Between [XiCheng] [Mo Dao Zu...

By EKurae

146K 24K 9K

Es de conocimiento común que, tras los trágicos eventos del templo GuanYin, Lan XiChen, líder de Gusu Lan, de... More

Capítulo 1: Mis sueños nunca han sido tan realistas
Capítulo 2: ¿Dónde se desayuna por aquí?
Capítulo 3: Es un poco pronto para beber, ¿no crees?
Capítulo 4: Así que esto es un teléfono
Capítulo 5: Eso ha dolido más de lo que debería
Capítulo 6: Ya me mando yo al sofá
Capítulo 7: ¿Cómo que veintitrés de marzo?
Capítulo 8: No, no ha sido un lapsus freudiano
Capítulo 9: Lo poco que tenemos en común
Capítulo 10: Si suena a locura y parece un disparate...
Capítulo 11: El arte de salir de situaciones incómodas
Capítulo 12: Toda esta calma me huele a tormenta
Capítulo 14: Me miras como si supiera algo del siglo XXI
Capítulo 15: ¿Para que sirve una cinta de correr si sigo en el mismo sitio?
Capítulo 16: Debería cuidar por dónde piso
Capítulo 17: Vamos a ver, tengo un móvil y no sé utilizarlo
Capítulo 18: Solo creo que eres hermoso
Capítulo 19: Podemos encontrarnos a medio camino
Capítulo 20: Y si no estoy loco, ¿qué está pasando aquí?
Capítulo 21: Así que sabes que sé lo que no quiero que sepas
Capítulo 22: Nos adentramos en terreno desconocido
Capítulo 23: Prefiero decir hasta luego
Capítulo 24: Interludio y pausa para la publicidad en La Sonrisa del Emperador
Capítulo 25: Interludio y pausa para la publicidad en el Muelle del Loto
Capítulo 26: Dicen que la segunda parte siempre es la más interesante
Capítulo 27: Si bebes, ni vueles en espada ni conduzcas
Capítulo 28: Este mundo es más complejo de lo que pensaba
Capítulo 29: El don de la oportunidad no es lo nuestro
Capítulo 30: Hay formas mejores de decir las cosas, ¿y qué?
Capítulo 31: Vamos por partes, por favor
Capítulo 32: Mientras nadie muera antes del postre, todo irá bien
Capítulo 33: ¿No me vais a ofrecer una copa?
Capítulo 34: Mejor lo hablamos mañana
Capítulo 35: Al final lo de ir al psiquiatra no suena tan mal
Capítulo 36: Empecemos atendiendo a razones
Capítulo 37: Separemos lo real de lo... ¿real?
Capítulo 38: ¿Podríamos acercarnos solo tres milímetros más?
Capítulo 39: Nos han echado un mal de ojo
Capítulo 40: O de cómo torcer en la dirección equivocada
Capítulo 41: Ni las películas me entrenaron para esto
Capítulo 42: Experimentemos un poco de todo
Capítulo 43: ¡Aguanta!
Capítulo 44: No esperes que no me enfade
Capítulo 45: Todavía no está todo dicho
Capítulo 46: La próxima vez, ¡llama antes de entrar!
Capítulo 47: En toda buena mudanza faltan cajas
Capítulo 48: No sé yo si esto es legal
Capítulo 49: No, sin duda esto no puede ser legal
Capítulo 50: ¿Me dejarás preguntar?
Capítulo 51: Ahí vamos una y otra y otra vez
Capítulo 52: ¿Que tu gata qué?
Capítulo 53: ¿Veterinario? ¿Debería tener miedo?
Capítulo 54: ¿No deberían haberte dado puntos por esto?
Capítulo 55: A todo se le puede dar una oportunidad
Capítulo 56: Yo también te quiero
Capítulo 57: Lo que no pase en la radio...
Capítulo 58: Los hay inoportunos y luego está Wei WuXian
Capítulo 59: Porque quedarnos como estamos no es una opción
Capítulo 60: Entre hermano y hermano
Capítulo 61: Esto no tiene tan mala pinta
Capítulo 62: La familia política me asusta más que la muerte
Capítulo 63: Por favor, por favor, que a nadie le dé un ataque al corazón
Capítulo 64: No te lo dejes en el tintero
Capítulo 65: ¿Seguro que este cuento se ha acabado?
Epílogo 1: El despertar del siglo XXI
Epílogo 2: El despertar del Muelle del Loto

