—No sabemos nada de ella, desde hace dos días aproximadamente, necesitamos ayuda —informé tratando de mantener la cordura, el abogado contestó al otro lado del teléfono.
—Estaré en eso desde ya, sí tu padre es quien está en todo esto, será grave. Traten de encontrarla, de mantener contacto con ella y sus allegados, porque si sólo quiso algo de aire de todo este asunto y nosotros incriminándolo a él, también lo será.
Colgué el teléfono y miré a todos a mi alrededor, el equipo de porristas estaba aquí y la banda de mi hermana igual, todos preguntándonos lo mismo, ¿dónde está?
—¿Eso es todo lo que podemos hacer con tu gran abogado? —cuestionó irritado Bruno, hace días que estamos en esto.
—Sí, es todo, esto no supera las 72 horas estipuladas por ley para ser considerado una desaparición.
—Hill tiene razón —mencionó Dani, la más consciente de todos aquí—, es abogado, no de gratis. Hay que conseguir información de todos lados, sí esto es sólo una escapada de Carol nos veremos en problemas.
—No tan grandes como los que tendrá ella después de esto —ironizó Alex, después de todo, volvió al enterarse que misteriosamente ya no sabíamos nada de Caroline.
Hicimos grupos de trabajo, Dani, Yuko, y Cris fueron en busca de Matt, a quien no le habíamos ni siquiera avisado de todo esto, mientras que Dan y Bratt buscaban en los lugares más concurrentes de mi hermana y Jay y yo indagábamos en su habitación.
—¿Tienes algo? —cuestioné después de varios minutos revolviendo todo sin excito alguno.
—No, pero ¿sabías que Carol robó el vestido de rombos negro que compraste a los catorce? Lo amó después de que te dijo que era horrendo.
—¿Es en serio?
—Sí, aquí dice que lo tomó de tu vestidor cuando estabas bañándote.
Tiré un cojín con fuerza sobre su cabeza —¡Busca algo de relevancia, no leas el diario de mi hermana!
Seguí revolviendo los libros sobre su escritorio y un papel cayó de en medio de estos —¿Quién es Leyla Collins?
Jay dejó completamente de lado el pequeño diario y caminó hacia mi quitándome el papel de las manos —Una exintegrante del grupo de porristas de Carol.
—Sabía que había escuchado su nombre con anterioridad.
Analizamos el papel cuyo contenido era una larga lista de nombres, sin embargo, el que estaba por sobre todos ellos era ese, Leyla Collins... Conocía a la mayoría de nombres allí, todos tenían una cosa en común, todos ellos habían pasado por alguna mala jugada de mi hermana, me sabía muchas de esas anécdotas.
Guardé el papel en el bolsillo trasero de mi pantalón y dejamos la habitación sin otra novedad, al mostrarle el papel a Yuko, ella nos reveló la historia tras aquello, una noche ella y mi hermana hicieron esa lista pues ellas creían que alguien querría hacerle mal, eso, más la oportuna desaparición, nos pusieron más nerviosos de lo que estábamos, nuestra única esperanza de que Carol estuviera bien, estaba en manos de Matt a quien tampoco encontramos.
—No deberíamos quedarnos a hacer nada, no sin saber nada de ella, ¿qué sí no está con River?
—Bruno, agradezco tu preocupación, pero con comentarios y dudas así, no me ayudas —reproché.
Dan y Bratt llegaron sin tener éxito alguno tampoco, ahora, todo estaba en manos de Hill.
NARRA CAROLINE
Abrí mis ojos desorientada, había pasado horas aquí y lo único que sé es que cada tanto viene un tipo a dormirme con alguna especie de droga inyectándola en mí.
—¡Papá! —grité con la poca voz que me quedaba— Sácame de aquí.
Sentía que esto venía de su mano, que se había enterado de que estaba abriendo el caso contra él y esta era su manera de hacerme pagar por ello. Podía estar encerrada en una habitación vieja y oscura, con olor a humedad por doquier, podía estar maniatada y sin comer, pero lo único que realmente me aterraba, es que papá tuviera a Kate también en algún lugar. ¿Cómo era capaz un hombre de hacer esto con su propia descendencia?
Grité una y otra vez, una y otra vez, hasta que la puerta volvió a abrirse con la silueta que ya reconocía.
—No, por favor... No puedo dormir más —pedí en suplicas—. Necesito salir de acá.
—Entonces calla la boca chiquita, tu papá no está aquí.
—¿Vendrá por mí?
—Ya quisieras —soltó una sonrisa maliciosa y se retiró, esta vez, sin drogarme.
Decidí hacer caso y dejar de gritar, maniobraba tratando de deshacer el nudo que me ataba, ahora estaba más consiente y apreciaba mejor la situación, era un secuestro, estaba pasando por uno de los peores momentos de mi vida y como si fuera necesario, me encierran en esta pocilga. Sabía que había pasado horas aquí, pero no tenía noción del tiempo exacto, la luz del día no llegaba aquí y no entendía si era de noche o no. Recién ahora entendí, que tal vez usar este vestido, no fue la mejor opción.
—Toma —tiró una bandeja con algo que parecían fideos dentro.
—No quiero.
—Yo de ti comería, tal vez sea lo ultimo.
Volvió a irse, ¿era eso? ¿Papá pretendía terminar con todo esto así? Justo cuando estas dudas atacaban mí cabeza, martirizándome con la idea de que él podría llegar a sumar a su propia hija en su ya larga lista, la puerta se abrió nuevamente mostrando una nueva figura, no era papá, no era un hombre, era una curvilínea de muy poco cabello oscuro.
—¿Leyla?
NARRA KATE
—Me niego a creer que ella haría algo así, por Dios, no la secuestraría simplemente porque le quitó el puesto en el equipo de porristas.
—Ella decidió irse sola —defendió Yuko.
—Recordemos que esta era su pasión también, Ley nunca la quiso dentro y siempre la odio de sobremanera.
—¡Cris! Es tu amiga, Ley... Lo era de todas. No puedo creer que estemos si quiera cuestionando esto.
—Dani, esto es serio, no podemos dejarla de lado sólo porque compartimos con ella, es nuestra amiga, o tú lo has dicho, lo era.
—Basta, basta de acusaciones sin sentido, basta de historias melodramáticas, basta de enredos, basta de todo esto, por favor... —pedí sollozando— Sólo necesito a mi hermana de vuelta, saber que está bien.
Jay trató de consolarme, esta sería la tercera noche que dormiríamos intranquilos sin saber nada de ella, recién esto se tramitaría como una desaparición legal mañana por la mañana, mientras que mi hermana podría estar en cualquier situación desesperada por huir de ella. Sentía sus caricias sobre mi cabello, pero nada me quitaba de la cabeza que se encontraba en peligro, Carol no estaba bien, ella volvería pronto si así fuese, volvería por mí.
Todos estábamos aquí, tratando de que el tiempo pasara rápido, sin poder pensar apenas en dormir, admiraba el hecho de que Bruno estuviera aquí, él de verdad la amó. ¿Dónde se supone que está el principito azul de intensos ojos verdes?
Amaneció tan lento que el tiempo parecía no haber transcurrido aún, el abogado Hill ya estaba en casa junto a un equipo de investigadores y policías, todo estaba en manos de la ley ahora. Tarde o temprano mis padres se enterarían de esto, por desgracia o fortuna, fue más temprano que tarde, se encontraban en un vuelo hacia acá, su humor no era el más favorable, ya que su nueva sucursal en Colombia-Bogotá sufrió un incendio horas antes de la inauguración.
—Por ahora sólo queda esperar a que ellos hagan su trabajo. Por cuestiones de fechas y todo lo recurrente, esto se lía con lo ocurrido en las instalaciones del nuevo hotel de tus padres que ahora es sólo una gran montaña de escombros, todo indica que hay alguien detrás de esto atacando a tu familia en general, y ese alguien, no es tu padre.
