Legado de Pilares [ADN I] |Fi...

By AlysaKai

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🖤 Finalista en los Wattys 2021 bajo el nombre «El Legado de Sadra» que ahora es «Legado de Pilares» _______... More

Frase
Sinopsis más general
Mockups
Moodboard
PROMO
Prólogo
1_Burbuja Rota (Ainhara)
2_Secuestro y Abandono (Anahí)
3_Unidas por el Dolor (Anahí)
4_Partícipe (Amir)
5_Deporte o Suicidio (Ainhara)
6_Inesperado (Ankara)
7_Una sombra (Ankara)
8_Trampa conjunta (Anahí)
9_Nueva rutina (Amir)
10_Castigo Domiciliario (Ainhara)
11_Partido (Ainhara)
12_Relax (Anahí)
13_Volver (Ainhara)
14_El tiempo junto a ti (Amir)
15_Enigmas (Ankara)
16_El casete (Anahí)
17_Un nuevo salto (Ainhara)
18_Khopalka (Amir)
19_Los Batlelock de Musa (Anahí)
20_En lo alto de una estrella (Anahí)
21_Sadra Miller (Anahí)
22_La noche de las cuatro víctimas (Ankara)
23_De Luto y Una Nota (Ainhara)
24_Mentiras develadas (Ainhara)
26_Mi Realidad (Amir)
27_Código: SM (Ainhara)
28_Travesía (Ankara)
29_Bienvenidos al NUCLEO (Ainhara)
30_Historias del pasado (Astrid)
31_Alianza Oficial (Anahí)
32_Los primogénitos declaran su apoyo (Astrid)
33_Entrenando a los cinco (Astrid)
34_Una Noche Especial (Ainhara)
35_El Proyecto (Astrid)
36_Una Grieta en el Plan (Astrid)
Epílogo (Ainhara)
Edits

25_Fuera del Orfanato (Anahí)

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By AlysaKai

Hemos asumido que Sadra sí se refería a mí. A Anahí Balezcose Urbide.

Con todo, no hablamos sobre ello de inmediato. Al contrario. Luego de escuchar el casete todos abandonamos el desván tomando diferentes caminos.

Los nuestros confluyeron en este sitio al cual veníamos para dejar de ver grandes los problemas. Traíamos alegría, vitalidad y cotilleos. Los momentos especiales y privados florecían celebrándose justo aquí: en el Mirador del faro, donde nuestras risas ensortijadas vagaban cual viajero flotante sobre las aguas Coztenses, y no era permitido el silencio.

Mi... amiga Ainhara es mi hermana. Crecimos rodeadas por esa necesaria protección que nos brindábamos y dándonos calma la una a la otra, de manera inexplicable, hasta hoy. Además, si Sadra está en lo cierto y Carlo Balezcose es nuestro padre, entonces ella acaba de encontrar la respuesta a su mayor desdicha.

— Se refería a él; a tu padre. Aquella noche cuando dijo que me parecía a alguien más, se refería a Carlo Balezcose.

— Si permites que te lo diga, sí eres muy similar a él. Yo no recuerdo como lucía Agustín Armas, pero tenía razón al sospechar.

— ¿Te das cuenta de que por las mentiras de nuestros padres terminamos perdiendo nosotras?

— Sufriendo, tal vez, porque según yo no perdimos. Crecimos juntas y siendo felices. Si me hubiese quedado entre la Élite, sé que habría sido muy infeliz.

— Puede ser.

— Esto es raro, pero... me gusta –le digo.

Por primera vez agradezco haber sido abandonada, ya que, al perderme yo la encontré a ella. Ahora puedo ver una parte del porqué.

— Lo sé. Yo... debo decirte que puede me tome un tiempo aceptarlo, es decir la idea en sí. Yo te quiero muchísimo

— Eh, tranquila –interrumpo situando una mano en su hombro más cercano–. Te entiendo, en serio. Quizá me pase igual –razono–. Aunque, creo que fuera de este hecho, hay algo más en lo que debes pensar.

— ¿En serio? –noto la sátira en su rostro, pero no es conmigo– ¿Cómo qué?

Distingo sus dedos, que, tamborileando sobre el mármol, expresan sus nervios.

— ¿Debo pensar en lo que supone ser una Heredera Pilar? ¿En eso debo pensar? ¡Porque la verdad es que no quiero! –golpea el cemento.

E intento no sobresaltarme.

— Mi madre es Ainhoa Ozeli de Eglossa ¿bien? Ya no es solo mi mamá, ahora tengo enemigos y una responsabilidad insufrible sobre mis hombros ¡y no quiero eso, no quiero ser yo! Pero luego está su muerte, y todo lo que le hicieron pasar en las Islas Perlas...

Temo que una crisis la aborde, aunque solo peina su cabello hacia atrás, respira, y sigue.

— Soy una Heredera Pilar, una de las sobrevivientes como dicen. ¿Qué crees que esperan los ADN de mí cuando ganemos? ¿Qué? ¿Acaso una líder o una gobernante? Porque ni siquiera soy al sombra de ello ¡y tú lo sabes!, ¿porque sonríes? Esto es para llorar.

— ¿Por qué lloraría? Dices que tienes enemigos y una carga; yo digo una hermana, dos amigos y un propósito. Oh, no, ni me vayas a mirar con esa cara de no-lo-dices-en-serio porque sí lo hago. Acabo de tener una enorme pista en lo que refiere a Sadra Miller, mi mejor amiga es mi hermana, media hermana en realidad, aunque eso no cambia cuanto la quiero –percibo que muda su rígida expresión a sonrisa ladeada– además acabas de responder a mi pregunta inicial. ¿Recuerdas la primera vez que me aceptaste como tú amiga?

— Pues claro, cuando sentadas en mi litera nos confesamos todo y me dijiste que estabas orgullosa de mí como lo estaría mi madre.

— No, ahí oficializamos nuestra amistad.

Comprendo que le cuesta seguirme pues me estoy poniendo misteriosa, pero quiero que vea mi punto.

De frente, como estamos, le agarro de ambos hombros.

— Antes de aquella noche ya me habías aceptado; lo hiciste al decirme: debemos marcar a tiempo e ir juntas. Estabas dando por hecho que sería parte de ti ¿Ahora lo comprendes? Con los ADN ha pasado igual, con lo de antes me refería a si te unirías o no, luego de lo escuchado, ahora sé que lo harás, por lo que me dijiste –la suelto– ¿Ves cómo, técnicamente, no estarás sola Heredera Pilar? Ken y Ryan se nos unieron como tú y seguramente pronto los ADN darán con nosotros o viceversa, todo puede pasar.

— ¿Es necesario que nos unamos a los ADN? –discrepa.

Porque no tiene ganas de hacerlo.

— Por supuesto; ellos son como nuestra media naranja en esto: saben lo que sea que nosotros podamos aun desconocer. Y para aquello que sabemos, tendrán una confirmación.

— No lo sé Anahí. Esto parece muy rebuscado. ¿Cómo daremos con ellos?

— Con paciencia –determino–. Hay que seguir investigando, seguir sus pasos, o el rumbo de las acciones que ellos realicen, y esperar.

— Me alegra que estés conmigo, ¿ves la Coztah? Es tan bello –dice con tono soñador, posando su vista en el paisaje–. Esta situación no es hermosa Anahí, es como un pantano, oscuro, tanto que no puedes ver dónde pisan los pies. Con todo, sabemos que debemos cruzarlo y estamos más dispuestos que antes, porque estamos dentro. No hay una opción aparte de solo continuar a tientas. Pero flotando cerca de nosotros hay un farol de mano. Nos alumbra a todos y no sabemos de dónde salió, pero es lo que nos llevará al otro lado. Eso sí lo sabemos.

