Between [XiCheng] [Mo Dao Zu...

By EKurae

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Es de conocimiento común que, tras los trágicos eventos del templo GuanYin, Lan XiChen, líder de Gusu Lan, de... More

Capítulo 1: Mis sueños nunca han sido tan realistas
Capítulo 2: ¿Dónde se desayuna por aquí?
Capítulo 3: Es un poco pronto para beber, ¿no crees?
Capítulo 4: Así que esto es un teléfono
Capítulo 5: Eso ha dolido más de lo que debería
Capítulo 6: Ya me mando yo al sofá
Capítulo 7: ¿Cómo que veintitrés de marzo?
Capítulo 8: No, no ha sido un lapsus freudiano
Capítulo 9: Lo poco que tenemos en común
Capítulo 10: Si suena a locura y parece un disparate...
Capítulo 11: El arte de salir de situaciones incómodas
Capítulo 12: Toda esta calma me huele a tormenta
Capítulo 13: Otra vez no
Capítulo 14: Me miras como si supiera algo del siglo XXI
Capítulo 15: ¿Para que sirve una cinta de correr si sigo en el mismo sitio?
Capítulo 16: Debería cuidar por dónde piso
Capítulo 17: Vamos a ver, tengo un móvil y no sé utilizarlo
Capítulo 18: Solo creo que eres hermoso
Capítulo 19: Podemos encontrarnos a medio camino
Capítulo 20: Y si no estoy loco, ¿qué está pasando aquí?
Capítulo 21: Así que sabes que sé lo que no quiero que sepas
Capítulo 22: Nos adentramos en terreno desconocido
Capítulo 23: Prefiero decir hasta luego
Capítulo 24: Interludio y pausa para la publicidad en La Sonrisa del Emperador
Capítulo 25: Interludio y pausa para la publicidad en el Muelle del Loto
Capítulo 27: Si bebes, ni vueles en espada ni conduzcas
Capítulo 28: Este mundo es más complejo de lo que pensaba
Capítulo 29: El don de la oportunidad no es lo nuestro
Capítulo 30: Hay formas mejores de decir las cosas, ¿y qué?
Capítulo 31: Vamos por partes, por favor
Capítulo 32: Mientras nadie muera antes del postre, todo irá bien
Capítulo 33: ¿No me vais a ofrecer una copa?
Capítulo 34: Mejor lo hablamos mañana
Capítulo 35: Al final lo de ir al psiquiatra no suena tan mal
Capítulo 36: Empecemos atendiendo a razones
Capítulo 37: Separemos lo real de lo... ¿real?
Capítulo 38: ¿Podríamos acercarnos solo tres milímetros más?
Capítulo 39: Nos han echado un mal de ojo
Capítulo 40: O de cómo torcer en la dirección equivocada
Capítulo 41: Ni las películas me entrenaron para esto
Capítulo 42: Experimentemos un poco de todo
Capítulo 43: ¡Aguanta!
Capítulo 44: No esperes que no me enfade
Capítulo 45: Todavía no está todo dicho
Capítulo 46: La próxima vez, ¡llama antes de entrar!
Capítulo 47: En toda buena mudanza faltan cajas
Capítulo 48: No sé yo si esto es legal
Capítulo 49: No, sin duda esto no puede ser legal
Capítulo 50: ¿Me dejarás preguntar?
Capítulo 51: Ahí vamos una y otra y otra vez
Capítulo 52: ¿Que tu gata qué?
Capítulo 53: ¿Veterinario? ¿Debería tener miedo?
Capítulo 54: ¿No deberían haberte dado puntos por esto?
Capítulo 55: A todo se le puede dar una oportunidad
Capítulo 56: Yo también te quiero
Capítulo 57: Lo que no pase en la radio...
Capítulo 58: Los hay inoportunos y luego está Wei WuXian
Capítulo 59: Porque quedarnos como estamos no es una opción
Capítulo 60: Entre hermano y hermano
Capítulo 61: Esto no tiene tan mala pinta
Capítulo 62: La familia política me asusta más que la muerte
Capítulo 63: Por favor, por favor, que a nadie le dé un ataque al corazón
Capítulo 64: No te lo dejes en el tintero
Capítulo 65: ¿Seguro que este cuento se ha acabado?
Epílogo 1: El despertar del siglo XXI
Epílogo 2: El despertar del Muelle del Loto

Capítulo 26: Dicen que la segunda parte siempre es la más interesante

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By EKurae

-Ya está la cena, Wei Ying, A-Yuan.