Capítulo 13: Otra vez no

2.2K 425 149
By EKurae

Aunque encontrarse por segunda vez en la cama del Jiang WanYin (¿Jiang Cheng?) de aquel mundo fue desconcertante, por lo menos no se sentía tan tremendamente desorientado como hacía unos días. Tampoco se llevó ningún ataque al corazón al ver quién dormía a su lado, y eso era un gran avance. No. No estaba preparado para ello, porque puede que no fuese a estarlo nunca, pero al menos ahora tenía alguna clase de noción de dónde se encontraba. Ya es algo.

Lan XiChen abrió los ojos de forma abrupta al notar una familiar fuente de calor a su lado en la cama. No le hizo falta esta vez perderse en la textura de las sábanas, en las alegres plantas de la ventana o en los pósters del techo para descubrir que había vuelto a pasar. La noche anterior, el agotamiento mental le llevó a la cama casi antes del toque de queda y ahora despertaba en aquel mundo ajeno de nuevo con un molesto dolor de cabeza palpitándole en las sienes. Se había intercambiado con ese "yo" sin nombre de cortesía... de nuevo. Esta vez además se levantaba con Jiang WanYin abrazándolo como si fuera alguna clase de peluche o almohadón gigante. Los brazos del locutor le rodeaban, y él a su vez le envolvió entre los propios, bien por el impulso de su corazón o bien por mero instinto. Un poco más allá, la gata, Zidian, dormitaba cerca de la almohada, a la altura de la cabeza de su dueño. Jiang WanYin dormía como si nada pudiese perturbarle, con la frente reposada sobre su pecho, las piernas dobladas en un ángulo obtuso y tapado hasta las orejas. A él, en cambio, apenas le llegaban las mantas y las sábanas a las rodillas. Tampoco es que le hiciesen falta. El lugar era cálido —quizá por alguna de esas revolucionarias y apañadas tecnologías que usaban en dicha realidad y que no les vendrían nada mal en su mundo, la verdad sea dicha— y el otro hombre le proporcionaba además calor más que de sobra. Sus pieles en estrecho contacto compartían una temperatura elevada, pero muy agradable.

Lan XiChen respiró hondo al darse cuenta de la situación. Trataba de mantenerse lo más calmado y adaptativo posible, aunque no le resultaba lo que se dice fácil. No se había preparado para que ocurriese de nuevo tan pronto, ni siquiera lo esperaba, y eso que debería haber sido obvio. Por lo menos, y por el bien de su pobre corazón, esta vez ambos llevaban los pantalones puestos. Menos mal. Si debía ser estrictamente sincero consigo mismo, tuvo que hacer una visita clandestina a la Primavera Fría el día anterior tras su larga reunión con el líder de secta Jiang. Cuando se marchó del Hanshi, tan altivo y arrogante como siempre era después de volver a mencionar cierto incidente, no pudo evitar recordar que le había visto desnudo; con esa misma aura elegante pero desnudo al fin al cabo. Y que había estado a puntito de cultivárselo también.

No sabía si agradecer o lamentar el haber huido tan rápido. Puede que ambas en un confuso cóctel de sentimientos encontrados.

