Capítulo 48: "¿Dónde está Carol?"

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No hubo manera posible de que pudiera deshacerme del dolor que sentía en el pecho, estuve tan ilusionada de que esto sería duradero y real, que el estrellarme contra la realidad fue un golpe bajo.

Sentía la sangre en mis venas arder de la furia, mis ojos hinchados y rojos dolían al parpadear brotando una nueva lágrima de las muchas, mis uñas se habían hecho ya un lugar en la carne de las palmas de mis manos, había perdido todo apetito y todas las ganas de salir de mi habitación. Mi cabeza no me ayudaba mucho a superar esta etapa, pues no dejaba de recordar y recordar cosas que lastimaban cada vez más empeorando la situación, las noches que dormí junto a Matt, nuestras cenas, nuestras peleas, nuestros cariños, nuestras ironías, nuestro amor, todo aquello que fue y que ya no es ni volverá a ser.

¿Qué se suponía que debía hacer ahora? Es por esto por lo que yo no me quería enamorar... Tal vez nunca debí haberle dado la entrada a mi vida, tal vez nunca debí haber dejado a Bruno, tal vez él llego primero porque era quien debía quedarse... Ni pensar que yo lo traicioné por esto, y el sólo hecho de pensarlo es un agudo dolor en la garganta. Desde un inicio esta aventura con Matt estaba prohibida, como dicen por ahí... Lo que mal empieza, mal termina.

Escuché que alguien tocó mi puerta del otro lado de esta, hice un pequeño sonido para que hablara mientras me sentaba a secar mi rostro y arreglar un poco mi cabello.

—Son tus amigas, Carol... Yuko y Dani están aquí.

<<Demonios>> —pensé al recordar la práctica a la que no asistí.

—¿Qué hora es? —cuestioné disimulando la voz rota.

—Cuarto para las siete.

Por instinto volteé a ver el ventanal por donde la luz ya empezaba a escasear, sólo reflejando los últimos rayos de sol al atardecer.

Me puse de pie y usé mis zapatillas de dormir para dirigirme a la puerta, la abrí y corrí nuevamente a la cama, ellas entendieron el mensaje y entraron por sí solas, aunque no quise recibirlas era lo justo por haber faltado.

—¿Qué pasó, Carol? Te esperamos, pero no llegaste.

—Terminé con Matt y esta vez es para siempre —respondí con lágrimas en los ojos nuevamente y volviéndome a enrollar entre mis sábanas. Dani no preguntó más y se sentó al pie de mi cama junto a Yuko quien trataba de encontrar mi rostro.

—¿Quieres hablarlo?

Mi respuesta fue sentarme automáticamente, en la oscuridad de mi habitación pues ya había anochecido y yo no quise encender las luces, relaté todo lo sucedido en las últimas horas referente a él.

—Yo tampoco lo creería, por favor... ¿Comprobar la honestidad de tus sentimientos?

—Y es que, aunque fuera cierto Dan, es horrible eso de "asesorarse" de los sentimientos de otra persona, sí se supone que ama, confía, como lo hizo ella.

—No entiendo el porqué de ocultarme quién demonios es realmente, es tan estúpido... Creo que fui lo más fiel y honesta con él. Siento que ni siquiera respetó aquello que teníamos y no quiero caer en ese estado miserable de tratar de echarme la culpa, porque sé perfectamente que no lo fue, pero no encuentro un lado por el cual pueda entender la lógica a todo esto, no quería perder esto.

—Carol... —susurraron al unísono antes de abrazarme— Salgamos, vamos a bailar, olvídate de todo y vuelve a ser esa perra fría que tanto amabas ser, no llores más.

La idea de Yuko sonó tentadora en mi cabeza, salir un rato, distraer el cuerpo, olvidarme de todo, sin embargo, jamás creí que esto terminaría así.

Infiltrada [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora