Recién Cazados © (Borrador de...

By R1Aguirre

7M 738K 164K

Novela en físico gracias a Nova Casa Editorial. Contáctame si quieres saber los puntos de venta en tu país. ... More

Sinopsis
Parte 1
Parte 2
Parte 3
Parte 4
Parte 5
Parte 6
Parte 7
Parte 8
Parte 9
Parte 10
Parte 11
Parte 12
Parte 13
Parte 14
Parte 15
Parte 16
Parte 17
Parte 18
Parte 19
Parte 20
Parte 21
Parte 22
Parte 23
Parte 24
Parte 25
Parte 26
Parte 27
Parte 28
Parte 29
Parte 30
Parte 31
Parte 32
Parte 33
Parte 34
Parte 35
Parte 36
Parte 37
Parte 38
Parte 39
Parte 40
Flashback
Parte 41
Parte 42
Parte 43
Parte 44
Parte 45
Parte 46
Parte 47
Parte 48
Parte 49
Parte 50
Parte 52
Parte 53
Parte 54
Parte 55
Parte 56
Parte 57
Parte 58
Epílogo
Librerías
♥IMPORTANTE♥

Parte 51

77.7K 9.4K 2.9K
By R1Aguirre


Me limito a verla, a admirarla así, tan cerca. Sus ojos se cierran de nuevo y miro un mechón de su cabello oscuro caer sobre su rostro, lo llevo detrás de su oreja al mismo tiempo que ahueco su rostro en mis manos y deposito un último beso en sus labios, ella me sonríe en respuesta y corresponde el beso, mañana culpo al alcohol, sí eso voy a hacer. Me dejo guiar por la música lenta y dejo que Natalie acaricie mi cuello y su mano recorra mi espalda hasta detenerse justo en mi cintura, ahí me rodea con sus brazos y se separa de mí para acomodar su rostro en el hueco de mi mandíbula.

Nos quedamos así, por unos minutos más que a mí me parecieron horas. Hasta que la música cambió de pronto y más personas comienzan a aglutinarse en la pista. Me quedé con ella en la misma posición hasta que tomó mi mano y me hizo dar una vuelta junto a ella. Suelto una carcajada, me adapto al nuevo ritmo y esto es algo más... ¿sexi? la observo bailar alrededor de mí, mover las caderas y rozarme partes que no debería.

Carajo, mejor le pido que nos vayamos o terminaré mi noche en el baño, utilizando mi mano derecha, con un envase de vaselina.

—¿Nos vamos? —siseo, cerca de su oído, aspirando ese aroma que desprende su cabello y se mezcla con ese olor exquisito de su piel. A una distancia prudencial porque justo ahora no quiero que se dé cuenta lo que me ha provocado.

Ella me mira y asiente, con una voz suave y aterciopelada me dice:

—¿Sabes? Me gustaría hacer algo de lo que me arrepienta mañana —definitivamente su comentario llama mi atención, más por la forma pausada que habla, porque específicamente a mí se me ocurren muchas cosas que hacer ahora de lo que me arrepienta mañana, mucho más cuando el alcohol ya se me ha asentado en la cabeza.

—¿Algo como qué?

—Un tatuaje.

Me quedo estático.

— ¿Un tatuaje? —ella asiente, con un entusiasmo que me aterra y la miro a los ojos con toda la seriedad que he podido recoger, si antes tenía un gesto picarón en mi rostro, ahora es de completa confusión y creo que no he escuchado bien, por lo que agrego: —¿es en serio?

Vuelve a asentir, con una sonrisa al estilo el Joker y dice:

—Sí, deberíamos tener el mismo tatuaje —no, no quiero ni pensar en la idea de una aguja contra mi piel, nunca en mi vida he considerado tener un tatuaje y no lo haré justo ahora —sería divertido.

—No no no no —bien, lo he dicho muchas veces pero quiero que quede claro, tiro de ella para salir del sitio aún ante su resistencia y su risa —estoy bien sin tinta por ningún lado.

—David —protesta, aunque puedo notar el aire de diversión que me mezcla en su tono —sería divertido tatuarnos lo mismo.

