Recién Cazados © (Borrador de...

By R1Aguirre

7M 738K 164K

Novela en físico gracias a Nova Casa Editorial. Contáctame si quieres saber los puntos de venta en tu país. ... More

Sinopsis
Parte 1
Parte 2
Parte 3
Parte 4
Parte 5
Parte 6
Parte 7
Parte 8
Parte 9
Parte 10
Parte 11
Parte 12
Parte 13
Parte 14
Parte 15
Parte 16
Parte 17
Parte 18
Parte 19
Parte 20
Parte 21
Parte 22
Parte 23
Parte 24
Parte 25
Parte 26
Parte 27
Parte 28
Parte 29
Parte 30
Parte 31
Parte 32
Parte 33
Parte 34
Parte 35
Parte 36
Parte 37
Parte 38
Parte 39
Parte 40
Flashback
Parte 41
Parte 42
Parte 43
Parte 44
Parte 45
Parte 46
Parte 47
Parte 48
Parte 49
Parte 50
Parte 51
Parte 52
Parte 53
Parte 55
Parte 56
Parte 57
Parte 58
Epílogo
Librerías
♥IMPORTANTE♥

Parte 54

65.7K 9.3K 2K
By R1Aguirre


Cuando despierto de nuevo, casi a medio día, ella ya no está.

Recuerdo que se levantó casi unos minutos después que yo lo hice y me encontró en el baño, pero nada comprometedor, estaba lavándome los dientes.

—¿Estás mejor? —me preguntó, la miré a través del espejo y le dije que sí —tengo que ir a trabajar, cualquier cosa me llamas ¿de acuerdo?

Le dije que sí de nuevo con un leve asentimiento sin hacer contacto visual en sí. Levanté la mirada y la observé dar media vuelta y salir del lugar. La verdad que no sabía que decirle y preferí mejor arreglar mis pensamientos para poder hablarle después.

Me encerré en mi habitación casi todo la mañana, apagué mi teléfono y me dediqué a escuchar música y concentrarme en lo que sea que tenía en la pantalla de mi laptop. Ya no estaba enfermo, pero mi cabeza daba miles de vueltas en la conversación de la noche anterior, intenté callar todos esos pensamientos haciendo algo pero otra vez, no lograba concentrarme del todo. Sentía que todo lo que hacía era ilógico y acabé borrando todo lo que había escrito para tirarme a la cama y volver a dormir.

—Solo voy a limpiar un poco —me dice Caroline una vez que abro la puerta después de escucharla tocar insistentemente. Me había despertado de no tan buen humor, miro la aspiradora y le doy espacio para que entre pero esa fue toda nuestra interacción. Me voy a baño a darme una ducha mientras ella se encarga de limpiar el lugar, eso era lo que habíamos acordado, como forma de pago de la deuda que tiene conmigo.

Al ver que no había forma de trabajar con mi cabeza en otro sitio, llamo a Steve y le pregunto si puede acompañarme a buscar mi traje para su boda, él me dice que sí aunque me mira con cierta extrañeza una vez que lo recojo por el bar, le digo que soy malo eligiendo atuendos y necesito su opinión, pero la verdad es que solo quería pasar un tiempo con Steve.

—No he visto a Natalie —dice de pronto, una vez que estamos en la tienda y se me cae la corbata que sostengo en manos —¿tienes idea de dónde puede estar?

—La verdad que no —es todo, me pongo el saco que cuelga de mi antebrazo y me encuentro con los ojos de Steve en el espejo. El anciano está sentado con las piernas cruzadas y ambas manos extendidas en el sillón beige.

—¿Discutieron? —ruedo lo ojos.

—No... —digo de manera seca —¿La has visto? ¿Por qué entonces me preguntas por ella?

—No, no la he visto —me doy media vuelta y ahora tiene los brazos cruzados sobre su pecho. Sabe de lo que hablo, sé que sabe algo por la forma maliciosa en que se curvan sus labios al ver mi expresión, decido ignorarlo y probarme el siguiente traje que no es muy diferente al primero —pero tu rostro me dice muchas cosas.

—Steve, casi muero. Mi rostro debe decirte mucho sobre mi experiencia cercana a la muerte —el anciano se ríe y se pone de pie un momento. Se acerca a mí con esa sonrisa todavía plasmada en su rostro y me acomoda la corbata. Steve y su ahora prometida, quieren que los invitados vistan completamente de blanco, la boda sería en la orilla de la playa, frente a la casa de Flor, a varios kilómetros de aquí. Ya todo está todo listo, Steve va a casarse y yo todavía no puedo creérmelo.

—Lo escuché por ahí...

—¿Por ahí?

—Un pajarito...

—Diablos... vamos, Steve... que ya no tengo cinco años.

El viejo Steve me muestra una sonrisa y comienza a anudarme la corbata celeste.

—Bueno, son amigos ¿no? Supuse que seguían viéndose.

—No... —hago una pausa, no le hablo de lo de ayer, sé que Steve querrá saber más detalles y no va a descansar hasta que le diga todo. Hay cosas de anoche que prefiero guardarme.