— De mano y todo, vaya lo puedo ver –quedo pensativa en son de broma– ¿Por qué un farol, porque es luz acaso?

— Aja, sí. Es como la luz de Sadra, o la luz de la verdad, no lo sé a detalle.

— ¿Sabes? Jesús, Dios, es luz. Resplandece aún más que el sol y según la Biblia, quedaron momentáneamente ciegos aquellos a quienes les fue permitido, por ciertos fines, ver un destello de su luz.

— ¿Un destello? –me interrumpe incrédula.

— Sí, un destello porque nadie puede verlo y vivir, al menos no por ahora. Obviamente hubo excepciones, pero porque Él quiso. En fin, Jesús es el camino la verdad y la vida, de modo que –ahora soy quién ladea la cabeza y ve al horizonte– el farol podría simbolizarlo como esa Luz que nos guía en el camino. Todo está preparándose, incluso el pantano para ser atravesado. La verdad será revelada a las Penínsulas ¿Y porque no? Salvaremos a muchos en esta cruzada.

— Bueeeno... puede ser –acepta con parsimonia– está muy buena esa teoría tuya, muy profunda... pero para mí, seguirá siendo un farol.

— ¡Tonta! –río.

— Te quiero, ¿sabes?

— Obvio, también te quiero. Seas mi amiga, mi hermana o mi aliada.

Descendemos el faro con alegría renovada. Mi mano rodea su cuello con la intención de volver a casa. Sin embargo, ambas preferimos ir a un parque. Nos sentamos a reflexionar mientras muchas personas pasean a sus perros, o llevan a sus hijos al lugar para jugar.

Resulta que hemos decidido pedir baja del orfanato. Creemos que es lo correcto, por tanto, se lo comentaré a Ankara y si quiere, podrá iniciar junto a nosotras una nueva vida.

Cabe destacar que será una vida difícil. Ya que somos huérfanas y fuera del orfanato ni siquiera somos eso. De manera que el temor de no ser capaces de salir adelante por nuestra propia cuenta nos asusta. Pues, volverse anexo no es algo que por voluntad propia uno desee y si no logramos autosatisfacernos, es muy probable que eso pase. Con todo, lo primordial es salir de abajo del ala de Lara.

— Debemos emprender nuestro camino sin depender de nadie más –recalco.

Ya es de noche y Ankara recién nos ha hecho pasar a su habitación, pues quedamos en que nos debía una respuesta.

— Meg no está de acuerdo.

— ¡Será idiota! –gruñe Ainhara– ¿Cómo es que prefiere quedarse aquí?

— Dice que no ha conocido otro hogar –plantea Ankara en tono bajo, sin vernos– Y la entiendo, justo como ustedes, ella y yo hemos sido la única familia que nos hemos conocido. Aquí, dentro de estas paredes.

— Aun así, Ankara

— Sé lo que dirás –me corta–, no necesito que me lo recuerdes.

— Bien –zanjo.

— Me iré con ustedes.

— ¿Cómo? –duda Ainhara–. ¿La dejarás?

— Antes ella me dejó.

Según Ankara, su amiga ha estado un poco extraña esta última semana. Aunque, ninguna descubrirá el porqué, ni tampoco Megumi se lo ha querido confesar.

— Además, ya no quiero permanecer aquí... siento que este ya no es mi sitio y mucho menos mi lugar seguro.

— En eso estamos de acuerdo, pelirroja –concluye Ainhara.

Por tanto, pedimos la separación oficial del orfanato. Proceso en el cual Ankara nos acompaña sin muchos ánimos alegres, pero con la convicción de estar haciendo lo que en realidad desea.

Corrió una semana de haber oído el casete. En la cual, debido a nuestra decisión de pedir autonomía, las tres fuimos motivos de ojos curiosos y miradas altivas, tanto en el orfanato, como en la escuela. Entonces llegó la documentación oficial que nos separaba por voluntad propia del OSM. Sin embargo, no ocurrió solo eso, sino que el señor Harry en nuestra primera noche fuera del orfanato, nos dio una gran noticia.