—¿Para qué? ¿Para parecer que somos parte de una secta? —se carcajea, hace resistencia al momento de estar saliendo de aquel lugar y me detengo para volverme a ella.

—Le temes a las agujas...

—No —me rio, la tomo de la mano para emprender mi camino hacia el parking, milagrosamente sede de inmediato, pero continúa:

—Y también las alturas.

—No, no tengo nada contra las agujas o las alturas —reafirmo, ella solo deja salir una carcajada y a mí no se me hace nada de gracia recordar eso.

—¿No eres tú el que habla de la importancia de vencer los miedos?

—Yo no...

—Lo leí en la entrevista que te hicieron el año pasado. Te busqué en Google cuando me casé contigo.

Me detengo y la miro.

—Eso es acoso.

—¿Qué? Tenía que saber si mi esposo era un maniático. Lástima que internet no me dijo sobre tu colección de ropa interior de batman.

La miro con desaprobación al mismo tiempo que se me tiñe la cara de vergüenza y ella suelta una carcajada ante mi expresión, mejor sigo caminando y finjo que no he escuchado esto.

—Pues, soy un maniático, pero ya debes saber eso.

—No lo creo. Vamos, ven conmigo —sé que me va a convencer, no sé ni siquiera para qué hago resistencia, puedo oponerme en diversas ocasiones, pero al final del día voy a terminar conduciendo hasta donde ella me diga.

—¿Tengo otra opción?

—No —tiene una gran sonrisa en su cara, una que me dice que no va a descansar hasta ver cómo me manchan la piel y mañana si será algo de lo que esté arrepentido. Pero haré resistencia, sí que lo haré, no puedo ser tan fácil con Natalie.

—Pero dejo claro desde ya que no me haré el maldito tatuaje.

—Como quieras —toma las llaves en mis manos, las había sacado hace unos momentos cuando divisé el vehículo. Ahora ella va camino al auto y yo, me limito a seguirla porque, reitero, no tengo de otra.

Conduce por unos varios minutos, hasta que estamos en una zona muy en el centro de la ciudad, bastante calma y elegante, me señala el lugar pequeñito con un logo de una enorme aguja de frente.

—Aquí es —me dice, apagando el auto después de aparcar muy cerca. La zona de parqueo llama mi atención, porque es perfecta si quieres hacer algo dentro del auto antes de irte, pero mejor saco esa imagen de mi cabeza. Miro el árbol que tapa la luminaria y ese es el motivo por el cual no se ve casi nada en esta zona.

Salgo justo después que Natalie lo hace, la veo caminar hacia el sitio y yo solamente camino detrás de ella con cautela, hasta que estamos frente a las dos puertas de vidrio, que se abren automáticamente con nuestra llegada.

Veo a Natalie ir hasta recepción y doy un vistazo alrededor, fotografías de tatuajes, una bestia en el brazo de un tipo, una serpiente envuelta en una rosa y me acerco a una que no logro divisar bien a la distancia, cuando estoy más cerca, me doy cuenta que en realidad sí había visto bien y era una vagina sobre la rodilla de un hombre.

Vaya, vaya...

—Le dije muchas veces que si en realidad quería tener el coño de su novia en su rodilla y me dijo que sí —escucho a mis espaldas, una voz ronca y un tanto tenebrosa me hace girar sobre mis talones de inmediato, la imagen que captan mis ojos es tan maquiavélica como me la había imaginado, es un tipo enorme, tal vez más de dos metros, con los brazos trabajados en gym, pero se nota que dejó de hacerlo hace mucho tiempo porque donde debía haber masa muscular hay un montón de grasa y celulitis, cubierto de tatuajes hasta los dedos.

—Genial, todo un trabajo artístico —contesto, mirando de nuevo el tatuaje. Intentando descifrar si en realidad es cualquier vagina o en realidad le trajo alguna foto o algo así.

—Me trajo una fotografía —dice, y yo me giro consternado. ¿Acaso también lee mentes? Pero no solo por eso, si no, por lo que acaba de decir, le trajo una fotografía de una vagina —te lo digo porque todo mundo me lo pregunta y sé que vas a hacer lo mismo.

Creo que tiene sentido.