El presentador principal de La Sonrisa del Emperador alzó la mirada, como siempre con una enorme sonrisa pintada en los labios. Estaba sentado con las piernas cruzadas en mitad del suelo del salón, con su hijito en su regazo. Jugaban juntos con unas mariposas que Lan Zhan le compró el mismo día que salió del hospital. El pequeño A-Yuan las adoraba. Apenas se despegaba de ellas en todo el día, y si no dormía con ellas era porque sus padres no lo permitían para que no se hiciese daño, se las clavase en un ojo o las rompiese. A cambio también le habían comprado un peluche en forma de pingüino que era casi de su tamaño para que le hiciera compañía por las noches. Decir que el niño estaba encantado con todas esas atenciones era quedarse corto en el mejor de los casos.

-¿Has oído a papá, A-Yuan? Es hora de cenar. -Le sonrió Wei Ying, quitándole con cuidado las mariposas y dejándolas en una mesilla cercana-. Vamos, renacuajo, después seguiremos jugando.

-Van a dar las nueve. Después de cenar, a dormir. -Rebatió Lan Zhan, firme en perpetuar los horarios que le había inculcado su tío. Aunque su adorado novio se los hiciese saltárselos cada dos por tres, estaba seguro de que al más pequeño de la casa le vendrían bien para acostumbrarse a una rutina saludable.

-Bueno, pues mañana seguiremos jugando. ¿Qué te parece eso?

-Pero yo quedo seguir jugando con papi... -Se quejó el niño con un triste puchero-. Pod las mañanas no estás...

-Mentira, mañana estaré contigo todo el día. -Prometió el presentador de radio, gesticulando con las manos de forma tan efusiva como exagerada. Funcionó, porque a su pequeño se le iluminaron los ojitos en un santiamén-. ¡Además mañana conocerás a tus tíos y a tus abuelos! Esta vez papá tiene razón, tienes que descansar muy bien esta noche.

Lan Zhan alzó una ceja, no muy conforme con el matiz que le daba a la frase el "esta vez". Suspiró. Wei Ying era así, no tenía remedio, y por eso le adoraba como lo hacía. También había tenido un éxito rotundo en la tarea de distraer a A-Yuan, así que no podía quejarse. Ahora el niño los miraba emocionado, como si estuviese deseando irse a la cama y despertarse al día siguiente para conocer a sus respectivas familias, que ahora también serían su familia.

Esbozando una casi invisible sonrisa que tenía reservada para esos dos, el profesor tomó a su hijo con un brazo como si no pesase más que una pluma (cosa que, teniendo en cuenta su fuerza de brazos, un bonito rasgo familiar entrenado en el gimnasio, así era) y con la otra ayudó a su marido a levantarse. Cogiéndole la mano, Wei Ying se puso en pie de un salto, su sonrisa imborrable siempre en orden, luminosa y radiante. Lan Zhan llevó al chiquillo en brazos hasta la cocina mientras su novio los seguía dando saltos y contándoles algunas anécdotas del día a día, como por ejemplo que Jiang Cheng le había perseguido por media cadena de radio con un guion en la mano para atizarle. Lo habían grabado y subido al canal de YouTube del programa, y el vídeo se convirtió en todo un éxito, para diversión de uno de los dos presentadores y martirio del otro. Aunque A-Yuan se rio, al más serio de sus dos padres no le hizo tanta gracia. Que a ver, sabía que su cuñado habría sido provocado hasta la extenuación, sí, pero es que no podía evitar sentirse disconforme con cada cosa que hacía y/o decía. Gajes del oficio, a veces te llevas bien con la familia política y a veces no.

