Capítulo 52: "Despedidas" PARTE 2

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—¿Qué haces aquí? —balbuceé aún debajo de él.

—Tu hermana me invitó, te vi subir las escaleras y subí detrás de ti.

Callamos y fueron varios segundos en los que nos quedamos así, contemplando nuestros rostros sin saber qué decir —Gracias, pero será mejor que no estés aquí.

—Sí, sólo quiero entregarte algo... Es un regalo, está en mi bolsillo —lo miré hasta que entendió que debía moverse, repitió tres veces un "sí" tartamudeado y se puso de pie.

—¿Qué es? —cuestioné una vez tenía la cajita de regalo en mi mano con un listón negro.

—Ábrelo cuando me vaya y tenlo siempre contigo, no lo entenderás ahora, pero pronto sí.

—Lo entiendo...

Sin decir nada, me abrazó, reaccioné a su toque cuando su perfume inundó mis fosas nasales permitiéndome reconocer una vez más aquel olor que un día se impregnó en mi piel también —Perdón, yo te protegeré, lo prometo —susurró en mi coronilla—. No creas que te dejé ir porque no te amaba, sino porque no te merecía.

Se separó de mí dejándome desconcertada, sin entender a lo que se refería, era eso lo más odiaba de él, eso de hablarme de cosas que no entiendo e irse sin explicación alguna. Besó castamente el inicio de mi labio y con el pulgar lo acarició, me miró como si estuviera conteniéndose por no hacer algo, tal vez ese algo que yo también moría por hacer, tras eso se fue dejándome sola, otra vez.

Me senté en mi cama, de repente las ganas de bajar se fueron, él ya no estaría aquí... La cajita dorada tambaleó en mis dedos concurridas veces antes de ser abierta, quité el papel brillante que había dentro hasta llegar al pequeño metal que ahí se escondía.

—¿Una llave? —le pregunté a la nada sabiendo que no obtendría respuesta. No era una linda llave que podría guindar en mi cuello, tampoco una llave antigua que pueda conservar simbólicamente, no tenía forma de corazón, ni decorada con brillitos o algún color especial, era una llave, una simple llave y fin. ¿Qué demonios? No me importaba sí me daba una roca de esmeralda o una carta escrita a mano, pero ¿Qué carajos debo hacer con una simple llave? Ni siquiera me dijo que abriría con esto, nada.

Rebusqué nuevamente en la cajita por sí encontraba algo más, al quitar todo el papel, sólo estaba escrito con su letra "Puerta principal", perfecto. Dejé la caja sobre mi cama y me guardé la llave en el escote del vestido, en medio de mis pechos, después de todo dijo que debía tenerlo conmigo.

Bajé lo más rápido que pude hasta llegar a la mesa —Te dije que no te perdieras regañó Kate.

—Lo siento —me disculpé alzando mis hombros y ubicándome en el centro para la celebración.

Eran las tres de la mañana y esta gente parecía no querer irse, estaba sentada en un mueble individual mientras observaba como mi hermana bailaba con Jay y lucía tan feliz, sus sonrisas eran de esas que compartes con tus mejores amigos, sólo que ellos eran algo más.

—Cortesía de la casa —puso un vaso de alcohol rojizo en frente de mi rostro prácticamente.

—Esta es mí casa —me enfoqué en el "mí".

—Pues te lo invitan y ya —dijo aquel chico que no conocía.

—¿Quién?

—No dijo nombres, sólo dijo que, si preguntabas, él era un humano.

—Bien, ahora sé que no me lo regala el perro de la vecina —ironicé tomando el vaso y dejando que se vaya.

Analicé el líquido poco espeso vertido en el vaso, su olor era dulce, le di un sorbo suave y su sabor era exquisito, ¿un humano? Matt. Terminé el delicioso regalo y fui en búsqueda de más, apenas me puse de pie todo lo que había ante mi vista tembló.

Infiltrada [EN EDICIÓN]Where stories live. Discover now