
Capítulo 37: Separemos lo real de lo... ¿real?
Capítulo 38: ¿Podríamos acercarnos solo tres milímetros más?
Capítulo 39: Nos han echado un mal de ojo
Capítulo 40: O de cómo torcer en la dirección equivocada
Capítulo 41: Ni las películas me entrenaron para esto
Capítulo 42: Experimentemos un poco de todo
Capítulo 43: ¡Aguanta!
Capítulo 44: No esperes que no me enfade
Capítulo 45: Todavía no está todo dicho
Capítulo 46: La próxima vez, ¡llama antes de entrar!
Capítulo 47: En toda buena mudanza faltan cajas
Capítulo 48: No sé yo si esto es legal
Capítulo 49: No, sin duda esto no puede ser legal
Capítulo 50: ¿Me dejarás preguntar?
Capítulo 51: Ahí vamos una y otra y otra vez
Capítulo 52: ¿Que tu gata qué?
Capítulo 53: ¿Veterinario? ¿Debería tener miedo?
Capítulo 54: ¿No deberían haberte dado puntos por esto?
Capítulo 55: A todo se le puede dar una oportunidad
Capítulo 56: Yo también te quiero
Capítulo 57: Lo que no pase en la radio...
Capítulo 58: Los hay inoportunos y luego está Wei WuXian
Capítulo 59: Porque quedarnos como estamos no es una opción
Capítulo 60: Entre hermano y hermano
Capítulo 61: Esto no tiene tan mala pinta
Capítulo 62: La familia política me asusta más que la muerte
Capítulo 63: Por favor, por favor, que a nadie le dé un ataque al corazón
Capítulo 64: No te lo dejes en el tintero
Capítulo 65: ¿Seguro que este cuento se ha acabado?
Epílogo 1: El despertar del siglo XXI
Epílogo 2: El despertar del Muelle del Loto

Capítulo 29: El don de la oportunidad no es lo nuestro

1.7K 351 86
By EKurae

Lan XiChen no estaba preparado cuando le dijeron que era hora de irse arreglando para la infame reunión familiar, pero al menos eso ya lo tenía asumido. Tampoco lo estuvo cuando, poco antes de las siete de la tarde, Jiang WanYin y él se encontraron cruzando juntos la puerta del Lotus Pier, el restaurante de Jiang YanLi. En general no estaba preparado para ningún suceso que la vida moderna tuviese listo para él, y un evento familiar de esas proporciones no iba a ser ni menos ni más.

Para empezar daba absolutamente igual que hubiese pasado todo el día intentando mentalizarse para la situación (o serie de situaciones mejor dicho) que iba a vivir. Llegados al momento de la verdad, ni siquiera sabía cuál era la manera correcta de vestirse para una reunión como aquella. Mientras Jiang WanYin se desnudaba y se arreglaba delante de sus narices —sin pudor ni reparo ninguno, por supuesto. ¿Por qué debería tenerlos después de años de relación? Quien debería dejar de ponerse como un cangrejo era otro— él no podía hacer más que sonrojarse como un estúpido, aguantar la respiración para que no se le subiese demasiado la erección y pensar en qué prendas debería sacar de su lado del armario. Cuando el presentador de radio se estaba abrochando los botones de la camisa el primer jade todavía andaba en calzoncillos y pasando una vergüenza terrible. Al final, fue el propio Jiang WanYin quien, con una expresión de sospecha gobernando su ceño fruncido, le tiró a la cara unos pantalones del mismo tejido que los suyos pero de un color gris claro, una camiseta de manga larga blanca y una extraña chaqueta solo un poco más oscura que los pantalones. Como el estilo de la ropa se parecía al que vestía el propio presentador, no pudo hacer más que fiarse de sus gustos y decirle que sí a todo. La escena culminó con su humillación máxima cuando el locutor salió de la habitación para dejarle vestirse en paz, no sin antes golpearle en una nalga con la mano abierta. Esbozaba una sonrisa tan sarcástica como cruel.

Por lo que debía ser ya la decimoquinta vez, Lan XiChen deseó estar con sus hermanos jurados en un ataúd maldito bajo una estatua.