El suspiro contenido que escapó de sus labios golpeó contra la frente del presentador de radio, haciendo que se removiese entre sus brazos. Lan XiChen se quedó quieto, estático por completo. Deseó no haberle despertado; no sabía si su corazón estaba listo para encarar a Jiang WanYin. Que solo se acababa de levantar, ¡por amor a los Cielos! Necesitaba un poco de tiempo para pensar. Cinco minutos, nada más. Con eso ya podría preparase una fachada decente... o eso pretendía hacerse creer por lo menos. Todos sabemos que uno nunca está preparado para enfrentarse al amor de su vida cuando todavía no te le has confesado. Pero bueno, por suerte y sin que sirva de precedentes la fortuna decidió sonreírle. Ese Jiang WanYin tenía el sueño pesado, mucho más que alguien que ha pasado por la guerra, desde luego. No se levantaría por un suspiro. De hecho —y el que no lo crea que se lo pregunte a Wei Ying— según el día podría no levantarle ni una bomba nuclear. Una vez casi se quedó dormido antes de un examen de Programación Avanzada en la universidad por haber estado estudiando hasta tarde, y su pobre y desastroso hermano mayor descubrió lo desagradable que es tener que sacar a alguien a rastras de la cama.

A partir de entonces el Wei WuXian moderno intentó ser más responsable con su propio horario de sueño durante la friolera de una semana.

Para asegurarse de que aquello no era una fantasía, la mala pasada de una mente demasiado inquieta, Lan XiChen cerró los ojos y contó hasta diez. Luego los abrió por segunda vez, y se encontró el mismo bonito rostro dormido que le había recibido en un primer momento. Estuvo a puntito a puntito de volver a suspirar, pero no le apetecía turbar la rara quietud de su compañero de cama. Mucha gente, sobre todo sus aterrorizados discípulos, pagaría por ver al legendario Sandu ShengShou justo así. Y muchos ni siquiera teniéndolo de frente llegarían a creerse el cuadro que el primer jade estaba contemplando. Su rostro mostraba calma absoluta, su respiración acompasada era constante y suave, y su ceño se encontraba completamente liso. Parecía mucho más joven, más aniñado quizá, aunque mantenía sus hermosos rasgos tan afilados como siempre. Ante esa visión, Lan XiChen fue incapaz de contenerse. Creía que su corazón se desbordaría de un momento a otro solo por estar así, abrazados con esa intimidad que relataba una auténtica historia entre ellos, una de confianza, de voluntad, de superar altibajos tanto juntos como por separado. Mientras alzaba una mano para acariciar la mejilla de Jiang WanYin con las yemas de los dedos, no pudo evitar preguntarse cómo habrían sido los comienzos de su relación. ¿Quién se declaró a quién? ¿Cómo aceptaron sus sentimientos? ¿Cómo los presentaron al mundo?

¿Podría tomar sus vivencias como ejemplo?

Casi de forma inmediata, las palabras de Nie HuaiSang arramblaron con sus pensamientos. "Puedo ayudarte a conquistar a Jiang-xiong." Ah, ahora desearía haber aceptado esa maldita lista que le ofrecía.

En sueños, Jiang WanYin murmuró algo casi inaudible. Luego se removió, frotando la mejilla contra el pecho de su pareja. Lan XiChen sonrió, enternecido por sus gestos al dormir. Quién diría que alguien tan fiero podría ser también tan tierno. Llevado por los impulsos que su cinta de la frente tendría que haber suprimido, el primer jade de Gusu Lan besó la sien ajena. No podía resistirse a unos encantos de los que ni el mismo WanYin era consciente, pero poco le importaba. Un beso inocente era todo lo que podía regalarse en esas circunstancias sin que la culpa le corroyese. Luego se separó, cuidándose de no despertarle al levantarse de la cama. A la que no pudo evitar importunar fue a Zidian, que levantó la cabeza para mirarle con esos ojos verdes que parecían brillar en la penumbra mañanera del cuarto. Con una expresión complicada que reflejaba su sentir, Lan XiChen se llevó el índice a los labios. Luego arropó al otro hombre —que no tardó ni tres minutos en apoderarse de la almohada para abrazarla en sustitución de su novio poseído— y depositó un segundo beso entre sus mechones negros.

"Ojalá", pensó, "fueses él y pudieses saber cuánto tiempo llevo queriéndote."

