MI NIÑERO

By jesicadiazz

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[COMPLETADA] ¿Qué pensaríais de tener una persona que cuida de ti y de tus hermanos durante un mes? ¿Y si esa... More

Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capitulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capitulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
Capítulo 46 [FINAL]
AVISO

Capítulo 21

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By jesicadiazz

Me sujetaba de los brazos con una mano mientras me pillaba las piernas con el peso de las suyas.

Con la otra mano me sujetaba la cara intentando que yo no la girase para evitar mirarle y observar la pervertida y asquerosa mirada que me lanzaba mientras mantenía una sonrisa ladeada.

—¿Qué vas a hacer?—pregunto asustada.

No pensé que fuera a hacer algo tan arriesgado como pegarme o maltratarme estando Aiden abajo, pero una parte de mi me advertía, como si fuera la alarma de un coche la cual no deja de sonar.

—Castigarte—dijo mirándome, o más bien admirando mis labios.

Cerré los ojos instintivamente y noté como se acercaba bruscamente hacia a mi para juntar sus labios con los míos mientras con la otra mano se limitaba a acariciarme y manoseadme por todos lados. En uno de esos manoseos subió su mano por dentro de mi sudadera. Me sacudí, di patadas, intenté zafarme de él de todas las maneras posibles, pero no podía. No tenía tanta fuerza como él.

Miles de lágrimas empezaron a brotar de mis ojos. No podía creer que mi primer beso haya sido con un tipo que me causa de todo menos amor.

El primer beso, para la mayoría de chicas, es muy importante, marca el antes y el después. Y ahora ese privilegio se lo está llevando Max sin piedad.

Me repugna este ser.

Baja sus manos después de manosearme por debajo de mi sudadera y tras succionar mis labios por completo se separa con una sonrisa maliciosa aparcando sus manos en mi cintura.

—Ya sabes cariño, si no me haces caso, tendré que castigarte—me amenaza mientras comienza a bajar la vista para analizarme de arriba a abajo.

Suelta una sonora carcajada y le lanzo una mirada llena de odio y rabia. Lo único que me producía ese ser era repugnancia absoluta. Recé una y otra vez en mi mente para que Aiden entrara por la puerta y le pillase. Le descubriese haciéndome esto, estando encima de mí, besándome y manoseándome por todo el cuerpo, a la fuerza. Soñaba con el momento en el que Aiden le echara de casa y llamase a la policía para que se lo llevaran detenido para que pagase por lo que me acaba de hacer.

En ese mismo instante oímos unos decididos pasos acercarse por las escaleras en dirección a mi habitación.

Mis súplicas habían obrado el milagro de que hubiera una oportunidad de que Max se quitara de encima de mi.

Aiden.

Alias, mi salvación.

—Disimula, o ya sabes lo que te pasará—me advierte totalmente serio mientras pasa su pierna derecha al lado izquierdo para quitarse de encima de mi y levantarse.

Trago saliva fuerte, Max seguramente le habría hecho eso mismo a muchas chicas, las cuales no habrían tenido nadie que las salvara. Tenía que hacer algo, ¿pero qué? No podía decir nada a Aiden o a las chicas por qué eran sus amigos y yo solo una mocosa borde y tonta con la que están por obligación, por que Aiden trabaja para mis padres y está obligado a cuidarme hasta que vuelvan de esa maldita conferencia.

Max me saca de mis pensamientos y me agarra de la muñeca con demasiada fuerza, para obligarme al levantarme de la cama y sentándome en la silla enfrente de mi escritorio ya que me había quedado totalmente petrificada ante sus amenazas y advertencias.

Aiden entra como si nada y como ya es coña timbre en él, sin llamar a la puerta primero. Le observo desde mi escritorio y admiro la sonrisa que luce en el rostro, esa que yo hacía días que no veía.

—¡Hombre, pero si es el desertor!—exclama Max disimulando a la perfección lo que acababa de hacerme hace solo unos segundos en mi cama.

Si se lo propusiese podría llegar a ser un excelente actor de Hollywood. La forma en la que disimulaba el mal rato que me había hecho pasar era increíble. No se notaba que había estado forzando a una chica, besándola ni sobándola en contra de su voluntad. Era un capullo de primera.

—Fui a hacer unos recados, idiota—añade Aiden mientras deja una bolsa de plástico sobre mi cama, justo al lado de Max.

Yo no digo nada, simplemente me quedo callada sin meterme en su conversación y con la cabeza agachada disimulando que estudio e intentando no derramar las lágrimas que aguantaba en mis ojos y que se estaban empezando a acumular delante de Aiden y el acosador de Max.

—Está noche iremos a cenar al bar del padre de Carlota, y nos ha invitado a todos—dice esta vez dirigiéndose a mi.

No tenía idea de que el padre de Carlota tuviera un bar, ni siquiera me acordaba en ese momento de ella. Me costaba mucho imaginármela detrás de una barra o sirviendo mesas con una sonrisa complaciente a todos los clientes y comensales que entraran por la puerta de su bar.

—Sí, a mi también me ha invitado—dice Max tras agarrar su móvil, el cual se encontraba encima de mi mesita de noche.

Genial, esta noche a parte de ir a una cena en la que no pinto nada ni quiero ir, también tengo que aguantar en esa cena al tío que acaba de robarme mi primer beso, el mismo que me ha tocado sin mi consentimiento, al último chico que quería tener cerca o ver en toda la faz de la Tierra.

—Entonces nos veremos en la cena—dice Aiden encogiéndose de hombros con total indiferencia.

—¿Qué piensas que habrá querido decir con sorpresa?—pregunta Max mientras observa su teléfono un poco extrañado.

—Seguro que acaba de conocer a otro tío inútil y quiere presentárnoslo—pone los ojos en blanco.

A juzgar por su gesto, puedo decir que Carlota ya les había presentado a más chicos los cuales habían sido el rollo de una noche o como máximo una semana.

—No sé...—contesta Max dudoso.

—¿Apostamos?—pregunta Aiden con las cejas levantadas y una sonrisa provocativa en la cara con el objetivo de que aceptase la apuesta.

—Está bien—contesta Max dándole la mano en señal de trato—bueno, me voy ya, son las 20:14 y la cena es a las 21:15, además, tengo que prepararme para recibir esos 20€ más en mi bolsillo.

—Está bien, aunque sabes que no ganarás, aún así, luego nos vemos—añade Aiden despidiéndose de su amigo.

Max se levantó de la cama en la que se había sentado cómodamente, y antes de irse, me da un abrazo un poco más cariñoso de lo normal. Alarga sus brazos y me agarra un poco más abajo de la cintura, y en un abrir y cerrar de ojos dándome un pequeño y disimulado apretón en el trasero, cosa que me hizo que un escalofrío recorriera todo mi cuerpo a la vez que causó que mis ganas de estrangularle aumentaran estrepitosamente.

Después de esto se despide de Aiden con un apretón de manos y se va.

Miré a Aiden con miedo ya que el ataque de ese hombre estaba muy reciente y él quería ir a cenar a un bar sin ningún tipo de seguridad y sin que yo contase con un plan B por si pasa algo. Además, iba a ir Max, que era otro peligro añadido.

—Estarás segura, tranquila—intenta tranquilizarme ofreciéndome una mirada suave y relajada.

Se me destensan los músculos. Aunque esté en peligro, Aiden me da una energía que me tranquiliza y me calma en momentos tensos. Aunque dudo de esa seguridad, admiraba su positivismo, y simplemente asentí no muy convencida de que estuviese segura en un bar.

Solo rezaría para que ningún otro encapuchado o Max intentaran hacerme algo.




Me visto con unos vaqueros negros rotos por las rodillas con un cinturón blanco. Me pongo una camiseta negra con cuello y encima una camiseta morada de manga corta y las Vans negras.

Bajo al salón donde Aiden me espera con una camisa blanca, unos vaqueros azules y unas botas militares marrón claro.

No le queda nada mal ese estilo desenfadado, se le adapta muy bien igual que los colores le realzan su figura. Aunque también digo que estaría bien sin camiseta...

Esperen... ¿Qué estoy diciendo? ¿¡Sin camiseta!?

Me doy un golpe en la cabeza con la mano y sacudo la esta para quitarme esos pensamientos de la mente.

—¿Estás lista?—me pregunta intentando anudarse el cuello de la camisa.

Me acerco a él y le ayudo. La verdad es que solo con acercarme noto su energía, y eso me gusta. Le cojo el cuello de la camisa y suavemente se lo pongo bien mientras noto como él me mira fijamente.

—Ya he ter...—alzo la vista para encontrarme con su mirada. Esos ojos azules con los que cualquier chica se derretiría.

Un escalofrío recorre mi cuello cuando observo que no se aparta de mi lado, manteniéndose a unos centímetros de mí y sin decir ni una sola palabra.

Yo instintivamente me quedo callada y le correspondo esa mirada con otra totalmente igual.

Tras unos segundos, él se separa y carraspea haciendo que yo me despierte de esa especie de trance en el que estaba sumida y poniéndome nerviosa.

Noto como mis mejillas empiezan a arder y el color que habían adquirido por estar tan cerca de Aiden.

—Gracias—dice apartando la mirada evitando mirarme a los ojos.

Y como si le diese vergüenza sale por la puerta cogiendo las llaves de la moto.

Oh no, ese trasto otra vez no.