—Una amistad siempre puede convertirse en amor, pero el amor jamás en amistad —me quedo sosteniendo la vista en su rostro, pero él está concentrado en lo que hace.

El anciano da un paso hacia atrás y me mira.

—Ese es, así es como quiero que se mire mi padrino —exclama, dejando atrás la conversación que teníamos hace un momento. Algo que no quise retomar y me decidí por ese traje para salir de ahí. Estoy exhausto, aturdido y confundido, necesito tiempo para pensar y lo único que tengo es ganas de llegar a casa y dormir.

Llama mi atención el momento que Steve se detiene en una tienda ubicada al lado y se compra una sábana. Cuando quiero preguntarle al respecto, le quita la etiqueta y me limito a caminar tras él hasta una banca donde está recostado un vagabundo.

Me detengo a su lado y una vez que arropa al pobre hombre camina en dirección al parking y yo le sigo, en silencio. Un silencio que se corta al momento que Steve pronuncia unas palabras que preferí que se quedara callado.

—No te importa que te cuente algo ¿cierto? —se detiene un momento y mira hacia mí.

—Depende.

El viejo continúa su camino y yo me limito a seguir a la par suya.

—Miré por casualidad a Natalie en el supermercado, estaba con alguien, un muchacho. ¿Y sabes qué hacían ahí? Lo que tú deberías estar haciendo ahora con ella.

—Steve, no sigas.

—Ya no viven juntos, pero no hay nada de malo en acompañarla a comprar cosas para su nuevo apartamento ¿quieres ser su amigo, no? Las buenas relaciones inician con una amistad, ¿por qué dejas que alguien más lo haga?

—Steve... —le lanzo como advertencia.

—¿Qué esperas? ¿Qué ella esté caminando hacia el altar con otra persona? —se detiene un momento para verme a los ojos y no tengo de otra que quedarme frente a él, aunque no tengo ganas de tener esta conversación en lo absoluto. Pero agradezco que no espere mi respuesta, en lugar de eso se apresura a decir: —Me pasó una vez, me había enamorado de una mujer y me di cuenta hasta que se casó con otro hombre.

—No es verdad.

—Lo es.

—¿Y qué pasó con ella?

—Se casó con tu abuelo.

—¿Qué? —Steve continúa su camino con las manos en los bolsillos y yo solo lo miro alejarse pero ya ni los pies me responden.

—Sí, me enamoré de tu abuela —dice, mirando de soslayo en mi dirección—. Era un poco mayor que yo, pero no era inconveniente porque nos atraíamos mucho. Yo era un completo tonto que no se dio cuenta que tenía a la mujer ideal y la dejó en brazos de otro. Literal, la vi caminando hacia el altar con otro. ¿Es lo que quieres que te pase?

—No, no te creo, Steve. Me suena a una mala película de romance de las que Natalie me obliga a ver —el viejo Steve suelta una risa melancólica y se encoge de hombros para volverse a mí.

—El destino es caprichoso.

—¿Sabes el trauma que me has causado con solo imaginarme que pudiste ser mi abuelo? —Steve se vuelve a reír y me toma por los hombros.

—Te digo todo esto porque te tengo aprecio, David. Eres como un hijo para mí aparte de un gran amigo, un confidente y compañero de tragos —el viejo Steve suelta una risita desde el fondo de su garganta y me mira a los ojos: —quiero verte feliz. ¿Y sabes qué es la felicidad? Todo eso que tienes que sabes que no se puede comprar con dinero.

Ambos nos miramos a los ojos por un momento, aun intentando digerir lo que me ha dicho el viejo Steve porque, precisamente, yo no soy una persona sentimental pero sus palabras se han hecho un hueco en mi pecho. Él es una de esas cosas que me hacen feliz, que no se compra con dinero.

La vista del viejo Steve se pierde detrás de mí, esboza una sonrisa y me rodea para ir en esa dirección. Lo miro y solo a un par de pasos está un hombre que le da un apretón de manos con una sonrisa.

—John ¿Cómo estás? —el hombre frente a nosotros es alguien que me resulta extrañamente familiar, pero no puedo recordar de dónde. Un hombre de estatura promedio, casi del tamaño de Steve, con el cabello negro y los ojos marrones —él es David. David, él es mi amigo John.

El hombre, quién en ese momento tenía una sonrisa grande, al verme su gesto cambia de pronto e intenta recomponerse aclarando su garganta, pero su sonrisa no es igual, se me hace un tanto nerviosa y no es que sea el mejor interpretando lenguaje corporal. Le estrecho la mano, pero él no dice nada, se limita a verme un momento y baja la mirada para de inmediato volverse a Steve.

—Tengo algo de prisa, Steve —habla él, mientras hago memoria de dónde pude conocer a este hombre, en realidad he conocido muchas personas y sé que sería ilógico intentar recordar a una en específico—, me pasaré por el bar en la tarde, fue un placer.

Con un leve asentimiento se despide en mi dirección y hago lo mismo al verlo alejarse, todavía me quedo un momento mirándolo pero no se me viene nada con su imagen a la mente. Entro al auto, al mismo tiempo que Steve dice algo y se sube del lado del copiloto.