Un poco a tientas, el primer jade buscó algo más de ropa. Todavía estaba amaneciendo, pero al menos en esta segunda ocasión no eran las cinco en punto de la mañana. Hacía como unos veinte minutos ya que habían dado las siete, y ese reloj con extraños números rojos —muy rectos y muy feos, por cierto— se lo confirmó. Aunque suponía que no vivía nadie más que ellos dos en aquella extraña casa, Lan XiChen se sentía algo incómodo paseándose por allí con el pecho al aire. Le avergonzaba, era sumamente incorrecto. Por suerte, tirada sobre una silla descansaba una camiseta blanca de su talla, así que, como la última vez, optó por ponérsela y salir en silencio de la habitación. Zidian fue tras él en busca de desayuno fácil.

Lo sencillo que era usar las ropas de aquel mundo no dejaba de sorprenderle.

Una vez en la cocina, ZeWu-Jun se descubrió indefenso ante la vitrocerámica... otra vez. No sabía qué hacer, era como presentarse ante un cadáver feroz o un yao sin espada ni armamento alguno. Además había dejado el teléfono en la habitación (aunque ni siquiera sabía que el móvil podría haberle echado un cable en esa circunstancia... ya aprendería algún día lo útil de internet). Conclusión: no tenía la más remota idea de qué hacer. ¡Hasta la gata parecía tener más nociones de cocina que él! Y hablando de la reina de la casa, Zidian se había subido de un par de saltos a la barra de la cocina y le miraba con la cabeza ladeada. Le juzgaba, mejor dicho. Ante la mirada inquisitiva de la gata, el pobre Lan XiChen no pudo hacer más que sonreír nervioso.

-Me temo que, si quieres que te alimente, tendrás que esperar un poco. -Susurró-. Ni siquiera sé muy bien qué hacer ahora. Lo siento, bonita.

Ella se limitó a mover la cola. Si le había entendido o no, era algo que no podía adivinar.

-Veamos... -Murmuró para sí mismo Lan XiChen mientras fijaba la vista en las alacenas sobre el fregadero-. La última vez WanYin sacó tazas de aquí.

El primer jade abrió uno de los armarios. Una de sus cejas se elevó casi de un salto al darse de bruces contra el desastre de platos, cubiertos y demás instrumentos de cocina que se revelaba ante sus ojos. ¿De verdad el serio y estricto Sandu ShengShou era un absoluto desastre en cuanto al orden doméstico?

(Pues no, el serio y estricto Sandu ShengShou que él conocía en su mundo no. Ese era muy organizado para todo, hasta un punto un poquito obsesivo, porque algo se aprende teniendo que compensar a diario el desastre de Wei WuXian. La cosa es que este Sandu ShengShou vive solo, y eso significa que ningún sirviente te ayuda a mantener la perfecta organización impecable en la que solo, "solo", tienes que dar cuatro gritos para que las cosas estén hechas. Bueno, y que el haber pasado por la universidad a veces deja tantas cicatrices como la guerra, pero en otro sentido.)

Con tremendo cuidado, Lan XiChen se las arregló para liberar de aquel frágil caos dos tazas de cerámica. Para ser su primera experiencia con el Tetris, no le fue tan mal. Eran las mismas que habían usado la primera vez, una negra y otra con gatos. Las había escogido justo por recordarlas, porque si habían sido apropiadas en una ocasión, podrían serlo una segunda. ¡Bien, ya tenía las tazas! Ahora... ¿qué debería servir en ellas? Y... también estaría bien comer algo, ¿no? ¿Eso dónde lo conseguiría? Porque abrir la nevera estaba fuera de toda discusión, no se atrevía desde la (primera) última vez.

El primer jade se llevó una mano a la barbilla, meditabundo. Todavía necesitaba descubrir muchas cosas de aquel sitio, sobre todo las cosas más básicas. Quizá debería explorar. Pero ponerse a abrir cajones a lo loco sería muy mala idea. No solo se arriesgaría a despertar a Jiang WanYin con el ruido, si no que además le daría una imagen horrible y se pondría en una situación muy comprometida. Qué diría de su relación y de su cordura si lo sorprendiese hurgando en sus cosas. No, no, no, mala idea. Uno de sus objetivos primordiales allí era que no le tomasen por loco, recomendación directa de Wei WuXian. Qué irónico. Debería limitarse a escuchar, observar y aprender, pero su única compañía en ese momento era una gata bastante paciente que se limitaba a esperar sus piensos moviendo la cola.