—Pues, gracias por la explicación. ¿En serio te trajo una fotografía de la vagina de su novia?

El sujeto asiente, se encoge de hombros, como si en realidad no le pareciera nada del otro mundo.

—Quería que le pusiera en un texto "el coño de mi novia es la mejor", pero después lo convencí de que no lo hiciera, ¿puedes creerlo? —se ríe, de una forma tan tenebrosa desde el fondo de su garganta, si este tipo te sale a media noche con ese aspecto y esa risa, te puedo asegurar que te cagas del miedo, al menos yo lo haría. Él está viendo una maquinita en ese momento, limpiando algo sobre ella y se vuelve a mí otra vez —¿vas a tatuarte?

—Oh no... vengo con alguien que quiere...

—Jackson —la voz de Natalie me interrumpe, no la logro ver porque el cuerpo del tipo enorme bloquea la visión de su imagen y él se vuelve a ella.

—Natalie —exclama, vaya... se conocen... —pero qué milagro que estés por aquí —ella se encoge de hombros, a medida que el tipo se acerca a saludarla puedo divisar un poco de su imagen. Lo único que se me viene a la mente cuando veo a estos dos juntos es la película de la bella y la bestia, pero él no creo que se convierta en un príncipe, claro —¿Tú vienes con este?

Este tiene nombre, Jackson.

—Oh sí, él es David —no agrega nada más, la bestia me extiende su mano y casi me da miedo tomarla por si le parece divertido estrujarla o algo así. Mis dedos se ven tan pequeños a la par de los suyos, de hecho, todo yo soy con una especie de insecto a la par de su enorme cuerpo y esto que soy un hombre alto —él es Jackson, íbamos a la escuela juntos.

—¿En serio? —interrogo, tomando su mano con vacilación, pero así como la extendió se fue y agradecí que dejara mis dedos intactos, él asiente —disculpa, pero ¿Qué edad tienes?

—Tengo casi veintitrés —contesta y voy a admitir que me asombra, porque tiene una barba frondosa que casi le pega al pecho y su imagen es tan aterradora que me hace sentir como un tigre sin dientes. No parece un tipo en sus veinte —era el más joven de mi clase, de hecho. ¿Vamos?

El sujeto de casi veintitrés años nos dirige hacia un minúsculo espacio donde están una silla y algunas maquinitas pequeñas en una mesita. Miro alrededor, al menos se mira confiable, un punto para el grandulón.

—¿Tú también vas a tatuarte? —pregunta Jackson, de nuevo, cuando ya le había dicho que no, que solo estaba aquí por ella.

—Dije que no...

—¿Por qué no? —él está de espaldas, preparándose, supongo, para tatuar lo que Natalie le pide.

—Le tiene miedo a las agujas —dice Nat y casi quiero odiarla por eso, la miro con desaprobación cuando se está acomodando en el lugar que la bestia le indica y tomo la banqueta cerca de ella para tomar lugar a su lado.

—No es verdad...

El tal Jackson se ríe, suelta carcajadas mientras se prepara y yo solo lo miro a él.

—Lo siento —me dice, tomando un lugar al otro lado —la última persona a la que le escuché decir eso fue a mi hermano —y agrega—: tiene cinco años.

Mejor guardo silencio, el tipo se calla finalmente y Natalie le indica lo que hará, algo sencillo y muy simple, que solo toma unos minutos, pero me sorprende cuando ella me toma la mano, a medida que el sujeto dibuja en la piel cerca de su muñeca izquierda y entrelaza sus dedos con los míos.

Fue un corto tiempo pero se me hizo eterno, justo al terminar suelta mi mano y me muestra el pequeño tatuaje que el tal Jackson ha hecho.

—¿Un pez? —le pregunto, al girar mi cabeza y ver las líneas que forman la figura. El pequeño tatuaje está en la base de su mano, a un costado de la muñeca.

—Sí, un pez significa libertad.

—Libertad... genial.

—¿Quieres hacerte uno igual?

—No no no —me rio, negando con mi cabeza al mismo tiempo que vuelvo a pronunciar más negaciones en mi boca —no voy a tener al maldito nemo tatuado en mi brazo.

Escucho la risa de ella y el sujeto suelta una risotada al mismo tiempo que está revisando el aparato.

—Bueno —dice la bestia —tenemos dragones, serpientes, el dios de la guerra, gokú, tú eliges, pero tomarán horas.

—¿Horas? No no, creo que estoy bien —el sujeto se vuelve a reír, una risa tan burlona y la misma forma tenebrosa que suelta siempre, como dije, da escalofríos.

—Natalie ¿esta señorita es tu novia? —habla con sorna, lo miro a él, con furia, aunque está concentrado en algo en sus maquinitas y no me mira.

Yo miro a Natalie, sé que ella entiende esta mirada que estoy mostrando justo ahora, esa que indica lo mal que me cae este sujeto llamado Jackson.

—Vamos, solo es una línea —dice Natalie —además, tu reloj puede taparlo en caso que no quieras que alguien lo mire.

—No puedo, mi trabajo...

—No tienes trabajo.

—Gracias por recordármelo, Natalie. Gracias por hacerme recordar que me quedaré pobre.

—Yo necesito un asistente —habla Jackson y yo solo miro hacia el techo intentando concentrarme en otra cosa para ignorar a este tipo —pero mi requisito es que tengas al menos cinco tatuajes.

—¡Guau! Pero qué oferta, gracias Jackson.

—Y unos tres piercings. ¿Tienes piercings al menos?

—No.

Él se vuelve a reír y yo ruedo los ojos al cielo.

—¿De dónde sacaste a este señorito, Natalie? —mejor lo ignoro.

—Está bien, me haré el puto pez —hablo, Natalie da palmaditas y se pone de pie para darme el lugar. Miro al tal Jackson esbozar una sonrisa y preparar sus herramientas.

—¿Quieres hacerlo, Natalie? —lo escucho hablar, miro a Nat con los ojos abiertos de par en par.

—¿Es en serio? —pregunto, ella solo muestra una sonrisa, una que me dice que aparte de que acaba de convencerme, me hará el maldito pez en el brazo.

—Claro, si te gustaría.

—Yo... eh... ¿si es seguro, cierto?

—Natalie me hizo un tatuaje a mí —nos interrumpe el tipo. Se saca la camiseta e intento no concentrarme en su gran estómago. Me muestra una serpiente en su espalda y, la verdad, que no me sorprendería si Natalie sabe hacer esto también.

—¿Es en serio? —la miro y asiente con entusiasmo.

—Sí.

—Ammm... —dudo por unos instantes —bien, hazlo.

¿Ya qué? Total y como dije, termina por convencerme. La dejo que lo haga, cierro los ojos con fuerza cuando la aguja toca mi piel y respiro profundo con esa sensación de ardor que me invade en la zona de la muñeca. Natalie sostiene la máquina divertida y toma unos pocos minutos darme cuenta que ya pasó todo, respiro con alivio cuando se termina, y casi tengo que agradecer al cielo cuando quedo libre y Jackson me da unas indicaciones.

—Bien, hermanas Tiffany y Brittany Wilson, están listas —miro al grandulón con furia, el tipo se retira con una gran sonrisa en el rostro y miro el tatuaje —¿sí han visto esa película? la de ¿Y dónde están las rubias?, ¿cierto?, la de los tipos que se disfrazan de mujeres blancas, ¿Puedes creerlo? ¿Cómo es posible que nadie haya notado que eran tipos...

—Jackson, sí sí, la hemos visto —le corto, antes que me cuente toda la historia porque ya no quiero seguir un minuto más aquí. El sigue caminando hasta la puerta y susurro a Natalie: —Esto si será algo de lo que me arrepienta mañana —algo para arrepentirme el resto de mi vida, de hecho—, un maldito pez en mi muñeca. ¿Qué voy a decir cuándo alguien me pregunte por esto?

—Ya te lo dije, que significa libertad, y te lo hiciste después de tu divorcio. Un buen mensaje cuando salgas con otra chica.

Me quedo pensándolo un momento.

—¿Qué tal si no quiero volver a salir con otra mujer?