Para mi suerte, Steve no habla nada todo el camino. Aunque la inquietud de sus palabras me queda presente. Al llegar a casa y hacerme un poco de café, miro el perfil de Natalie en Instagram y no hay novedades. No sé si sentirme bien o mal al respecto. Busco una de sus fotografías, una que es específicamente en mi casa y me quedo viéndola por un tiempo que se me hace eterno.

Me doy cuenta, que ese espacio que siento interiormente, es por ella. Que con solo verla unos segundos eso en mi interior merma un poco y dejo salir un suspiro pesado cuando me percato, que esto que siento no es solo cariño. Dejo caer mi espalda en el sillón y en un instante, estoy llamándola a su número, quiero verla, quiero hacer todas esas cosas que hacíamos antes, pero no contesta, hago otro intento y no me es posible localizarla. Dejo el teléfono a un lado y después de unos minutos, me decido ir a su apartamento.

Me había dicho tantas veces la dirección que la recuerdo de memoria y cuando llego a su edificio me doy cuenta que en realidad no es nada modesto como me lo había hecho saber. Es un lugar cubierto de vidrio y cuando entro la fachada del sitio es estupenda.

Sé cuál es el piso, pero no recuerdo muy bien el número de apartamento, así que decido sentarme en el último escalón mientras la espero y saco mi teléfono celular de mi bolsillo para, una vez más, intentar llamarla, pero no hay respuesta y comienzo a entrar en pánico.

Llamo unas tres veces más, ya parezco el ex acosador psicópata porque he dejado más de diez llamadas perdidas, pero no es normal que Natalie pierda tantas llamadas. Estoy a punto de rozar la histeria cuando el teléfono me lanza al buzón por décima primera vez y en ese momento escucho el ascensor abrirse, acto seguido, unas risas que reconozco cubren el espacio. De inmediato me pongo de pie, me giro para mirarla de frente, pero me paralizo en mi sitio cuando veo a la persona que la acompaña.

De pronto, siento que algo se ha instalado en mi pecho, algo que me hace querer dejar todo aquí y salir corriendo, algo que me hace palpitar la sien y cierro con fuerza los puños a mi costado; sin embargo, me quedo donde estoy, sin ningún gesto, tragándome todas aquellas malas palabras que tengo ganas de lanzar y el sujeto al verme, baja la mirada y se vuelve a Natalie:

—Te espero adentro —le dice él, es el mismo tipo con el cabello castaño y los ojos claros que vi en su perfil el otro día. La angustia me recorre entero. Solo observo la familiaridad con la que toma las llaves de las manos de Natalie, pasa a mi lado y se va hacia algún sitio que no me atrevo a ver, me quedo viendo mis zapatos un momento hasta que me atrevo a mirar a Natalie de nuevo.

—David... ¿Q... Qué haces aquí...? ¿Por qué no me avisaste que venías? —ella va a arreglada más de lo que lo haría comúnmente, por lo que asumo que pospuso su cita de ayer para hoy, por lo que siento que estoy sobrando aquí.

—Te llamé varias veces... —logro articular, de pronto siento mi garganta seca y prefiero irme —creo que... es mejor que... me vaya...

—David...

—Fue un gusto verte, Natalie. Yo... —mejor me callo, siento una bola de fuego quemarme por dentro, como si un puñado de grava de pronto se ha instalado en mi estómago. Paso a su lado y nuestros ojos se conectan por un momento, dejo un beso en su frente, uno suave, sencillo, de esos a los que ambos ya estamos familiarizados.

Siento un nudo tomar posesión en mi garganta a medida que avanzo hacia el ascensor y cuando me doy media vuelta ahí está ella, todavía en el mismo lugar y solo me da un rápido vistazo, sostiene su mirada con la mía y le dedico una leve sonrisa hasta que las puertas de metal se cierran y mi reflejo, abrumador y decepcionante, es el que aparece en mi vista.

Cuando llego a mi auto, me quedo ahí por un largo rato con el corazón latiéndome a mil, con los ojos empañados y la sangre golpeándome con fuerza dentro de mis venas. Espero una llamada suya, un mensaje o algo, pero nada de eso llega, ni siquiera sé qué es lo que siento pero duele tanto, porque esto era lo que habíamos acordado ¿no? Acabar con esto de una vez y seguir con nuestras vidas.


Continue Reading

You'll Also Like

394K 24K 24
esta historia comienza en el festival deportivo durante las batallas 1vs1
91.7K 16.8K 45
Serie Las Dos Caras de la Luna: Libro II "Las emociones te controlan, pero en mi caso, pueden ser peligrosas" ______________________ "La vida puede s...
1.7K 163 11
¿Cuáles eran las probabilidades de que un hombre cayera del cielo? Mientras Zai se hacía aquella pregunta, casi, podrían pensar las personas de su en...
989K 159K 151
4 volúmenes + 1 extra (+19) Autor: 상승대대 Fui poseído por el villano que muere mientras atormenta al protagonista en la novela Omegaverse. ¡Y eso justo...