¿Qué iba a hacer?

-¿Algún día podrías simplemente no madrugar, A-Huan?

Un murmullo adormilado detuvo en seco todos sus pensamientos. La frente de Jiang WanYin chocó contra su hombro al abrazarle por la espalda casi como si se estuviese dejando caer sobre él. Los brazos del presentador de radio le rodearon la cintura. Una de sus manos sostenía su teléfono móvil, haciéndole pensar a Lan XiChen que debería acostumbrarse a llevarlo encima. Parecían artefactos importantes para los habitantes de ese mundo. ¿Quizá eran un poco como las espadas de los cultivadores?

-¿Jiang... Cheng?

-Mmm. -Su respuesta quedó entrecortada por tener la cara presionada contra su omóplato. De pronto, al primer jade el corazón le latía a mil por hora-. Quiero chocolate del que me hiciste ayer, A-Huan.

Oh, bueno, eso le daba una respuesta al qué hacer de desayuno. Si supiera lo que era el chocolate ya iría todo de maravilla.

Bueno... y si Jiang WanYin le soltase, porque en su posición actual no podía moverse.

***

-Oh... no.

Techo de madera, paredes de madera, muebles austeros, colchón duro y túnicas farragosas e incómodas. Sueños recurrentes, lo que le faltaba ya para alegrar sus días de descanso. Que un poquito de inspiración está bien, pero podía inventarse el resto del mundo de su próxima novela en un estado de consciencia frente a su fiel portátil, muchas gracias.

Cuando se despertó en una cama vacía en una realidad completamente distinta a la suya por segunda vez, Lan Huan no pudo hacer más que recurrir a la negación y al autoengaño. Al fin y al cabo, no hay explicación lógica que pueda satisfacer a un hombre del siglo XXI sobre por qué de pronto parece destinado a intercambiarse con su "yo" de otro plano astral. Por mucho que le gustasen la fantasía, la ciencia y ficción y los cuentos de hadas, tenía que estar soñando con lo mismo, no podía ser otra cosa. Qué suerte. Al menos tendría cuidado para que esta vez Jiang Cheng no le soltase un (merecido) puñetazo.

No sin ciertas dudas, el desdichado escritor se incorporó sobre la cama. Miraba a todas partes con esa expresión confusa que tienen los cervatillos recién nacidos. Al menos en esta ocasión el Hanshi no se le antojaba tan ajeno. Por la luz, supo que estaba amaneciendo. Serían las cinco de la mañana, estaba casi seguro de ello, porque los hábitos del cuerpo pueden guiarte cuando la mente queda embotada. Y dado que él no se sentía en pleno uso de sus facultades —aunque, por segunda ocasión, se veía muchísimo más lúcido de lo que solía estar cuando soñaba— dio gracias a ese cuerpo suyo por tener la capacidad de levantarle. Bostezó y se frotó los ojos. Su mano rozó la mejilla golpeada, sorprendiéndole al descubrir que casi no le dolía. El moratón estaba prácticamente curado debido a la excelente capacidad de regeneración de los cultivadores poderosos, aunque Lan Huan lo achacó a las capacidades mágicas e ilimitadas del mundo onírico. Cuando fue capaz de enfocar la vista y ya comenzaba a sentirse más despierto, algo llamó su atención. En una mesita de té frente a su cama descansaba la cinta que no había vestido durante su primer... su primer viaje, vamos a dejarlo así. Y, bajo esta misma, había un sobre en el que podía leer su nombre dibujado con una hermosísima letra. Le recordaba a la suya propia cuando su tío les apuntó a su hermano menor y a él a un taller de caligrafía, aunque no duró lo suficiente como para perfeccionarla a esos niveles.

El instinto le dictó que se levantase a leerla, y así lo hizo.