—¿Esperar? ¿Y mi hermana qué? —todo esto me alteraba aún más— ¡72 horas para recién empezar a trabajar y aún debo esperar más!
—Kate, Kate... Cariño, mírame —me pidió dándome vuelta en dirección a sus ojos—, todo estará bien, es absurdo pensarlo en situaciones como estas, pero créeme, saldremos ilesos. Nada malo les pasará a mis princesas, ¿de acuerdo?
Asentí no muy segura de ello y me aventé a su pecho envuelta por sus brazos, tenía miedo, demasiado miedo —Gracias por volver, Alex.
Para el retorno de mis padres, la sala principal estaba repleta, el personal de servicio, el equipo de porristas, la banda de mi hermana, la familia de Alex, más Bruno y yo, sí, éramos muchos en la espera de noticias. Cuando registraron la casa entera, no encontraron nada y las respuestas a las declaraciones que todos dimos eran tan vacías que no llegaban a nada. Estábamos en cero y Carol estaba oficialmente siendo parte de un secuestro.
—Papá, no es el momento —acusé cuando lanzó un comentario inapropiado debido al estado de la casa.
—Sí hubieran estado al pendiente de ella las personas que se supone trabajan para mí, nada de esto estuviera pasando.
—Todos los guardias están cumpliendo sus funciones en la búsqueda, los registros de las cámaras de seguridad ya están en manos de la policía, no hay más nada que hacer —informó Hill antes de despedirse e irse, nuevamente estaba anocheciendo después de otro largo día.
—Sí no hubieran hecho esa estúpida fiesta sin permiso, nada de esto estuviera pasando —volvió a reclamar y reí amarga.
—Nada de esto estuviera pasando... —repetí al borde de las lágrimas, con una sonrisa irónica en mis labios— Nada de esto estuviera pasando —repetí una vez más saboreando la frase— ¿Estar al pendiente de ella? ¿Y dónde estabas tú, papá? ¿Estúpida fiesta sin permiso? ¿Permiso de quién? Sí nunca hay nadie en casa, papá. Porque cada maldito día aquí, se va sin su presencia, ni una maldita llamada, ni un maldito mensaje, ni un maldito recordatorio de que ustedes existen, ni un maldito nada, papá —estaba de pie, exaltada— Porque de su boca jamás salió un maldito te quiero hacia nosotros, papá. Porque, aunque tratamos, jamás hemos sido tu maldito orgullo, papá. Porque a pesar de que mis notas son ejemplares, jamás lo sabes porque nunca has leído el maldito boletín de calificaciones escolares, papá, jamás has ido a una maldita reunión de padres de familia siquiera. Porque el ultimo recuerdo que tengo de mamá acariciando mi cabello fue hace once años en una maldita reunión con sus socias, ¡hace once años y yo solo tengo quince, papá! Porque viajas por todo el maldito mundo y en la vida hemos tenido un maldito viaje familiar, papá. Porque tenemos veinticuatro personas a nuestro maldito servicio y ninguna de esas eres tú, papá —mi voz se iba quebrando, pero mis fuerzas de saciar todo esto no, tomé un jarrón caro de mamá que decoraba la sala, poseía agua y unos grandes girasoles que se estropearon al caer al suelo junto a los trozos de cerámica una vez que lo aventé con fuerza—. Porque además de tu apellido y todo tu maldito dinero, no tenemos nada de ti. Porque mamá prefiere mil veces un maldito auto nuevo o un joyero lleno antes de preguntar por nosotras, papá. Porque no nos conoces en lo absoluto, ni nosotros a ti, papá. Porque no sabes que mi color favorito es el rosado pastel, no sabes mi fecha de cumpleaños, no sabes qué quiero estudiar, no sabes que tengo novio, no sabes que calzo treinta y seis, no sabes que adoro los vestidos campana, ni sabes que teñí un mechón de mi cabello cuando tenía doce en la parte de atrás de mi cabeza —esta vez tomé un retrato familiar en que las fotos estaban por separado, uno en cada cuadro, representando claramente la clase de familia que somos y terminó en igualdad de condiciones que el jarrón— ¡Porque en toda mi maldita vida, jamás has estado, papá! —tomé aire y exhalé varias veces recuperando la voz antes de volver a hablar— ¿Ahora quieres más razones de por qué está pasando todo esto? ¿O quieres que empiece contigo, mamá? —la miré a los ojos desorbitados que llevaba ante tal escena en frente de todas estas personas, sólo bajó la mirada. Papá se levantó de su asiento y se fue escaleras arriba, sólo logré escuchar el estruendo que provocó al cerrar la puerta con fuerza, mamá subió detrás de él— Huyan, total... Tampoco los necesitaba aquí —mencioné deteniéndola en la escalera por sólo dos segundos, tras terminar esta frase, volvió a subir.