La familia Lan-Wei cenaba todas las noches a las ocho en punto en la cocina del bonito apartamento en el que residían. Lan Zhan era el encargado de las comidas, porque, por el bien de todos, Wei Ying tenía terminantemente prohibido acercarse a cocinar o tocar cualquiera de los aparatos, desde la vitrocerámica al microondas. Sobre la mesa había puesto ya varios platos que conformaban una cena ligera pero equilibrada, perfecta en todos los aspectos. Y, como consideración a los gustos tan particulares de su novio, una botellita de tabasco descansaba al lado del plato de Wei Ying. Nada más sentarse a la mesa el presentador de radio ya había derramado más de la mitad del contenido de la misma sobre la tortilla francesa que Lan Zhan había escogido para prepararles aquella noche. Mirándolo de hito en hito, padre e hijo ponían justo la misma expresión entre impertérrita y aterrada. Si alguien los mirase en aquel preciso instante no podría descubrir que A-Yuan era adoptado a no ser que se lo dijeran. Hasta tenían la misma nariz, a Wei Ying le seguía alucinando eso. Como siempre, porque esa escena se repetía en cada comida, estaban asombrados. No se explicaban como es que el paladar del locutor no estaba fundido todavía. Ni siquiera sus hermanos, a quiénes les encantaba el picante, lo entendían del todo.

La cena transcurrió en silencio, como marcaban las normas de etiqueta y cortesía de la familia Lan que cierto presentador respetaba solo como consideración hacia la educación de su hijo y los esfuerzos que su novio ponía en esta misma. Después Wei Ying acompañó al pequeño al baño para ayudarle a asearse y bañarse. Con la puntualidad perfecta de los Lan, a las nueve A-Yuan estaba acostado en su cama y arropado por sus padres, que lo contemplaban como si fuese la cosa más bonita del mundo. Y lo era, para ellos sin duda alguna lo era. Lan Zhan le había estado leyendo un cuento mientras Wei Ying lo abrazaba y le acariciaba el pelo hasta casi dejarlo dormido. El pequeño estaba agotado, pero miraba a sus padres con una carita sonriente. Tanto el presentador como el profesor le devolvieron la sonrisa, cada uno en su justa medida, antes besarle en la frente y apagar las luces de su cuarto. En el techo alumbraban las pegatinas de estrellas fluorescentes que Wei Ying le había conseguido cuando les confesó que la oscuridad le daba un poquito de miedo.

-Descansa, cariño. -Susurró el locutor al despedirse-. Mañana será un gran día.

-Buenas noches, A-Yuan.

-Nas noches, papá, papi. -Murmuró el niño mientas se abrazaba a su peluche-. Os quiedo.

Nada más cerrar la puerta del cuarto de A-Yuan a sus espaldas, la pareja compartió un suave beso. Wei Ying arrastró a su novio en dirección al salón, todavía sin nada de sueño. Al caer en el sofá se abrazaron como si en el mundo solo existiese su pequeño recoveco de paz y felicidad.

-Mañana será un gran día, ¿verdad, Lan Zhan?

-Mn. -Pronunció el escritor. Su onomatopeya favorita en esas circunstancias vendría a significar algo parecido a una afirmación. Sin embargo, no fue más que una pausa antes de que volviese a hablar-. Algo te preocupa.

-Sí, un poco. No puedo evitarlo.

-¿Mi tío?

-No, no, no. Tengo la sensación de que tu tío el pobre ya se espera cualquier cosa de mí. -Rio-. No, no es eso. Tampoco me preocupa nada sobre A-Yuan en particular. Quiero decir, ¿tú has visto a nuestro hijo? -Cuestionó con una especie de seriedad excitada mientras miraba a su pareja a los ojos. Las cejas de Lan Zhan se crisparon solo un segundo, pero de esa clase de gestos solo Lan Huan se daría cuenta-. ¡Nuestro A-Yuan es el niño más perfecto del mundo! Lo siento, A-Ling, tu padre es un hándicap muy fuerte. Pero a lo que voy, estoy seguro de que todos van a adorarlo en cuanto lo vean, es imposible no hacerlo.