"Estimado Lan Huan,

Si estás leyendo esto, imagino que la confusión domina tu mente. Me gustaría poder estar ahí para explicarte los pormenores del mundo en el que te encuentras, pero, mucho me temo, amigo mío, he tomado el lugar que te corresponde. Ahora tú te encuentras en el mío, en mi piel.

Como el tuyo, mi nombre es Lan Huan, de cortesía Lan XiChen. Mi... nuestro título es ZeWu-Jun, y así acostumbran a llamarnos los discípulos de la secta Gusu Lan, nuestra secta. Nuestro hogar."

La pincelada titubeaba en la última palabra, pero Lan Huan no le dio demasiada importancia. Tenía cosas más urgentes en las que fijarse. Pero bueno, al menos esta vez su cabeza se molestaba en explicarle el trasfondo de su sueño. Todo un detallazo.

Así que su cerebrito, que apenas tenía idea de wuxia, se había inventado un mundo en el que existían cuatro grandes sectas de cultivo... ¡y él lideraba una! Decir que estaba asombrado era quedarse corto, la verdad, sobre todo porque nunca se había creído tan vanidoso. Su subconsciente le estaba dando una serie de sorpresas que no se atrevería a calificar como agradables. Debería consultarlo con un psicólogo cuando despertase.

En su carta, Lan XiChen le explicaba al pobre Lan Huan el contexto básico de la realidad en la que habitaba. El escritor leyó aquellas páginas sobre las cuatro grandes sectas, descubriendo que su (no aquí) novio era el líder de otra de ellas, Yunmeng Jiang. Eso sí le cuadraba bien. De maravilla incluso. A Jiang Cheng le pegaba lo de ser un líder, lo suyo era nato, aunque a veces podía llegar a pasarse de autoritario. Pero eso no era del todo relevante. La carta profundizaba sobre todo en la situación particular de Gusu Lan, aprovechando para presentarle gente a la que conocía y con la que debería saber interactuar.

"Volviendo al tema que nos atañe y dejando a un lado el funcionamiento interno de la secta, no puedo pedirte que te ocupes de mis deberes como líder, sería toda una descortesía. No mucha gente sabe lo que está ocurriendo entre nosotros, por eso debo recomendarte que recurras a mi hermano y a su marido, Wei WuXian. Ellos lo saben. En las últimas páginas de esta carta encontrarás un mapa de los Recesos de la Nube amablemente dibujado por el joven maestro Wei. Confío en que te será de utilidad."

Y ahí estaba, justo tras el último papel. La pincelada libre y suelta, casi impetuosa, sin duda alguna le pertenecía a su cuñado. No era la primera vez que veía sus dibujos y, aunque el material fuese distinto, ese trazo era inconfundible. Wei Ying (¿WuXian?) le había dibujado un mapa en el que señalizaba con especial ahínco el camino entre dos casas. La suya, lo sabía por la graciosa caricatura de su cara al lado del techo, y la de la pareja, que quedaba marcada por el monigote de dos personajes besándose. Lan Huan se rio donde cualquier cultivador de la época se hubiese escandalizado. Al fin y al cabo, había visto a su cuñado pintar cosas mucho, muchísimo, peores.

Había visto sus libros de texto del instituto, con eso queda todo dicho.

"Antes de que salgas en busca de WangJi, hay otro par de asuntos que debo mencionar, ambos de gran importancia: Jiang WanYin y la cinta de la frente del clan Lan."

La carta continuaba. Y, qué curioso, la pincelada solía temblar hacia una ligera línea diagonal cada vez que escribía el nombre de su novio. Sobre todo cuando se trataba del nombre de nacimiento.