Cómo son las cosas y cómo cambian las situaciones en poco menos de una hora, que esa es otra. Ahora, frente a la puerta del restaurante, de la expresión de Jiang WanYin se había esfumado todo rastro de confianza o burla. No hacía falta ser un experto en la lectura del lenguaje corporal para saber que estaba nervioso, pero él lo era y podía asegurarlo. Por eso y solo por eso se atrevió a extender una mano amiga en su dirección. El locutor la aceptó casi sin pensárselo dos veces. Entrelazó los dedos y los apretó con más fuerza de la esperada, más incluso de la que tenía. Buscaba atormentado un poco de confort, de seguridad, solo un poco. Lan XiChen no sabía si sería capaz de transmitírselo, pero intentó que su sonrisa fuese tan calmada y confiable como siempre solo con esa intención en mente. Pareció servir de algo.

Cuando entraron, el primer jade se quedó de piedra. El sitio no solo quedaba cerca de la casa de Jiang WanYin —y menos mal, así no tendrían que volver a montarse en el aterrador dragón metálico subterráneo que, según Lan Huan e internet se llamaba metro— si no que además era precioso y muy familiar para él. El restaurante se le hacía increíblemente similar al Muelle del Loto que él conocía. Cuánta gracia le haría saber inglés en ese momento. Se basaba en la madera oscura, los espacios abiertos y los estanques de lotos en el suelo. Las mesas se encontraban situadas en plataformas flotantes de madera que descansaban entre flores y, si aguzaba la vista, incluso podría distinguir a algún pececillo nadando entre las hojas. Sin embargo lo que de verdad le resultó sorprendente no fue la elegante decoración, toda imaginada en blancos y lilas claros, sino el emblema que hacía las veces de icono del restaurante.

Era el loto de nueve pétalos de la familia Jiang, el que ondeaba orgulloso en las banderas de Yunmeng. El mismo que había visto tatuado en algún lugar del cuerpo de ese Jiang WanYin, su hombro según creía recordar. Ojalá pudiera preguntar al respecto. Sin embargo, seguro que Lan Huan sabía lo que él no, y no podía descubrirse todavía más ante su pareja no pareja.

-Cierra la boca o te entrarán moscas. -Le riñó Jiang WanYin, apretando de nuevo su mano mientras pasaban al salón principal. El restaurante estaba vacío, o eran los primeros en llegar o la fiesta se había acabado ya. Ambos desearían que fuese la segunda opción, pero no iban a tener esa suerte-. Ni que fuera la primera vez que vienes.

-Yo...

-¡A-Cheng! ¡A-Huan!

Al fondo de la sala había una puerta. De ella salió una muchacha vivaz, de mirada alegre y rasgos suaves. Jiang YanLi, tan carismática como la recordaba. Tras ella venía Jin ZiXuan, tan vivo y sano como todos los demás y sin ninguna clase de puño cadavérico atravesándole el abdomen por accidente. Llevaba a un inquieto bebé en brazos: Jin RuLan.

Ojalá esto fuera así también allí, pensó para sus adentros al ver a la feliz familia unida y sana.

-A-Jie, hola. ¿Cómo estáis? 

Nada más ver a su hermana, una sincera sonrisa se extendió por el rostro del joven locutor. A Lan XiChen se le estrujó el corazón en algo extraño que mezclaba la compasión, el alivio y la envidia. El Jiang WanYin que él conocía probablemente nunca fuese capaz de sonreír así otra vez, si es que en algún momento pudo, pero se propuso intentar conseguirlo, darle razones para ser feliz a su lado. Ni siquiera sabía que, si alguien podía lograrlo, era él.

El presentador de radio soltó la mano de su novio solo para abrazar a Jiang YanLi. Encantada, la chef correspondió al abrazo. Después fue a saludarle a él, mientras Jiang WanYin intercambiaba un par de palabras con Jin ZiXuan. En un abrir y cerrar de ojos, Jin RuLan estaba en los brazos de su tío favorito por excelencia. Lan XiChen no pudo evitar contagiarse con la ternura de tal escena.