Sus ojos se conectan con los míos en ese instante, justo cuando va a abrir la boca el sujeto llamado Jackson entra de nuevo y camina hacia nosotros, deshago el contacto visual y llevo mi vista a la manga de mi camisa.

—Toma —escucho la voz ronca de Jackson y levanto la vista, es un dulce —por ser un niño fuerte.

Se vuelve a reír y a mí no se me hace nada de gracia.

—Gracias... Jackson —tomo el maldito dulce porque no se me da ganas de desperdiciarlo. Natalie le devuelve la pequeña máquina a Jackson, algo en ella es diferente hoy, a pesar de lo que tuvimos que presenciar con su madre, está sonriente, como si nada hubiera pasado, envidio eso de ella, no recuerdo cuando fue la última vez que olvidé algo así de fácil, yo en su lugar ahora estuviese lanzándole maldiciones a mi progenitora si me hubiese tocado vivir con alguien así, o tal vez es solo que ama verme sufrir y hacer cosas que nunca antes se me hubiese ocurrido hacer por alguien.

Dejamos el establecimiento de la bestia, me limito a atravesar el parking a su lado mientras miro de nuevo el jodido pez y busco la forma que voy a taparme esta cosa frente al caga-billetes para evitar ser avergonzado.

—Así nunca te vas a olvidar de mí —me habla en ese momento, esa frase hace que algo se me revuelva en el interior, le doy un vistazo con una media sonrisa marcada en mi rostro.

—Créeme que no te voy a olvidar —no la estoy viendo en el momento que digo esas palabras, en el momento que hago contacto visual con su persona ella solo esboza una sonrisa y agrego: —porque para bien o para mal, nunca se olvida a tu primera esposa, lo dice la ciencia.

Me encojo de hombros, ella me mira y se ríe, sostiene mi mano, cuando estamos a punto de llegar al auto, me dice:

—Me mudo este fin de semana —se me escapa un suspiro aunque no lo pretendo. Sin decir nada solo asiento en su dirección y vuelvo la vista al frente —puedes venir cuando quieras.

—Gracias —le digo en respuesta, intento lo más que puedo sonar relajado, como si en realidad no importara —¿no te da miedo? Estar ahí sola, alejada...

—No —se ríe —me gusta estar sola de vez en cuando. Ya empaqué mis cosas.

Me quedo en silencio porque no sé como sentirme al respecto, no sé ni siquiera como se actúa en estos casos y no puedo decirle lo abatido que me siento por su decisión, aunque sabía que en algún momento iba a hacerlo, aunque nunca pensé que cuando llegara ese día iba a sentirme de esta forma.

Intento mostrarme sereno, indiferente, mientras desactivo la alarma de auto y abro la puerta para Natalie quién luego de darme las gracias entra sin decir una palabra. Hago lo mismo de mi lado y conduzco en silencio, hasta que llegamos a casa de los Carlin donde ella se está quedando, me detengo en la entrada, sin decir algo se desajusta el cinturón y me giro a ella.

—¿Y tú vas a olvidarme? —sonríe, pero no me está viendo, mira el parabrisas en dirección a la casa de la familia de su amiga.

—Para bien a para mal, a tu primer esposo no lo olvidas.

—Creo que con eso me conformo.

Suelto una risita, al mismo tiempo que mi celular suena, antes que ella salga del auto le doy un vistazo rápido al aparato que saco de mi bolsillo, mis manos tiemblan en el momento que leo el texto.

Es un mensaje de mi abogado.

Dice que ya es oficial, estamos divorciados.

Me toma unas cuantas lecturas más darme cuenta de lo que en realidad dicen estas palabras. Natalie se acerca a mí y mira también lo que estoy leyendo, no veo su expresión en ese instante, no tengo idea de qué pudo sentir en su interior, pero cuando miro su rostro su expresión es serena, como si no le importara en realidad o simplemente no quiere hacerlo notar.

—¡Hurra! —dice, al mismo tiempo que yo trago saliva —bueno, bienvenido a la soltería de nuevo señor Schmitt.

Intento lo más que puedo reaccionar y reírme ante sus palabras, una vez más leo el mensaje de mi abogado y dejo de regreso el teléfono en mi bolsillo.