"Jiang WanYin, al que tú conoces únicamente como Jiang Cheng, es el líder de la secta Yunmeng Jiang, como te mencioné antes. Sé que en tu mundo sois amantes, sin embargo aquí nosotros no tenemos esa relación. Le quiero, cierto es, pero él desconoce mis sentimientos. Tampoco los comparte. Ambos somos líderes de secta, así que nuestra relación no sería posible a menos que uno de los dos abandonase el cargo." —Qué trágico, casi como Romeo y Julieta. Eso le daba varias ideas interesantes...— "Y aunque lo hiciéramos, probablemente supondría una deshonra para nuestras sectas, nuestros clanes y agitaría los cimientos del mundo del cultivo. No, es imposible. No podemos ser tan libres como WangJi y el joven maestro Wei, por desgracia, pero es la vida que nos ha tocado vivir. Siendo así la situación, te pido como favor personal que no vuelvas a realizar un acercamiento tan imprudente e indecoroso hacia el líder Jiang." —No, tranquilo, si no lo tenía pensado, ya se lo dejó muy claro el líder Jiang.— "Sin embargo, conoce la situación y se ha mostrado dispuesto a ayudarnos. En última instancia puedes recurrir a él, aunque preferiría que os mantuvieseis... alejados. Nuestra relación es frágil de por sí, y no deseo perjudicarla."

Tendré cuidado, compañero, se prometió Lan Huan en su mente. Lo que menos le gustaría sería boicotearse a sí mismo, qué horror. Sobre todo viendo lo pesimista que estaba ese Lan XiChen con respecto a su futuro novio y lo difícil que lo tenía ya de por sí. Pobre hombre.

Ojalá pudiera ayudarlos.

"Por último, sobre esta carta se encuentra la cinta de la frente del clan, uno de nuestros símbolos distintivos. Por lo que más quieras, no se te ocurra salir del Hanshi sin ella puesta y no permitas que otros la toquen. Es muy importante para nosotros. Si te interesa el significado de nuestra autorregulación, puedes aprender más sobre ella y sobre las costumbres de nuestra secta en el Pabellón de la Biblioteca. Pídele a WangJi que te lleve, lo hará encantado. Si te gustan tanto los libros como a mí, seguro que también te resultará estimulante."

"Ah, casi se me olvidaba. Si vas a salir del territorio de los Recesos de la Nube, lleva a Shuoyue contigo, la he dejado colocada a los pies de la cama. Es deshonroso para un cultivador que se le vea sin su espada. Aunque no te recomendaría volver a salir de momento."

Tampoco es que tuviera ganas de hacerlo de todas formas.

"Por ahora esto es todo lo que tengo que decir. Intentaré aprender de tu mundo tanto como espero que tú aprendas del mío. Buena suerte y ten cuidado.

Un cordial saludo,

Líder de la secta Gusu Lan, Lan XiChen."

Lan Huan suspiró, dejó la carta sobre la mesa y miró alternativamente a la cinta y a la espada. No sabía cuál le imponía más y tocar cualquiera de las dos se sentía como una violación de la intimidad del tal Lan XiChen. Por desgracia, no le quedaba otra. Ató la cinta sobre su frente con sumo cuidado, procurando que quedase lo más recta y lisa posible y luego fue a vestirse. No tomó la espada, porque en su vida nunca había cogido un arma y no pretendía empezar ahora (además, seguro que se cortaría una mano por accidente, que no sabía usarla y no era poco torpe). En su lugar, se armó de mapa, paciencia y valor, dispuesto a, al menos esta vez, hacer las cosas un poquito mejor.

Todos los sueños deberían venir con manual de instrucciones.

Continue Reading

You'll Also Like

450K 35.1K 200
❛❛¡Bienvenido al retorcido mundo de las maravillas!❜❜ ๑ ⋅ ⋯ ୨ ୧ ⋯ ⋅ ๑ ✡ ➙ Nada del contenido de este libro es de mi propiedad ―además de la traducci...
3.5K 446 46
"Chugbokkie." Se dejó caer en la cama y el nombrado corrió hasta estar a su lado en la cama. "No sé si esté bien decir esto." Cubrió su rostro sonro...
17.5K 1.6K 5
Lan Wangji estaba acostumbrado a los cumplidos cuando era niño, pero nunca se había sentido tan conmovido cuando Wei Wuxian lo elogió. O... Wei Wuxia...
20.4K 3K 6
Jiang Cheng hierve, agarrándose el puente de la nariz. "No sé cómo ayudarte", admite, "así que te envío a las personas que sí lo hacen". Casi se esca...