Iba a adoptarnos.

Por supuesto nos negamos, dado que era una enorme responsabilidad legal, con todo, él no cedió ante nuestra negativa y sucumbimos a su deseo. En consecuencia, nuestra primera noche se coinvirtió en un hábito. Comenzamos a residir en el desván, al que entre todos le dimos aspecto de dormitorio.

Cuando el señor Harry estampó su firma en los papeles, dejamos de ser huérfanas. Se sintió irreal, aun así, no existía nada más fehaciente. Poseíamos una familia y éramos privilegiadas, pues «adoptar» ni siquiera es un término popular y menos entre la clase básica. Aunque, a pesar de ello, asumimos con regocijo que desde entonces nos habíamos convertido en Anahí, Ainhara y Ankara González.

Parecíamos estar seguras y en anonimato. Justo lo que necesitábamos.

***

El reloj cucú del salón indica que son las 9.30 PM. Aunque en realidad son las 8.30.

Fue difícil acostumbrarme al reloj cucú; hacía que ándese con prisas cuando el tiempo me iba de sobra. Gracias a él madrugaba una y otra vez para mis clases de surf con los infantes de la Coztah. En otras palabras, siempre era la primera en llegar al trabajo.

Por otro lado, Ken desde hace tiempo trabaja en una heladería, e incluso se ha ganado ya un puesto fijo en los turnos de la noche. Ankara y Ainhara de momento hacen trabajos de entregas a medio tiempo. Pedalean en las mañanas y en las noches se masajean los pies. O, nos toca a Ken y a mí hacerlo, mientras vemos series luego de que el señor Harry se retira a dormir.

En particular esta noche la tele está prendida, pero ninguno la atiende. Ainhara junto al suelo del sofá devora nuestra merienda, tirada en su colchón. Pues suele arrastrarlo desde su cama hasta acá abajo, ya que el sofá de la sala es capaz de albergar a solo tres personas y ella prefiere un espacio amplio sin nadie alrededor.

Ankara teclea con frenesí mensajes a Megumi, de manera que solo Ken y yo abordamos la butaca: uno con gesto despatarrado y la otra recogida en un ovillo.

— Tengo algo que decirles –anuncia Ainhara con su de costumbre, boca llena– es ua trmda idea gm –un coscorrón la sobresalta y hace escupir el contenido– ¡¿Qué te pasa idiota?!

— Eres una asquerosa ¿lo sabías?

Casi al instante Ken y yo compartimos miradas. Sabemos que ambas iniciarán otro tira y afloja.

— ¡Ha sido tú culpa que lo escupa! –se defiende– Además, ni siquiera te hablaba...

Doy un brinco con el cual me alejo de la riña, no porque me molestase, sino porque alguien toca a la puerta y se quién es. Mi novio; mi rubio de hoyuelos hipnotizantes.

— Buenas noches –por una milésima de segundo encantador, cuando me saluda, siento su aliento cerca de mi oreja vagar por el cuello.

Se retira. Entonces, dirige mis manos a su boca, plantándoles un beso.

Él no lo sabe, pero siempre me digo que mi chico es un auténtico príncipe, aunque no lleve corona sobre su cabeza.

— Adelante –invito para que pase.

Ainhara retoma la batuta de la charla después de los saludos. Lleva la boca llena en señal de protesta y Ken no hace más que ver al techo.

— Me surgió una idea para hacer un dinerillo... –arroja otra galleta de chocolate dentro de su boca.

No obstante, la digiere del todo antes de continuar:

— grabar un vídeo que nos promocione haciendo lo que mejor se nos da

— ¿El qué? ¿Tirarte de una cuerda? –se mofa Ankara.