-Genial, muy emocionados con todo esto. ¿Y vosotros? -Preguntó ella en respuesta mientras se acercaba para abrazarle como si aquello fuera lo más normal del mundo. Lan XiChen correspondió al gesto de la que en aquel mundo era su cuñada, escandalizado por dentro pero tratando de mantener las formas por fuera-. Hola, A-Huan. Hace mil años que no te veo, ¿qué tal?

-De maravilla, gracias. -Contestó, saludando con la cabeza a un cordial Jin ZiXuan. No tardaron en formar un grupito cerca de la gran mesa central, la única preparada para aquella cena tan especial. Se hizo a la idea de que tendría que tratarlos con la misma normalidad con la que le trataban a él y eso le causaba sudores fríos. Para alguien como el primer jade de Gusu Lan era más difícil que enfrentarse a una horda de cadáveres furiosos, pero al menos actuar no se le daba del todo mal. Y por suerte el que había acabado en esa situación era él y no su hermano, o le habrían pillado a los dos minutos-. ¿Cómo está A-Ling?

-Compruébalo tú mismo. -Comentó Jiang WanYin, enseñándole al bebé. El niño no paraba de alzar las manitas en dirección a su tío, como si quisiera tirarle del pelo o tocarle la cara o quitarle las gafas.

-Está hecho un diablillo, os lo juro. -Habló Jin ZiXuan con una sonrisa mientras pasaba un brazo alrededor de la cintura de su esposa-. No sé a quién ha salido.

-Yo creo que ha salido a A-Cheng. -Rio ella-. De bebé era igual que A-Ling. ¿Te he enseñado fotos, A-Huan?

-Creo que no he tenido ese placer.

Algo bueno podría salir de esa situación, por lo menos.

(Gracias, Lan Huan, por apuntar en la nota del móvil términos tan útiles como la palabra foto. Era algo que Lan XiChen de verdad necesitaba, aunque no lo supiera.)

-¡A-Jie! ¡Lan Huan! -Exclamó un indignado Jiang WanYin. Si no gritó fue solo para no molestar a su pobre sobrinito, que no tenía culpa de nada-. ¡No te atrevas! Y que conste que sois unos exagerados. No nos parecemos tanto.

-Tiene tu temperamento. -Replicó Jin ZiXuan.

-Pues mejor que el tuyo.

-¡Oye!

-Haya paz, chicos, o lo que no tendréis será postre. -Amenazó Jiang YanLi con una sonrisa que casi parecía amenazante-. No creo que ninguno de vosotros quiera quedarse sin postre, ¿verdad?

-A-Jie, que no tenemos seis años.

-Yo no apostaría por ello.

La cara de Jiang WanYin era todo un poema, en especial porque con su hermana mayor no podía discutir. Casi como si hubiera olvidado sus sospechas, miró a Lan XiChen en busca de alguna clase de apoyo. El cultivador no pudo hacer más que regalarle una sonrisa suave.

-Al menos podrías decir algo a mi favor, Lan Huan.

-Sigue contigo, no tientes a la suerte. -Le picó Jin ZiXuan. Y, aunque el locutor le bufó, no pareció tomárselo mal del todo.

-Vete a la mierda.

Gah!

-Lo sabía, A-Ling. Al final tú eres el único que me entiende. -Le dijo a su sobrino, jugueteando con un dedo sobre su naricita respingona. El pequeñín parecía obsesionado con cogérselo.

La sonrisa de Jiang WanYin en aquel momento debería catalogarse como una joya. No había nada que Lan XiChen desease más que saber sacar una de esas fotos y poder llevársela con él a su realidad para colocarla sobre un altar en el Hanshi. No solo era hermosa, también estaba llena de una calidez que el primer jade hacía mucho que no tenía la dicha de contemplar. La última vez fue hace casi quince años. Jin RuLan era un niño cuya custodia compartían Lanling Jin y Yunmeng Jiang. Por casualidades del destino —o Jin GuangYao intentando hacer algo bueno solo por su hermano jurado— el líder Lan y el líder Jiang coincidieron en la Torre Koi. Fue solo un instante fugaz que atesoraría para siempre. Durante esos breves minutos, el primer jade pudo ver a Jiang WanYin jugando con su pequeño sobrino, un bebé huérfano criado entre lujos y flores de loto. No era más que un chico de apenas veinte años que lo había perdido todo, pero al que le quedaba una pequeña luz que atesoraba entre sus brazos. Solo en esa situación de privacidad absoluta, sin saber que le contemplaban, podría sonreír y olvidar un poco su dolor. Su sonrisa nunca fue tan brillante como esta, pero al menos le demostró que sabía hacer algo más que fruncir el ceño. Ese día se enamoró un poco más de él.