La perdí de vista una vez llegó arriba y caí de rodillas ante la situación, estaba rindiéndome, no podía pelearla más, estaba destrozada. Sentí el abrazo fortuito de varias personas sobre mí, sin embargo, no eran capaz de consolarme, nadie sería capaz esta vez. Mi garganta ardía, mis rodillas también, pero nada igualaba el dolor de que tus propios padres no estuvieran aquí.
Desperté pesadamente, lo de anoche fue mucho para mí, saqué el brazo de Jay de mi cintura y fui a lavarme los dientes y el rostro, peiné mi cabello en una coleta. Salí del baño y Jay ya no estaba, aproveché su ausencia para cambiar mi ropa por una más decente, en estos días no me provocaba ni lucir bien, terminaba de rodar mi camiseta por mi torso cuando él entró con una bandeja en sus manos.
—Tal vez no sea la mejor situación, pero tan solo es un recordatorio de que estoy contigo en esta y en todas las que se vengan. Contigo, siempre contigo, peque.
NARRA JAY
Una casi inexistente sonrisa asomó sus labios, se sentó en la cama y llevé el desayuno junto a las rosas rosadas hacia ella, aunque traté de encontrar un buen tema de conversación, me fue imposible, llevaba la mirada perdida y comía mecánicamente lo poco que logró ingerir antes de sentir nauseas. Agradeció con una sonrisa igual a la anterior y bajó corriendo al escuchar el timbre, pues seguramente, era el abogado Hill con noticias de Carol.
—Sí estuvieras aquí, todo sería más fácil... Supieras exactamente qué debería hacer. ¿Dónde estás, princesa de hielo? —cuestioné en un susurro con un nudo en la garganta, la extrañaba... Realmente lo hacía, pero debía lucir fuerte ante mi pequeña, sé que es lo que Carol me hubiera pedido, protegerla y mantenerla a salvo a toda costa.
Llevé los trastes sucios a la cocina y volví a la sala donde nuevamente estábamos todos reunidos escuchando lo que decía el abogado.
—Hay buenas noticias —empezó después de saludar—, sabemos donde está.
Automáticamente después de esto, nos alegramos sonrientes, enseguida Kate fue la primera en preguntar dónde.
—No puedo revelar el lugar, los que deban encargarse lo harán esta misma noche, sólo puedo decirles que la misma persona que se la llevó el día de su cumpleaños, es la misma persona que está protegiéndola. Durante un periodo de tiempo, pasada las doce de la noche, todas las cámaras de seguridad fueron bloqueadas con algún software especializado, quedando solo una en funcionamiento, la de la entrada frontal que fue justo por donde se la llevaron, dejando un mensaje, una dirección.
—¿Está jodiéndome? Las personas que se la llevaron no pudieron ser las que dejaron ese mensaje, ¿por qué lo harían?
—No lo sabemos, sólo esperemos que esté allí.