Aprovecho el vistazo que se dan y me río por lo bajo, pero cuando Ainhara asiente, las orbitas se me dilatan. Ken endereza su postura. De repente luce interesado.

— Es broma ¿verdad? –Ankara deja a un lado su botella con agua.

Al momento, Ken tala lo que sea que fuese a venir después de eso.

— Explícate –ordena él.

— ¿Dices que eso es lo que mejor se nos da? ¿A quiénes? No participaré –confirmo nada más cesar las explicaciones.

— ¡Sí lo harás! ¿Ryan? –ruega, pero sitúo mi mano en diagonal ante el chico.

— No amor, espera. Claro que lo haré Ainhara, si es que no me cuesta nada imaginarme siendo filmada y subida a las redes mientras me tiro por un precipicio y digo: te ayuda a vencer tus miedos ¡lánzate y descúbrelo! Wow.

Sé que sobreactúo con las expresiones corporales y no me importa. Lo hago con la intención de hacerla entender cuán ridícula puedo llegar a verme. Con todo, mi ahínco no procede, ni siquiera cuando planteo hacer un juego de cámaras y ¡cataplún!, que parezca que he saltado.

Pedir ayuda a Ankara sería lo siguiente pero inútil, pues no es parte del audiovisual de Ainhara.

— ¿Amir no participa? –cuestiona Ken, y al hacerlo, saltan todas mis alarmas.

No se han visto luego del funeral y por alguna extraña razón propia y desconocida para mí, Ainhara no ha hecho esfuerzo alguno en contactar con él. Tal decisión me alegra y entristece por igual porque francamente huyo del momento en que deba contarle la verdad: que su novio extranjero le ha estado ocultando su verdadera identidad.

Pues, en realidad es su medio hermano; porque los tres somos hijos de Carlo Balezcose.

De modo que, para no pensar más, abrazo a Ryan y escucho la respuesta:

— No. Solo nosotros; él ha estado ocupado y al parecer todavía lo está. Tú y yo seremos los protagonistas ¿sí? –Ken asiente– Ryan ¿me ayudas?

— No, Ainhara, no pongas esa cara de borrego degollado –le advierto levantando el índice hacia ella.

— Ya veremos –responden a mi lado.

Si bien me siento traicionada, en el fondo todo esto me causa un poco de diversión.

— Ryan no la ilusiones, un ya veremos es posibilidad y no...

Mis palabras son cortadas a la hora en punto que Ryan juega de manos conmigo. Termino hecha un revoltijo presa de sus brazos que me rodean de hombros para arriba y neutralizan mi figura. El resto ha empezado a prestarle atención al TV.

Yo me siento descubierta cuando Ryan me cuestiona susurrante:

— ¿Por qué armas tanto lío si al final vas a hacer ese audiovisual y todo lo que ella te pida?

***

Mis terrores nocturnos han menguado, e incluso a veces sueño bonito.

Estoy siendo perseguida. Voy con vestido corto de novia y risa chillona, sin ramo, ni velo. Mis pies descalzos levantan arena al correr. Gran parte de ella también se pega porque van mojados.

Ryan se acerca; está a punto de atraparme, pero un jadeo sorpresivo acompañado de un golpe me despierta. Al instante, noto la figura de Ankara. Está despierta y acaba de darme un manotazo.

— ¡Despierta! –susurra con énfasis– Llama a Ken. Tienen que ver esto. ¡Ainhara despierta! –le grita– Los ADN acaban de subir otra declaración.

Obedezco al instante; Ainhara le lanza dos almohadas para luego bajar de su cama.

Pasado un rato, los cuatro nos juntamos cerca de la buhardilla. A través del móvil de Ankara reproducimos el video en la publicación de los ADN. La cual, es una especie de entrevista formal realizada por Arturo a un señor que no trae capucha.

Según el líder de los rebeldes, este hombre no es más ni menos Petronio Delgado Aumás: el líder del equipo bombero de rescate que apagó el fuego en la Mansión Batlelock quince años atrás.