-¿Entonces?

-Cómo decirlo... creo que me inquieta un poco todo el tema del tío Jiang y la tía Yu.

-¿Por tu hermano?

-Básicamente. Y por el tuyo. Cuando les invitamos ¿no te pareció que estaban algo raros? -El profesor de historia asintió. Él también había notado que algo no iba cómo debería, pero no era quién para inmiscuirse en asuntos ajenos-. Sabía que no eran imaginaciones mías. Me preocupa eso, Huan-ge está actuando extraño por algo. ¿A ti te ha contado que le pasa?

Ahora Lan Zhan negó con la cabeza. Aunque había intentado (a su discreta y no muy eficaz manera, claro está) descubrir lo que se cocía por allí, no se había encontrado con nada que no fueran sonrisas amables y palabras sinceras con las que pretendía tranquilizarle. Al final resultaba contraproducente, porque esa clase de evasivas solo le ponían todavía más de los nervios.

-Dice que todo va bien.

-Ya, pero lo del golpe en la cabeza fue muy raro. Hasta Qing-jie parecía un poco preocupada, y ella nunca se preocupa. -Murmuró Wei Ying, casi más para sus adentros-. Pero bueno, supongo que tampoco será nada tan grave. Estas semanas ha estado bien, después de todo.

-Mn.

-Ah, como siempre, amor mío, me conquistas con tu oratoria.

Lan Zhan alzó una ceja, pero su novio no estaba mirando. No hacía falta que le dijeran que las palabras no eran lo suyo, así que siempre tenía a mano otra clase de herramientas para lidiar con Wei Ying. En ese momento lo que usó fueron sus dientes en el cuello del presentador y las manos debajo de su camiseta. El más joven no tardó en reír y estremecerse.

-Lan Zhan, ¡eso es jugar sucio! -Se quejó-. Ni siquiera había terminado de hablar. ¿Hasta dónde llega tu crueldad? -Por toda respuesta, recibió un mordisco en la nuca un poco más fuerte que el anterior-. ¡Vale, vale! ¡Tú ganas! ¡Lan Er-gege, estoy a tu merced!

Como siempre, por supuesto. Siempre estaba a su merced, y le encantaba. Y, al igual que su hermano pequeño, también usaba ese hecho como distracción. Prefería dejarse llevar por la pasión irrefrenable de los Lan, porque sabía que si seguía hablando y pensando acabaría dándole vueltas a todo lo que podía salir mal el día siguiente, y no le apetecía. Mejor así, se dijo a sí mismo mientras se fundían en un intenso beso.

Al final confiaba en que todo saldría bien.

***

Jiang WanYin se dejó caer detrás de su escritorio como si acabase de perder toda la fuerza que le quedaba a sus piernas para sostenerse. Miró abatido a la pila de papeleo que se le había ido acumulando encima de la mesa aquella desastrosa mañana de jueves y luego a la carta que acababa de recibir de manos de Lan JingYi. Conteniendo un bufido apoyó la frente en las manos y, solo por un par de segundos autocomplacientes, se quedó así, en silencio y con los ojos cerrados. Después decidió que era hora de volver a la realidad, esa que tanto (no) le gustaba.

Aunque alguno de sus discípulos había tenido la buena voluntad de dejar en la mesa de su despacho una bandeja con té y un refrigerio, la bebida ya estaba fría y él tenía el estómago cerrado gracias a su sueño. El líder del Loto la hizo a un lado sin demasiado cuidado, pensando que ya cenaría algo más adelante. También apartó el papeleo, demasiado saturado aquella mañana como para prestarle atención a los asuntos económicos, siempre tan tediosos y extenuantes. Prefirió centrar su atención en la carta de Lan XiChen, pero debía confesar que el solo abrirla provocaba que se le cortase la respiración. Una pena que tuviese que hacerlo sí o sí o también. Si Lan XiChen había enviado personalmente a JingYi —uno de los discípulos más aventajados de Gusu Lan, contra todo pronóstico— entonces debía ser algo urgente. Importante como mínimo. Y confidencial. Quizá estuviese relacionado con Jin Ling o quizá con el otro. O con los dos al mismo tiempo, cosa que no dejaba de parecerle tanto probable como aterradora. Así, con determinación renovada se decidió a abrir la misiva de los Recesos de la Nube. Olía a sándalo, y dejó impregnado su aroma en la hoja del estilete que Jiang WanYin empleó para cortar el sobre. El sutil perfume le resultó refrescante y relajante; logró que se sintiese solo un poquito mejor de forma involuntaria.