—Esperar, esperar, esperar... —susurró irritada Kate.
—Es todo lo que puedes hacer.
—Claro que no.
—No hagan nada de lo que se puedan arrepentir, ¿entendido Kate? —ella sólo asintió.
Después de que Hill dejara la casa, Kate corrió y yo la seguí hasta la caseta de entrada del viejo Patrick.
—Buen día, señorita.
—Llévame ya al cuarto de seguridad, ¿recuerdas la contraseña de las cámaras de seguridad? —preguntó a lo que él afirmó— Perfecto, vamos.
—Hey, ¿qué haces, Kate?
—No pienso esperar más, no puedo. Lo siento.
No entendí lo que estaba planeando, pero continué siguiéndola hasta llegar a dicho cuarto, varios monitores estaban allí junto a dos personas quienes controlaban todo, ¿dónde estaban cuando se llevaron a Carol?
Tras una corta charla entre Patrick y ellos, cedieron a mostrarnos los vídeos, encontramos el que necesitábamos y Kate pidió una copia sólo de ese, entramos nuevamente a la casa y no emití comentario alguno al respecto hasta entender qué planeaba. Se acercó a Yuko y le dijo algo al oído a lo que ella asintió dudosa, la tomó de la mano y la llevó a su habitación mientras yo seguía sus pasos simplemente.
—Este es el vídeo, ésta es la imagen que se logra capturar cuando como dijo Hill, la persona que se la lleva muestra un mensaje —Kate nos explicaba mostrándonos todo en su computadora, como ella decía, ahí estaba la imagen de Carol tendida en el hombro de un extraño cubierto con un pasamontañas que con su brazo extendía un cartel ante la cámara— El problema radica en que al agrandar la imagen para leer la dirección, esta empieza a pixelearse.
—Y necesitas mi ayuda para aclarar la imagen —dedujo Yuko.
—¿Qué sacaríamos con eso? —cuestioné.
—La dirección de donde podría estar mi hermana —respondió obvia.
—¿Y qué con eso? Ellos ya la tienen.
—Kate quiere ir —volvió a deducir la asiática mirándola a ella mientras yo llevé mis ojos a su rostro— Eso es lo que quieres hacer, ¿no?
Kate afirmó con un movimiento de cabeza —No puedo esperar más, lo hago con o sin su ayuda.
—Con —respondió ella.
—Es peligroso, no sólo para Carol, sino para ustedes también.
—Jay... Por favor, son las ocho de la mañana y ellos quieren esperar a que anochezca, ya no puedo esperar más —rogó desesperada por aprobar su idea—. Por favor.
—Bien, pero no lo haremos solos.
Yuko hizo un excelente trabajo, la imagen quedó tan clara que ya estábamos en la dirección escrita, increíblemente, estábamos frente a la vieja "Dolores", sí... La finca del abuelo Manson en viejas ruinas y totalmente abandonada.
—Bien, el plan es este: Dani, Cris y Yuko estarán ubicadas en diferentes puntos de escape rodeando la finca en caso de que nos toque correr hacia cualquiera de ellos, para no dejar a nuestras mujeres solas con ellas estarán con Jack, Dan y Bratt respectivamente. En casa se quedarán Mario y Graciela para recibir cualquier noticia y encargarse de llamar a la policía en caso de que sea necesario. Alex, Bruno y yo seremos los únicos que entraremos a registrar todo —Kate volvió a refutar ante la idea, pero la obligué a callar con una mirada, ya discutimos y es obvio que ella no entrará, conozco la finca tanto como ella, no será necesario— Tú función será mantenerte a salvo, eres la única aquí que sabe primeros auxilios y estarás en la avenida principal junto a Bryden, el auto y un equipo que podría servirte para ayudar a cualquiera de nosotros en caso de ser necesario... Recemos porque no lo sea.
—¿Todo entendido? —asintieron todos— Perfecto, a sus puestos, vamos por Carol.
Con amor, una estrella entre planetas.
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