Capítulo 25: "Protección."

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Llegamos a casa después de unos minutos, estaba considerando la idea de conseguir una de esas, pero sé perfectamente lo que mamá diría: "¡No! ¡No! ¡No!".

Dejé asombrado a aquel chico con mi capacidad al manejar, Jay me enseñó muy bien, debería agradecérselo. Devolví su casco una vez que tuve los pies en el suelo, él resbaló más adelante para poder manejar hacia donde sólo él lo sabe y lo aceptó sosteniéndolo en la mano.

—Si hubiera sabido que vives afuera de la ciudad, no hubiera aceptado.

—No estamos afuera de la ciudad, Google Maps.

—No tengo tiempo para darte clases de geografía, ¿No irás a clases?

—Volver al instituto es lo último en lo que estoy pensando.

—Yo tampoco iré, entonces nos vemos en el partido.

—Lo que digas.

—Adiós, ángel —se estiró en su poco en su asiento y besó mi frente.

Sin esperar respuesta, se puso su casco y dio marcha a su camino. Me quedé de pie en ese mismo lugar pudiendo sentir aún sus labios en mi piel, los libros dicen que un beso en la frente es símbolo de protección, pero... ¿De qué podría protegerme él?

Entré a casa cerrando la puerta detrás de mí, tiré las llaves en su lugar y el bolso al suelo junto a mi chaqueta, realmente estaba exhausta.

—Señorita Caroline —me llamó asombrada Antonieta quien se acercó a ver quien había llegado—, pensé que se trataba de su hermano, el joven Alex. ¿Usted no debería estar en el instituto? ¿Dónde ha pasado la noche? Tiene muy mal aspecto.

—Hola, Antonieta... Si te contara —me acerqué a ella rodeando su cuello con mis brazos, abrazándola con pereza—. No iré hoy, estoy muy cansada y no pienso volver en todo el día.

— ¿Desea algo de comer? La niña Kate se fue con Jay hace unos minutos y el joven Axel tampoco ha llegado desde ayer.

— ¿Qué pasará con mi hermano? —cuestioné y ella sólo elevó los hombros dando a entender que tampoco lo sabía— Si, desearía servirme un gran desayuno, por favor.

—Ahora le pido a Mario que le sirva algo, si no le molesta en que lo haga él.
—No, claro que no. Dile que para una media hora, iré a bañarme y cambiarme la ropa.

—Como desee —dicho esto se fue al igual que yo quien subía las escaleras con flojera y cansancio.

Nunca demoré tanto en llegar a mi habitación, incluso cuando me desvestía no tenía la paciencia de poner cada prenda en su lugar, sino que tiraba todo por donde cayera con la intención de recogerlo después, llegué al baño y mi reflejo en el espejo corroboró el comentario de Antonieta con mi muy mal aspecto. Llevaba ojeras y el maquillaje corrido, el cabello no me favorecía pues mi bien hecha coleta fue desarmada al usar el casco y no me había fijado en ello, cada poro de mi piel denotaba la mala noche que había pasado.

Me bañe y cepille mis dientes, decidí usar una camiseta de mi hermano que había robado hace algún tiempo de su armario, era verde con el estampado del rostro de Hulk en medio y unos pantalones negros de pijama los cuales me quedaban anchos. Solté mi cabello mojado, lo había recogido para poder vestirme sin que molestara, conecte mi celular para que cargara, tomé un cepillo de la cómoda y empecé a cepillarlo chispeando varias gotitas de agua por doquier.

Aunque intentaba centrarme en otra cosa, me era inútil pues ese verde jade no salía de mi cabeza. Por alguna extraña razón el recuerdo de él en la fiesta era vago en mi memoria, pero al verlo con la luminosidad de la ciudad todo volvió a mí, como si esos ojos hubieran estado en mi cabeza todo este tiempo y ahora que los volví a ver su presencia era más intensa.

Infiltrada [EN EDICIÓN]Where stories live. Discover now