Le encantaba ese perfume.

"Estimado Jiang WanYin."

La carta comenzaba con trazos elegantes, más dirigida como algo personal hacia él mismo que como un asunto oficial. Aunque la letra en general parecía algo más rápida que de costumbre, su nombre estaba escrito con la más esmerada caligrafía. En su cabeza se llamó estúpido, porque solo con eso le hacía sentirse especial.

"Lamento lo inesperado de mi carta, pero me sentí en la obligación de hacerte llegar esta información lo antes posible." Pues más le valía que fuese importante. Desde luego, no se asemejaba a su correspondencia habitual. "Tengo en mente dos asuntos a tratar, pero intuyo que ninguno de los dos será de tu agrado."

Qué puntería.

"Empecemos por el principio. Como hace unas semanas, he vuelto a percibir esa corriente de energía espiritual que invadió el Hanshi. Eso también me recuerda que quiero agradecerte por toda la información que me has estado enviando estos días. Aprecio enormemente tu colaboración." 

Jiang WanYin bufó. Aunque había buscado en todos los sitios posibles y en todos los archivos del Muelle del Loto, al final lo que había podido contribuir a la investigación de Lan XiChen sumaba cero, la nada absoluta. Como él en los Recesos de la Nube, no había encontrado ningún precedente posible. Y, después de darse de bruces contra ese hecho ineludible, se había dedicado a enviarle algunos tratados sobre energía espiritual, sus formas y sus usos. Lo hizo porque se sentía culpable por no tener nada que aportar, no porque considerase que podrían ser alguna clase de ayuda real. Entre ellos se encontraban métodos de cultivo particulares de Yunmeng Jiang, aquellos que no eran en extremo confidenciales de la secta. Sin embargo, estaba seguro de que en Gusu tenían cientos de estudios sobre el tema, miles de veces más extensos y completos. Ellos eran los eruditos, después de todo; y los Jiang seguidores del método empírico y olvidadizos a la hora de documentar sus descubrimientos. Quizá por eso el agradecimiento se le hizo un poco falso. También quizá por conocer a Lan XiChen desechó aquel pensamiento. El primer jade era, después de todo, demasiado bondadoso para su propio bien. Tenía la seguridad de que sentía el agradecimiento que la carta transcribía. Lo habría sentido incluso aunque Jiang WanYin solo le hubiese mandado una nota diciendo "hola". 

"Pero no quiero desviarme del tema que nos ocupa más de lo necesario."

Gracias, Lan XiChen. Al fin y al cabo, para desviarse ya estaban sus pensamientos de enamorado en plena fase de negación/aceptación.

"He notado que esta corriente tan particular de energía espiritual no se centra en el Hanshi. He probado a meditar en el Pabellón de la Biblioteca y en otros lugares de los Recesos de la Nube incluso en el bosque, se me subió una ardilla encima" el líder de Yunmeng Jiang tuvo que hacer un pequeño esfuerzo para contener una carcajada al imaginárselo "y allá dónde voy, allá aparece. Siendo así, empiezo a pensar que esta energía se encuentra adherida a mí, aunque no es parte de la mía propia. Todavía trato de descifrar su origen, pero algo me hace pensar que está ligada a la propia tierra. Parece parte de la naturaleza y eso me perturba. Me pregunto cómo podría afectar no solo a nuestro mundo, si no también al mundo con el que parece que estamos conectados. Esa gente no tiene energía espiritual, si mi caso se ampliase a más personas, empiezo a creer que estaríamos en serio peligro. Tanto ellos como nosotros."