Llegamos allí, el bar es un poco de estilo ochentero, con los típicos colores azules vivos y rojos combinados con los estampados de cuadros blancos y negros.

Entramos por la puerta principal y el ambiente era muy juvenil. La verdad es que en decoración yo les ponía una nota de diez sobre diez.

Y allí están, los amigos de Aiden, sentados en una de las mesas del centro.

Y a quien menos quería ver en este momento: Max.

—Por fin llegáis—dice para luego mirarme mientras se le dibuja una sonrisa en el rostro, cosa que causa que yo trague saliva fuertemente.

—¿Qué os traigo de beber?—pregunta Carlota mientras se acerca a la mesa con una libreta pequeña con el logotipo del bar y un bolígrafo a juego con los colores del establecimiento para apuntar lo que íbamos a tomar.

—Yo una cerveza sin alcohol y para ella una Fanta de naranja—añade pidiendo por mi lo que iba a tomar.

Odiaba que Aiden hiciera eso. Yo sabía pedir mi propia consumición con mi boca, no hacía falta que él lo dijese por mi. Aunque, ¿a quién íbamos a engañar? Iba a pedir Fanta de naranja de todas maneras.

—Ey, cumpleañera, cuanto tiempo—dice Blanca mientras me da un ligero abrazo para saludarme.

—Pero si hace nada que nos vimos—contesto.

—Se lo pasó tan bien y bebió tanto que se le ha olvidado todo—añade Will mientras suelta una risotada.

—Yo me acuerdo de todo lo que pasó—dice Blanca muy convencida mientras se cruza de brazos.

—¿Hasta el beso que te diste con Nick?—pregunta en ese momento Max con una sonrisa.

—¿Qué? ¿Beso? ¿Qué beso?—responde Blanca haciendo cada una de esas preguntas más asustada que la anterior.

Todos ríen.

—Es mentira tonta, no nos hemos besado ni nos besaremos—se ríe Nick.

—¿Cómo? ¿Qué tiene de malo besarme? ¿Quieres morir?—suelta Blanca mientras le mira a punto de reírse.

—Yo no lo decía en ese sentido—contesta Nick en su defensa con una sonrisa.

Entonces Carlota llega con nuestras consumiciones y tras dar a cada uno la suya se sienta al lado de Alma.

—Bueno, lo que vengo a decir, es decir, la razón de esta cena es por que quiero deciros que... estoy en una relación—suelta cerrando los ojos esperando quizá que alguna crítica de parte de su grupo de amigos.

—Me debes 20€—le dice Aiden  a Max con una sonrisa de victoria.

—No tan deprisa—contesta Max señalando a Carlota, la cual no había terminado de hablar.

Esta respira hondo y abre los ojos decidida a contar lo que no la quería decir antes de que Aiden la interrumpiera.

—Y estoy embarazada...—añade Carlota.

—¿¡Cómo!?—exclamamos todos los presentes al unísono en los que me incluyo yo.

—A ver... cuéntanos todo y nosotros vamos a tranquilizarnos—dice Alma primero mirando a Carlota y luego refiriéndose a los demás.

—El chico se llama Axel, y lo conocí en el centro comercial que hay cerca de la pista de hielo—comienza a contar.

Carlota nos cuenta que él le pidió salir en una cita para conocerse mejor, fueron a una discoteca y una cosa llegó a la otra y ha acabado estando embarazada.

Me levanto de la silla ya que esto me está dando dolor de tripa. Todo esto le pasa por aceptar una cita de un desconocido...

—Voy al baño, enseguida vuelvo—digo aunque seguramente nadie me habría hecho ni el más mínimo caso por que todos los presentes estaban atónitos con la noticia.

Entro, y la verdad es que es el baño de un bar más limpio que he visto en mi vida. Se nota que le tienen mucho aprecio a este establecimiento y por eso lo cuidan tan bien.

Entro en una cabina y hago mis necesidades, cuando salgo me lavo las manos y me miro al espejo.

Veía a una chica, una niña que sobraba aquí. Carlota había contado con ellos, no conmigo. Yo no debería estar aquí y más cuando la noticia que nos ha contado es tan íntima y tan delicada.

Tampoco entendía que veían los chicos en chicas como Carlota, Abby o incluso Marilyn.

¿Curvas? ¿Una cara bonita? ¿Seducen con tan solo andar? ¿Una cintura envidiable por muchas? ¿Una radiante y dulce sonrisa?

—¿Qué ven en ellas que yo no tenga?—digo en voz alta inconscientemente.

—Oh cariño, tú tienes todo lo que yo quiero...—dice una voz detrás de mi.

Me doy la vuelta de golpe y trago saliva.

—¿¡Qué haces aquí!? ¡Fuera!—exclamo.

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