Ante lo cual, una ola de asombro nos rodea. Se me crispa la piel, Ankara traga en seco y Ainhara intenta sin éxito subir a más el volumen del viejo aparato. Ken lo sostiene para dejarlo a la altura de nuestros oídos, y pese a que no hablamos, ni hace falta recalcarlo, él lleva su dedo índice a los labios.

En consecuencia, agudizamos la audición.

— Son muchos señor Delgado, los que nos siguen, otros tantos nos difaman; y un gran número solo escucha por curiosidad.

— Debo admitirle Arturo que yo formé filas dentro del segundo grupo. Sin embargo, ahora sabes tú que pertenezco al primero.

Luego de la oportuna intervención, el encapuchado sique su línea de entrevistador.

— Esto que le preguntaré, ya me lo ha dicho y aprovechándome del momento le digo, que lo admiro y respeto por ello. Entonces mi pregunta es: ¿Señor Delgado, por qué dar esta entrevista vestido de esta forma?

Luego de señalarlo Arturo hace ademán hacia la cámara, donde el público aguarda la respuesta.

— Claro –Petronio cabecea para sí, como quién sabe lo que tal osadía demandará–. Antes nos dejaste claro por qué los Amigos de la Noche os vestíais así. Te vi en aquella declaración y me sentí... simpatizado contigo.

Petronio hace un alto en su intervención para removerse en su asiento. Tal vez por vergüenza, nadie sabe.

— Soy la prueba de lo que el miedo y la cobardía hace en un hombre. Luego de la noche en que la Familia Batlelock murió, me encerré en mi mundo, quise alejarme y que nadie recordase que estuve allí y lo que supe. Pero hoy, hoy estoy aquí dando la cara a todos, dispuesto a hablar. Todos verán mi rostro y sabrán lo que sé, entonces os digo que, si llegase a pasarme algo, si llego a morir –aclara–, los mismos que hoy me ven, sabrán quiénes fueron mis asesinos.

— Sabe que cuenta con nosotros...

Por un segundo Arturo parce olvidar que están en transmisión mundial, con todo, se recompone y ese ligero deje compasivo no vuelve a aparecer.

— Lo sé, gracias –Petronio cuelga sus brazos sobre el reposa manos de sus asiento y continúa con el hilo de la entrevista–. ¿Qué viene ahora?

— Cuéntenos su historia –pide llanamente el enmascarado de ropas anchas.

— Era otra noche tranquila en la unidad; pocos estaban de guardia y otros, como yo, estudiaban para aprobar los Exámenes de Superación al Puesto. El jefe Malcov estaba por recibir a su tercer nieto y su hora de retirarse llegaría pronto. Yo lo relevaría; pero antes, debía mostrar mis aptitudes en los ESP.

— Entiendo –concuerda su entrevistador con un susurro.

Muestra de estar tan atrapado en la historia como nosotros.

— Me había bebido una cafetera completa de café y media bebida energética de un colega que se marchó poco antes del incidente. Esa noche sin dudas estaba bien despierto –recalca–. Entonces recuerdo que la unidad completa se movilizó, sentí alarmas de todo tipo y abandoné el estudio. Como todo un curioso con razón salí en busca de una respuesta. «La mansión Batlelock arde en llamas», me dijeron. Toda la artillería ya estaba lista, los refuerzos habían sido pedidos... y ahora que lo pienso Arturo, no recuerdo quién cuidó la seguridad de la unidad.

Petronio sonríe sin pisca de humor, aunque con evidente añoranza.

— En la parte frontal me coloqué junto a la fila formada, me giré y pregunté quién dirigiría la misión. «Tú idiota. ¿O para que estás haciendo los exámenes de superación al puesto?» me respondió alguien. De inmediato me hice cargo de la situación y lo próximo que vi ante mí fue la mansión Batlelock en su peor momento. El equipo de rescate tuvo que inspeccionar la zona luego de apagar el fuego. Y bueno, yo encontré algo en el ala derecha, que fue la afectada directamente, donde como bien saben los de Musa, quedaba la cocina en un primer piso y arriba el dormitorio matrimonial.