-A-Cheng, ¿te puedo encargar a A-Ling un rato? Tengo que ir a asegurarme de que todo esté en su sitio y ahora mismo vengo.

-Sin problemas, A-Jie. Si ya sabes que lo adoro.

-Gracias. -Veloz la chef le dio un beso en la mejilla a su hermanito y otro a su marido. Luego desapareció por la puerta por la que habían llegado y los dejó solos a los tres.

-No sé cómo consigues que esté así de tranquilo. -Se quejó Jin ZiXuan con envidia fingida-. Cuando lo cojo yo es un demonio.

-Será porque a mí me quiere. -Se burló el locutor. Su cuñado puso los ojos en blanco y Lan XiChen se rio-. A todo esto, ¿y el bobo de mi hermano? Se suponía que era su reunión familiar. ¿Por qué no está aquí encargándose de las cosas?

-Y yo qué sé. Le pidió a A-Li que se hiciese cargo de la comida y la decoración, y ya sabes como es. Nunca le niega nada.

-Cuéntame algo que no sepa. -Bufó el presentador. Aun así no parecía del todo molesto. Con un niño en brazos su temple se suavizaba-. ¿Lan Zhan te ha dicho algo de si estaban en camino, A-Huan?

-¿Eh? -Oh, con eso se referiría al móvil, ¿verdad? Menos mal que ahora sabía usarlo (un poco)-. Espera un segundo, que lo miro.

Estaba seguro de que había metido el teléfono móvil en uno de los extraños pliegues de su pantalón, también conocidos como bolsillos, y tuvo suerte. Se las arregló para encender el artefacto como si estuviese familiarizado con su funcionamiento. Daba gracias a los inventores de aquel trasto por hacerlo bastante intuitivo; hasta un tonto podría usarlo. Vio que, efectivamente, su hermano le había enviado uno de esos llamativos mensajes de WhatsApp (o lo que el consideraba cartas cortas instantáneas) avisándole de su inminente llegada.

-¿Y bien?

-Sí, me dice que llegan en cinco minutos.

-¿Hace cuánto te lo dijo? -Inquirió Jin ZiXuan, que estaba oyendo un coche aparcar en la puerta.

-Pues... hace cinco minutos.

Jiang WanYin le regaló una mirada que a todas luces gritaba fastidio puro y duro. Luego escucharon un grito inconfundible desde la entrada.

-¡Hola a todos! ¡Ya estamos aquí!

Wei WuXian. Los tres suspiraron al unísono. Empezaba la fiesta.

***

-No. Tú otra vez no.

Lan Huan amenazaba con desarrollar un tic en el ojo. Desde hacía semanas —desde que se anunció la fecha concreta de la reunión familiar— había tenido claro que ese no iba a ser su día. Aquello superaba todas y cada una de sus expectativas, ya de por sí tristes. La sonrisa afable y el gesto bonachón se le torcieron nada más contemplar el evidente desagrado en la cara de Jiang Cheng. Un recibimiento muy agradable, sin duda alguna. Un poco más y se lanzaría enamorado a sus brazos. No era el menor de sus problemas, pero tampoco estaba el primero en la lista mental que acababa de montarse titulada: cosas que están fuera de lugar.

¿Cómo demonios había sido capaz de reconocerlo tan rápido? ¿Qué clase de radar tenía ese hombre?

-No lo has dudado ni un segundo. -Murmuró casi entre dientes. Jiang Cheng ya traía el ceño fruncido de antes de abrir la puerta, cortesía de su buen shixiong. La arruga entre sus cejas se hizo solo un poco más profunda.