"Conociéndote, seguro que te estarás preguntando que tiene esto que ver contigo." Jiang WanYin frunció el ceño. Dada la delicadeza de aquellos trazos, incluso podía vislumbrar al primer jade riéndose tras su manga, un deje encantador que parecía compartir con su difunta hermana. El pensamiento le calentó el corazón al mismo tiempo que se lo apuñalaba. " En realidad nada, aunque no sé si el alcance de esto acabará por llegar más allá de Gusu. Temo que así sea. En cualquier caso, no es enteramente la razón por la que te escribo. Quiero pedirte un favor. Me consta que los cultivadores de Yunmeng Jiang sois excepcionales en materia del manejo de energía espiritual. Ahora mismo la corriente es mucho más notable que la primera vez que la percibí aquel día en el Hanshi. Por eso mismo deseo solicitar tu presencia en los Recesos de la Nube para confirmar ciertas sospechas. Confío en que, siempre y cuando no te distraiga de tus deberes como líder, sea posible."

Jiang WanYin barajó la idea por un instante. Tanto en su cabeza como en la de Lan XiChen, la justificación sonaba razonable, creíble incluso. Sin embargo, si cualquier tercero no cegado por las emociones hubiera leído aquella carta, se habría dado cuenta al instante de que no era más que una excusa barata para quedar con cierto líder de secta. En los Recesos de la Nube, justo después de ver a Lan JingYi marchar, el primer jade ya se mortificaba con sus propias palabras, preguntándose desesperado cómo había sido capaz de hacer aquello. ¡Cómo podía ser tan desvergonzado! Quiso volar tras su discípulo, arrebatarle la misiva de las manos y quemarla antes de que su destinatario supiese de ella. Sin embargo, y aunque pudo, no lo hizo. Amparado por algún instinto similar al temor, solo dejó que las cosas siguieran su flujo. Tuvo más suerte de la que jamás creyó que poseería. Jiang WanYin, allá en su escritorio en el Muelle del Loto, estaba tan agotado que no solo no se lo tomó mal, si no que además asintió conforme. Decidió que, después de la caza nocturna de dentro de unas semanas, en vez de regresar a Yunmeng acompañaría al primer jade a Gusu. Así podrían investigar... juntos.

Cambió de idea radicalmente al seguir leyendo, más enfurecido ante cada palabra que procesaba.

"El segundo tema a tratar, es referente al joven maestro Jin." Por momentos la pincelada parecía vacilante, como si Lan XiChen no hubiera querido escribir lo que estaba a punto de escribir. "Debo decir, aunque dudo mucho que coincidas con mi opinión, que no estoy a favor de revelar lo que voy a revelar. El reglamento y las doctrinas educacionales de mi tío me lo ordenan. Creo que los jóvenes merecen ser jóvenes y hacer ciertas locuras, y estas faltas leves no son más que parte de esta juventud. Si bien es verdad que los Recesos de la Nube no son el lugar más idóneo para ello, aprendimos del joven maestro Wei que hay cosas en este mundo que no se pueden evitar. Y lamento también decirte que mi cuñado también se ha visto implicado esta vez..."

Ni siquiera habían tenido que entrar en materia para que a Jiang WanYin le temblasen las manos de rabia. Gruñó. Tenía muchas suposiciones al respecto de lo que debería haber pasado, y ninguna de ellas era buena.

Al terminar de leer, como poco tendría un tic nervioso.