— ¿Que encontró señor Delgado?

— Explosivos. De tipo IED Improvised Explosive Device. Dichos artefactos explosivos pueden tener diferentes diseños o mecanismos detonantes, por ello no se supo de qué forma llegaron a detonarse; aunque se habló de una reacción en cadena. En algunos casos suele pasar que estos artefactos estén montados para obtener una explosión en cadena, por ejemplo, en el ataque a un tren o como fue el caso, en el ala derecha de la casa tanto en el primer piso como en el segundo.

— ¿Dice entonces que no fue un accidente doméstico como declararon antes?

— Exacto. Los mismos explosivos fueron la prueba y yo los vi entre los escombros. ¿Pero qué podría hacer si los Regentees y la Élite decían algo diferente? Callé y dije lo estipulado; que ambos, Emiliano y Ana estaban en la cocina y algo detonó el fuego que acabó con sus vidas... y que su hija dormía en la otra ala donde el fuego no llegó del todo. Lo curioso, además, resulta ser que los cuerpos calcinados no fueron hallados en la cocina, sino en la sala de estar. De camino al cuarto de la pequeña.

» Verás, en el diseño de la estructura, la sala de estar constituía la parte central del primer piso. Y a la vez, era una base para las torres que compendian el segundo piso. Al explotar un lado, buena parte del techo de esta sala decayó y eso fue lo que alcanzó a Ana Martínez dejando su cuerpo atrapado. En consecuencia, poco después murió. Ahora, Emiliano: su posición al morir difería en la dirección, de manera que él iba a la delantera hacia el cuatro de su hija. Sin embargo, al notar que su esposa estaba retenida, el hombre volteó en uve y el fuego lo atrapó. Quedó de frente a su esposa y de espaldas a su dirección inicial.

— ¿Dice que el ala izquierda dónde se ubicaba el dormitorio de la niña no fue presa completa del fuego? ¿Qué nos puede decir sobre la niña? ¿Existe alguna posibilidad de que Emily Ana Batlelock haya huido del fuego inminente?

— La hay, claro que la hay.

De repente mediante suspiros emitimos en silencio la sorpresa colectiva.

— No encontramos rastros suyos. A lo que en su momento le adjudicaron el hecho de ser pequeña y que el fuego la absorbiera por completo, sin dejar rastros evidentes de su muerte. ¿Quién iba a ir en contra de ello, aún más en un momento de tanto dolor? Si la mayoría así lo había dicho, todos lo creyeron y los lloraron. Pero ciertamente yo os digo que pudo escapar ilesa. Además, como dato curioso sabemos que su presencia no fue reclamada en ningún centro hospitalario ni de primeros auxilios. No fue remitida nunca como paciente grave, ni como desaparecida. Por tanto, la pequeña Batlelock bien pudo haber huido desde su habitación. Era una niñita inteligente. Los Amigos de la Noche dicen la verdad –habla a cámara– sobre que hay sobrevinientes Pilares, y Emily Ana Batlelock es la prueba. Tengan la certeza de que ella puede aún estar viviendo entre nosotros.

Paulatinamente la cámara se aleja en silencio de Petronio y enfoca al encapuchado. Entretanto nosotros nos mordemos los labios con los dientes.