-Ya. Mala suerte si esperabas que os confundiera. 

Ah, era sin duda el peor momento para que los filos opuestos de sus personalidades chocasen. Y, cómo no, era el día en el que iban a chocar. Aunque... ¿acaso en algún momento no lo hacían? Su relación se basaba en el apoyo incondicional en ambas direcciones y en tiras y aflojas constantes que habían aprendido a llamar zona de confort, después de todo.

-Tampoco era mi idea. -Admitió-. ¿Quieres pasar?

Jiang Cheng le miró de hito en hito. Parecía tremendamente molesto. También parecía estarle examinando, como si no se fiase de él o creyera que tenía algún motivo oculto detrás. Sin embargo, en esos ojos añiles había algo a lo que sin duda alguna se podría llamar titubeo. Después de todo, había llegado hasta allí por su propio pie. Lan Huan podía averiguar sus pensamientos. Sería estúpido marcharme sin más, quedaría como un idiota.

¿Acertó? Acertó.

En lo que el líder de secta Jiang se decidía —cosa que tampoco le tomó demasiado, pero el escritor era de pensamiento rápido— él se dedicó a atar algunos cabos. Al aspecto de Jiang Cheng con suerte se lo podría describir como desaliñado. Con mucha suerte y siendo benignos. Parecía agotado y había unas interesantes ojeras debajo de sus bonitos ojos de mirada asesina. Por lo que Lan XiChen le había dado a entender en su carta y los mapas que había contemplado en la biblioteca, Yunmeng Jiang y Gusu Lan no estaban lo que se dice cerca. Además, reconocía esa expresión. Era la expresión furiosa y agotada que su novio solía poner cada vez que llegaban a casa después de hacer un viaje largo, y habían hecho unos cuantos. Venía a decir algo así como: "o me dejas dormir o te asesino con una cuchara y luego me mato yo". Tendía a resultarle encantador, pero debía recordar el pequeño detalle de que esta versión de su novio venía con espada, estrés postraumático y látigo incluidos, y parecía saber utilizar los tres. Ahí ya no era tan encantador. Al darse cuenta (y al darse cuenta también de que si estaba en su habitación después de un viaje largo sin haber descansado, eso es que tenía el deseo expreso de ver a su homólogo) se apresuró a añadir:

-No pienso hacer nada raro, quédate tranquilo.

Recibió un bufido que no se le hizo del todo agradable.

-Si lo hicieses, serías un suicida. Muy valiente, pero un suicida. -Le gruñó. Justo después pasó al interior del Hanshi, cerrando la puerta tras él.

De haber sido cualquier otra persona, Lan Huan habría puesto los ojos en blanco. La parte buena es que su paciencia era casi infinita. La parte mala era que hasta a él podía llegar a agotársele.

Nada bueno pasaba cuando se le agotaba la paciencia.

-Por favor. -Intentando mantener las formas ante todo, el escritor le invitó con un cortés gesto de la mano a sentarse ante la mesita que gobernaba el centro del recinto. No sabía que Sandu ShengShou y ZeWu-Jun ya habían compartido allí unas cuantas charlas, en su mayoría bastante amenas. Y esclarecedoras, aunque no para ninguno de los dos. Tampoco sabía que el líder de secta Jiang por dentro se sentía todo un manojo de nervios, contradicciones e insatisfacción. Aunque, salvo la primera, en realidad hasta podría imaginárselo gracias a su cara-. Cualquiera diría que acabas de llegar. ¿Te apetece un té?

Jiang Cheng casi se atragantó con su propia saliva ante la observación. Le incomodaba, pero ni sabía por qué ni quería saberlo. Se limitó a asentir con la cabeza, aceptando el ofrecimiento de Lan Huan. Para el pobre escritor fue contraproducente. Se esperaba un no y ahorrarse la molestia de tener que buscar tazas entre unas pertenencias que técnicamente eran suyas pero no. Cómo no, A-Cheng no sería A-Cheng si no tuviese un talento nato para llevarle la contraria a cada ser vivo del planeta, a veces sin pretenderlo siquiera. Suspiró con discreción mientras intentaba averiguar en qué armario estarían las tazas y el té; porque en todas las series de época que había visto alguien tenía siempre disponible tazas y té recién hecho. Pero la vida no es como las series de época, así que, para su desgracia, no iba a ser el caso.