***

El pobre Lan JingYi apenas llevaba un par de horas instalado en el Muelle del Loto. Ese fue el todo el tiempo que necesitó el líder Jiang para, en este orden: recomponerse, leer unas cinco veces la carta, descomponerse, arreglar (más o menos) su aspecto desastroso y tomar una decisión de la que puede que se arrepintiese. O no, ya se verá. Sin embargo, el joven Lan ignoraba todo este proceso. Él simplemente se había limitado a acatar las órdenes (porque el gesto de prepararle un lugar para descansar ni siquiera parecía un acto de cortesía, más bien el mandato de un general furioso en plena guerra). El discípulo que le había acompañado hasta el Salón Ancestral era un chico joven, de su edad más o menos. Fue el encargado de enseñarle el Muelle del Loto un poco por encima en un corto pero agradable paseo, en lo que hacían tiempo hasta que su habitación estuviera lista. Fueron hasta los enormes campos de entrenamiento y allí se entretuvieron charlando con algunos jóvenes, como la dicharachera discípula principal de Yunmeng Jiang. Como JingYi era tanto optimista como sociable por naturaleza, no tuvo ningún problema en entablar conversación con los chicos que había por allí. Luego le condujeron a sus aposentos provisionales.

El joven Lan debía admitir que, cuando no se llega de improviso a las tres de la mañana después de un asedio en los Túmulos Funerarios, Yunmeng era un lugar muy agradable, lleno de actividad y de vida. Incluso podría considerarse acogedor. Y era hermoso, nadie podía negarlo. Acostumbrado como estaba a las montañas, esos grandes lagos llenos de lotos florecientes le maravillaban. Agradecía a ZeWu-Jun la oportunidad que le había dado de viajar hasta allí, y no solo por las vistas. Había otras dos razones. El pobre chico debía admitir que estaba deseando dejar solos a Lan SiZhui y a Jin Ling. Que a ver, no lo malentendamos. Eran sus amigos y los adoraba a los dos. Es solo que... bueno, con el florecimiento de la juventud parecía que se estaban revelando más mangas cortadas de los que había pensado que podrían existir siquiera. Tampoco se atrevía asegurar nada, pero cada vez que esos dos estaban juntos la atmósfera se volvía extraña. Muy extraña. Ouyang ZiZhen y él no podían evitar sentirse como unos auténticos sujetavelas cada vez que entrenaban, iban a clases o bajaban a Caiyi a por Sonrisa del Emperador.

En cuanto a la tercera razón, la Sonrisa del Emperador lo explicaba por sí sola. La habían liado, y no poco. Y, por una milagrosa vez, él se había librado justamente por estar copiando las reglas de la secta. De nuevo.

Así que Lan JingYi tomaba "tranquilamente" un té mientras miraba por la ventana y revisaba su equipaje sin demasiado interés. Ya había comido y se sentía al mismo tiempo somnoliento y lleno de energía. Las contradicciones de la juventud, divino tesoro. No habría sabido decidirse por una de esas dos sensaciones, pero esa elección la hicieron por él en un abrir y cerrar de ojos. En cuanto el líder de secta Jiang abrió la puerta de su habitación de una patada él ya estaba de pie de un salto, desenvainando su espada casi por instinto. Si Jiang WanYin se dio cuenta, lo ignoró. El que no pudo ignorar su insólito aspecto fue JingYi. Aunque sus túnicas eran las de siempre, su cabello seguía recogido en una coleta alta en vez de en su moño habitual. Los largos y rebeldes mechones negros se balanceaban de un lado a otro, tan furiosos como el propio líder. Si ignoraba la expresión aterradora, por alguna misteriosa razón sería capaz de encontrarle alguna clase de parecido con Wei WuXian.

Por supuesto, no planeaba decirlo en voz alta. Todavía valoraba sus piernas. Y su vida.

-Tú -rugió Jiang WanYin nada más patear la puerta-, recoge tus cosas. Nos vamos a Gusu. ¡Ahora!

Si hubiese tenido algo en las manos o en la boca, a JingYi se le habría caído de golpe.

-¿Ahora? ¡No llegaremos hasta mañana!

-¡No me importa! ¡Date prisa o te dejaré atrás!

-¡Pero...!

-¡No hay peros que valgan!

Tan furioso como una tormenta de verano, Jiang WanYin se marchó justo por dónde había venido, y el pobre Lan JingYi no tuvo más remedio que seguirle mientras bufaba para sus adentros. El líder Jiang era intratable e incomprensible, y ya es decir que lo pensase él. Ya sabía a quién había salido la joven amante, desde luego. De verdad que no se explicaba qué demonios le veía ZeWu-Jun.

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