— No contaré las mismas mentiras que dicen sobre nosotros y nuestro movimiento pues ya las conocen tanto como yo. Sé que las declaraciones seguirán, pero ustedes han visto este testimonio; a Petronio lo pueden investigar. Les aseguro darán con que en verdad fue el líder del grupo de bomberos encargados en tal misión. En otros temas, aclararé que la caja fuerte nos pertenecía primero, a nuestra creadora Sadra Miller. Esta fue robada a ella del Orfanato de Señoritas de Musa. La razón detrás de las cuatro muertes nos es desconocida, pero aseguramos que no fuimos nosotros. Les repito: no somos asesinos. Ni siquiera somos terroristas o rebeldes; somos el nuevo ADN que continuará con la herencia verdadera de las Familias Pilares. Deseamos lo mejor para nuestras Penínsulas, sin embargo, defendemos nuestros principios, aunque sea duro el trayecto. Les aseguro además que llegará el día en que nos verán sin estas ropas.

— Creo que –interviene Ken a medio camino del sonambulismo– mejor discutimos esto mañana –no ha llegado a abrir la puerta cuando se gira robóticamente–. Duérmanse y tú más Anahí. Mañana tienes clases que impartir.

Dicho eso, se da un ligero toque en el sentido manteniendo los ojos a medio cerrar. Espero que los abra bien cuando esté bajando la escalera. Si bien lo pienso, no lo comento.

Minutos más tarde ambos lados mis amigas duermen mientras yo permanezco sentada en la cama.

— ¿Anahí?

— Mm dime...

— ¿Estás bien?

— Sí, solo... espera, ¿lo estás tú Ankara?

Por un momento no reparo en la tonalidad a causa de sollozos y no de susurros. Por tanto, me pego al borde de mi cama para examinarla en medio de la oscuridad.

— ¿Qué tal si dejamos de mentirnos? –propongo optimista.

Mientras limpia su rostro da muestra de coincidir en ello.

— ¿Qué te ocurre? –indago.

— Te lo contaré luego, ahora no es el mejor momento.

— Vale, puedo esperar.

— ¿Todavía no has hablado con Ainhara sobe Amir? –niego al instante– No dejes que pase mucho tiempo, en mi opinión será peor.

— Lo sé –tomo su mano y zarandeo el agarre.

— ¿Quieres que se lo diga yo? Piénsalo. Yo puedo hacerlo. Sé que te dolerá si te odia al instante de contarle la verdad. A mí en cambio no me importaría, porque ni siquiera nos llevamos bien.

— Gracias Ankara, de veras. Pero creo que es como mí... ¿deber? O algo así.

— ¡Oh por favor! –Ainhara nos sorprende infraganti.

Destapa su cuerpo y se incorpora a la conversación.

— ¡Me tienen jarta! –se queja– ¿Por qué siempre tienen una murmuración entre manos? Díganme lo que sea ahora mismo.

— ¡¿No estabas durmiendo!? –reprocho– ¡Ainhara basta de hacer eso, es mala educación! –recrimino indignada.

— ¿Dime, desde cuándo he sido yo educada? Aparte, estabais hablando de mi novio y de mí. Me concierne todo esto –su mano gesticula círculos señalándonos a las tres–. Hablen. ¿Qué pasa con Amir?

Ankara abre su boca, pero la cierra al segundo en vista de que sea yo quién responda.

— Mira, no creo que este sea el momento Ainhara, mañana lo hablamos.

— Como quieras –espeta.

Acto seguido me tapo hasta la cara. Aunque tampoco escucho palabras bajo la manta. Pienso que lo conseguí, al menos esta noche.

Luego, oro: Dios tú que eres grande y soberano, gracias te doy porque te he conocido y puedo, confiadamente, venir ante el trono de tu gracia para obtener el oportuno socorro como dice Hebreos 4:16. Dios te pido perdón por estar prolongando esta situación con Ainhara. Dame palabra para hacerlo pues tengo miedo y por favor trae paz a su corazón cuando sepa la verdad.

Gracias por permanecer con nosotros. Cada día estoy más segura de que nos apoyas en la investigación. Danos descanso, danos paz, guíanos hacia tu voluntad y concédenos la victoria. Aunque tarde, resérvala para nosotros. En el nombre de Jesús; amén.

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