-En el segundo armario. -Comentó una voz un poco ronca a su espalda. Cuando se dio la vuelta para mirarle, Jiang Cheng tenía la vista fija en la mesa, como si le evitase-. XiChen guarda el té en el segundo armario. 

Ni siquiera parecía reparar en lo que decía o en cómo lo decía.

Lan Huan, amparado por la falta de observación, se permitió encarar ambas cejas. De alguna forma que él desde luego no se explicaba la relación entre esos dos parecía ir... ¿bien encaminada?

-Gracias. -Habló con una de sus sonrisas. En efecto, el líder de Yunmeng Jiang tenía razón. De entre todos los armarios frente a él, al abrir el segundo de ellos se encontró con un bonito juego de té de porcelana blanca y una selección de cajas etiquetadas en caracteres difíciles de leer según la infusión que contenían-. Hay muchos tipos. ¿Cuál te gusta?

Jiang Cheng elevó la mirada con el ceño fruncido. Luego recordó que ese no era Lan XiChen, aunque sonase como él y fuese tan amable como él. También era bastante más irritante e ignoraba que le gustaba el té de lirios, el mismo que le había regalado y que, en las noches de trabajo más ajetreadas, parecía lo único capaz de calmar sus nervios desbocados.

-Cualquiera está bien.

Sí, ese Lan Huan no lo sabía. Por alguna razón no quería que lo supiera. Lo sentía demasiado preciado, íntimo, como para compartirlo. Era algo que solo les pertenecía a ellos, a Sandu ShengShou y a ZeWu-Jun.

El escritor le sostuvo la mirada solo durante unos segundos, más serio de lo que se había mostrado en cualquier otro intercambio. Luego suspiró otra vez y se dio la vuelta. Escogió una infusión al azar, que resultó ser té oolong. No le apetecía empezar la mañana discutiendo por algo tan estúpido como lo que iban a tomar para amenizar el ambiente, así que se limitó a no hacer comentarios. Sí, era obvio que Jiang Cheng no le había querido contestar, pero precisamente por conocerlo mejor que nadie sabía lo contraindicado que estaba buscar una respuesta que no deseaba darle.

Qué mal le había salido lo de presionar por una hacía ya años.

Con más habilidad de la que el líder Jiang había supuesto en un principio, Lan Huan se las arregló para preparar bebida para ambos y servirla a la manera tradicional. Solo necesitó ayuda a la hora de calentar el agua, pero un talismán sacado de la manga de su acompañante le sirvió para hacer el trabajo sucio. Dejando esa pequeña colaboración a un lado, se las apañó solito. Jiang Cheng alzó una ceja, casi curioso al respecto. Por lo bajo, el escritor se permitió una sonrisilla suave. Le había bastado un mero segundo para descifrar sus pensamientos.

-Mi tío me crio. -Explicó ante una pregunta no formulada-. Mis padres viajaban mucho por negocios, así que mi tío nos educó a A-Zhan... WangJi y a mí. Valora mucho lo tradicional y nos enseñó ciertas cosas. Caligrafía, a tocar el guqin, cómo hacer un buen té... ya sabes.

-¿Así se conocen en tu mundo las costumbres del mío? ¿Como tradicionales? -Cuestionó con sincera curiosidad, aceptando la taza que Lan Huan le ofrecía.

-En esencia, sí. Si tuviera que explicarlo -sin hacer uso de las palabras "sueño"  "fantasía", claro está. Una parte de él cada vez estaba menos convencido de que fuesen correctas para describir su situación. Otra, negacionista por completo, se empeñaba en soterrar a esa primera-, diría que este mundo se parece a nuestro pasado lejano.

-Define lejano.

-Como poco, estimo que mil años.

Esta vez Jiang Cheng enarcó ambas cejas con visible sorpresa. Iba a tomar un sorbo de té, pero se quedó a medio camino.