—Bueno, felicidades, ya es usted una mujer soltera, señorita Carson —mi voz está más grave de lo normal, tal vez por la serie de sensaciones que se amontonan en mi garganta que intento aclararme para hacer creer en realidad esto no me importa del todo, o eso intento.

Los dos nos quedamos ahí en silencio, viendo al frente, ni siquiera sé por qué. Observo la carretera delante de mis ojos y después la casa de los Carlin que está tras una rotonda cubierta de arbustos.

—Y ahora... ¿qué procede, Natalie? —tengo su atención, ella me mira unos instantes con una media sonrisa.

—Seguir con nuestras vidas, emborracharnos y ligar en una discoteca, supongo.

—Pero yo no quiero ligar, ahora necesito un tiempo para encontrarme conmigo mismo —obviamente, eso lo he dicho con completa ironía. Natalie se ríe y yo con ella porque eso se escuchó tan estúpido desde mi boca, pero lo que no comprende es que hay algo que es verdad en lo que acabo de decir.

—Bueno, mientras se encuentra a usted mismo señor Schmitt —dice, desajustando su cinturón y abriendo la puerta —entonces, llámeme.

Con mi gesto le digo que sí, nos quedamos viendo un momento, directamente a los ojos, en un gesto que se me hizo íntimo... cómplice. Se acerca a mí y deja un beso húmedo en mi mejilla, uno que me hace sonreír en el acto.

—Hasta mañana, querido ex esposo.

Me río con ella, la observo salir del auto y antes de que cierre la puerta del coche, me bajo y rodeo el vehículo, ella me mira con intriga. Le pregunto algo, una cosa que antes, ni de broma, me atrevería a cuestionarle, más que todo porque soy de actuar de manera directa, pero con Natalie me siento genuinamente diferente, si tuviera la oportunidad de cambiarle algo a mi vida para borrar aquel suceso en Las Vegas, creo que lo dejaría todo tal cual está.

—¿Puedo darte un último beso? —pasan unos segundos antes que responda algo y es una risa, niega con su cabeza, pero sin pensarla demasiado, se acerca a mí y rodea mi cuello con sus brazos, nuestros labios se unen, mis brazos viajan alrededor de su cintura y después una de mis manos va hacia su cuello. Sé que no es el mejor lugar, que es muy probable que hayan personas viéndonos pero justo ahora es lo que menos me importa, lo único que quiero es disfrutar de estos labios de fresa, de esa manera delicada de besar tan suya y de esos dedos hábiles que se postran sobre mi mejilla, una serie de sensaciones se arremolinan en mi estómago y cuándo me percato que esto ha tardado más de lo que tenía pensado, me separo de ella y la miro a los ojos.

—Ahora sí, hasta mañana —le digo y ella se ríe, deposito un corto beso en sus labios y me alejo para, posteriormente, esconderme dentro de mi vehículo.

O eso es lo que me hubiese gustado que pasara, pero en realidad nada fue así. Natalie se bajó del auto y yo me congelé en mi lugar, simplemente la vi a través de la ventana levantar su mano para agitar sus dedos y simular un adiós con su mano, el claxon fue mi respuesta junto a una media sonrisa mientras me hacía la idea que estaba divorciado.

Es oficial, ya estoy divorciado.

Y ni siquiera sé cómo sentirme al respecto.

Debería estar feliz, lo sé. Pero lo que siento no está ni cerca de eso.

Continue Reading

You'll Also Like

1.7K 163 11
¿Cuáles eran las probabilidades de que un hombre cayera del cielo? Mientras Zai se hacía aquella pregunta, casi, podrían pensar las personas de su en...
401K 14.7K 35
Escribí esta historia a los 14 años, por lo tanto sí, está bañada en cliché, salseo y humor. . ¿Te gustan las historias con giros inesperados? Ya sa...
985K 158K 151
4 volúmenes + 1 extra (+19) Autor: 상승대대 Fui poseído por el villano que muere mientras atormenta al protagonista en la novela Omegaverse. ¡Y eso justo...
859 112 14
¿Me consederías esta pieza? preguntó la muerte extendiendome su mano. -> Mini historia -> Especial Día de muertos -> YoonKook -> Capítulos más o m...