-Así que... ¿XiChen ha viajado al futuro y tú al pasado? ¿Sois... reencarnaciones?

-No sabría decirlo con seguridad. También hay cosas que son diferentes y no encajan con nuestros registros históricos. Estoy muy seguro de que en el pasado la gente no iba a los sitios volando en espada.

Aunque ni se rio ni su sonrisa podría ser tachada de maleducada en ningún caso, había un cierto tonillo incrédulo que al líder Jiang le sonó a burla. De nuevo molesto, frunció el ceño. Lan Huan se dio cuenta de que esas palabras podrían haber sido un error en cuanto captó que la atmósfera que habían aligerado por casualidad volvía a tornarse pesada. Era incómodo, así que quiso cambiar de rumbo.

Por supuesto, eso tampoco le salió bien.

-Da igual. -Pero a Jiang Cheng no le daba igual-. ¿Qué te trae por aquí?

Ay. Si el pobre Lan Huan supiera como estaban las cosas en el lado de su interlocutor, habría escogido mejor sus palabras. Tenía alguna que otra experiencia en tratar con un "novio" resentido tras un sueño erótico. Por desgracia, ignoraba muchos datos en aquel momento, y eso solo podía abocar a un desastre insalvable y explosivo, ¿verdad?

-No es de tu incumbencia. -Le ladró el cultivador sin pensarlo ni un segundo. Ahí Lan Huan sí que acabó por imitar su expresión de descontento.

No estaba teniendo un buen día, lo que más quería era quedarse junto a su Jiang Cheng y su hermano, ver a sus padres y conocer a su sobrino, y ese hombre parecía decidido a desechar cada intento de amabilidad por su parte. Que se molestase era bastante comprensible, seamos sinceros.

-Bueno, eres tú el que ha venido a buscarme.

-¿A buscarte? ¿A ti? No me hagas reír. No te buscaría ni en cien años.

-¿Y entonces qué haces aquí?

-Te repito que no es asunto tuyo. Solo nos concierne a XiChen y a mí.

-Pero se supone que yo soy Lan XiChen, ¿cierto? -Cuestionó no sin cierto desafío implícito en sus palabras-. Por lo tanto, lo que le incumba a él me incumbe a mí.

-Tú... -Frente a él, Jiang Cheng había entrado en la fase de dar salida a sus emociones mediante la rabia. Apretaba los dientes tanto que se le notaba la tensión en las mejillas-. Sin duda no valoras ni tu vida ni tus huesos.

-Estoy inmunizado frente a las amenazas. Duermo contigo a menudo, después de todo.

Ese fue un golpe directo. El rostro del cultivador tomó un furioso color carmesí que le hizo plantearse si no se habría pasado de la raya. Deseaba que no. Al menos esta vez las culpas solo le caerían a él. No quería que sus actos salpicasen a Lan XiChen porque, en esencia, seguía siendo un buen tipo.

-¡Desde luego tienes valor! -Exclamó-. ¡¿Qué te importa que haya venido a verle o lo que haga y deje de hacer?!

-Después de lo mucho que parecía desagradarte ser un manga cortada, solo me sorprende.

Zidian iluminó la habitación en blanco y violeta durante un instante fugaz. Los ojos de Jiang Cheng echaban tantas chispas como su anillo.

Vale, ahí igual sí que se había ido de la lengua.

Continue Reading

You'll Also Like

32.9K 2.8K 26
Lan Xichen y Jiang Cheng fueron invitados a una cacería nocturna en Lan ling jin, hasta que Jiang Cheng pudo ver una flor de loto pero está era dife...
46.2K 8.5K 10
Lan Wangji realmente desea que Wei Wuxian no sea una distracción en clase. ********-******** Es una traducción autorizada por CaptainViolet Título o...
9.8K 943 1
Wei Ying está embarazado. *Mpreg, post-canon, corto.
7.9K 648 21
Alexa Salvatore, es la hermana pequeña de Damon y Stefan salvatore, ella se alejo de sus hermanos por el simple echo que ya no los conocía, se dejaba...